Nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, Dios nos lo prestó para cuidarlo, el pecado es visto por Dios como una ignorancia por parte de nosotros, pero también podemos alejarnos de él, agrediendo nuestro cuerpo.
El uso desmedido del alcohol, drogas, tatuajes, son formas de agredir nuestro cuerpo, también la gula y la fornicación hacen que nos alejemos del Señor.
Nuestro cuerpo no es nuestro, tenemos que preservarlo y cuidarlo para la venida de nuestro Señor, Dios nos dio su voluntad y debemos cumplir su mandato, tenemos que glorificar nuestro cuerpo y nuestro espíritu, porque son de Dios.