Evangelio según san |
En aquel tiempo,
acarías, su padre (de Juan), fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo:
Bendito el Señor Dios de Israel, porque visitó, e hizo la redención de su pueblo¹, y nos alzó el cuerno de salud² en la casa de David, su siervo.
Como habló por boca de sus santos profetas, que ha habido de todo tiempo: Salud³ de nuestros enemigos, y de mano de todos los que nos aborrecen, para hacer misericordia con nuestros padres, y acordarse de su santo testamento⁴.
El juramento, que juró a nuestro padre Abraham, que él daría a nosotros, para que librados de las manos de nuestros enemigos, le sirvamos sin temor5, en santidad y en justicia delante de él mismo, todos los días de nuestra vida.
Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; porque irás ante la faz del Señor, para aparejar sus caminos6; para dar conocimiento de salud a su pueblo, para la remisión de sus pecados7.
Por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó de lo alto el oriente8; para alumbrar9 a los que están de asiento en tinieblas y en sombra de muerte, para enderezar nuestros pies a camino de paz.
¹ Pues encarnándose, ha venido a vivir y conversar entre los hombres, y a ser su Salvador y Redentor.
² El cornu salutis (cuerno de la salud) es un tropo y frase hebrea. A la letra, un Salvador poderoso. El cuerno en los toros y en los otros animales es toda su fuerza para acometer y defenderse. Y así en la Escritura es frecuente esta expresión figurada, para significar la fuerza, y también el poder de los reinos o imperios. David (Sal cxxxi. 14-18), hablando de Sión, o de Jerusalén, declara proféticamente que el Señor levantaría en ella el cuerpo del rey David, esto es, restablecería en Jerusalén, aunque de una manera espiritual, y en la persona de Jesucristo, el cetro y el reino de David.
³ La salud se ha de juntar con el verbo habló, y el sentido es: Como tenía prometido librarnos de nuestros enemigos. También puede juntarse con alzó del v. 69. Nos ha levantado un poderoso Salvador para librarnos, o que nos librase, etc. Estos enemigos son los espíritus de la malicia, los principados y las potestades, los príncipes del mundo, esto es, de las tinieblas de este siglo (Ef vi. 12)
⁴ Los padres se han salvado, como dice San Pedro (Hch xv. 11), del mismo modo que los hijos, por la gracia de Nuestro Señor Jesucristo prometido a Jacob, a Isaac y a Abraham. Porque cuando este santo Patriarca quiso sacrificar su hijo, obedeciendo las órdenes de Dios, este Señor le juró por sí mismo, y le dijo: Que todas las naciones de la tierra serían benditas en su familia (Gén xxii. 16-18). Esto es, en Jesucristo, que descendería de él, según la carne. Que él daría a nosotros, esta gracia de un poderoso Salvador; y que librados de la mano, etc. Que es como lo entienden otros.
5 El cual si es servil, no puede estar con la confianza de hijos de Dios, que son justificados por la fé. Y este servicio es el fin de nuestra redención.
6 Este es un apóstrofe de Zacarías a su santo hijo, por la que significa que sería llamado por excelencia el profeta del Altísimo, el precursor del Mesías, el que exhortando al pueblo a penitencia, le mostraría el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo (Jn i. 29). Esta remisión de los pecados sería un puro efecto de la gran caridad y misericordia de Dios para con los pecadores; y esta inefable e infinita misericordia hizo que el Verbo eterno del Padre bajase de lo alto para visitarnos y conversar con nosotros, que esto significa el nombre de Emmanuel, que le fue dado por los profetas; y que el que es el resplandor de la gloria del Padre (Hb i. 3), nos alumbrase como divino Sol de justicia, disipando las tinieblas y sombras de la muerte eterna, a que nos había reducido el estado de la culpa; y dirigiendo nuestros pasos por el camino de una eterna sumisión a la divina voluntad nos condujese a la paz de la celestial y triunfante Jerusalén.
7 Demuestra que la salud consiste en la remisión de los pecados por la gracia, que es el principal punto del Evangelio.
8 Aquí el oriente es nombre sustantivo, aplicado al Mesías por antonomasia Sol de Oriente¨. El Mesías, el Sol de justicia, que ha bajado del cielo a alumbrarnos con su luz (véase Zac iii. 9; Mal iv. 2)
9 El Bautista se retiró al desierto desde su infancia, y allí permaneció, viviendo una vida muy austera hasta la edad de treinta años, en que quiso el Señor mostrarlo al pueblo de Israel, y que comenzase a predicar la penitencia, hablando de Jesucristo, exhortando a todos a que le reconociesen por su verdadero Mesías, y por su Señor y Redentor.