Evangelio según san |
ue un hombre enviado de Dios¹, que tenía por nombre Juan. Éste vino en testimonio, para dar testimonio de la luz², para que creyesen todos por él³. No era él la luz⁴, sino para que diese testimonio de la luz.
Y este es el testimonio de Juan, cuando los Judíos enviaron a él de Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: ¿Tú quién eres5?
**Y **confesó, y no negó; y confesó: Que yo no soy el Cristo6.
Y le preguntaron: Pues, ¿qué cosa? ¿Eres tú Elías7?
Y dijo: No soy.
¿Eres tú profeta8?
Y respondió: "No”.
Y le dijeron: pues, ¿quién eres, para que podamos dar respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?
El dijo: Yo soy la voz del que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo Isaías profeta.
Y los que habían sido enviados, eran de los fariseos9.
Y le preguntaron, y le dijeron: Pues, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni profeta?
Juan les respondió, y dijo: Yo bautizo en agua; mas en medio de vosotros estuvo uno, a quien vosotros no conocéis10. Éste es el que ha de venir en pos de mí, que ha sido engendrado antes de mí11, del cual yo no soy digno de desatar la correa del zapato.
Esto aconteció en Betania de la otra parte del Jordán(m), en donde estaba Juan bautizando.
¹ La misión de Juan fue autorizada con los milagros que sucedieron en su nacimiento, con su vida admirable y con la santidad de su doctrina (Mt iii. 1; Mc i.2).
² Para anunciar a los hombres que había venido al mundo el que es resplandor de la gloria del Padre y luz del mundo.
³ Por su predicación, y por los testimonios que daba de él.
⁴ No era aquella luz increada, eterna, inmensa, que habían anunciado los profetas, sino el testigo, el predicador, el precursor de esta luz.
5 Los judíos, el Sinedrio o concilio de los judíos fue quien envió a Juan esta diputación. Sabían por las Escrituras que era aquel el tiempo de la venida del Mesías; sabían por tradición fundada en las mismas Escrituras que al Mesías estaba reservado un Bautismo, como carácter propio de su misión; y habiendo oído el nacimiento, la vida, la Santidad y el Bautismo de Juan, recurrieron a él para reconocerle por Mesías; mas la divina Providencia dispuso que oyesen de su misma boca, quién era el Mesías, y que se lo mostrase con el dedo.
6 Esta repetición del Santo y humilde precursor pudo desengañar a los diputados
7 Como los judíos sabían por las Escrituras (Mal iv. 5), que Elías vendría antes del gran día del Señor, confundiendo la segunda venida con la primera, le preguntaron si era Elías; y el santo precursor los desengañó diciendo que no.
8 Según el testimonio del Crisóstomo, de San Cirilo y de Teofilacto, los hebreos, fundados en el citado lugar de Malaquías, que interpretaban mal, creían que además de Elías, debía preceder a la venida del Mesías otro profeta semejante a Moisés, y le aplicaban las palabras del Deuteronomio (xviii. 15), que deben entenderse de Jesucristo. Por esto le preguntan si era aquel profeta que debía preceder al Mesías; y Juan les responde, que no; esto es, en el mismo sentido en que le preguntaban, y así en el griego es enfático: como si dijeran: ¿Eres tú el profeta? enviado de Dios.
9 Eran de la secta de los fariseos, como la mayor parte de los q