Me encontraba allí, solo y desolado mirando el vasto horizonte. Desde un décimo octavo piso la vista se ve distinta, aunque en realidad no observaba nada, mi mente solo pensaba en lo perra que había sido mi suerte hasta ahora. Es difícil poseer confianza en uno mismo cuando eres el tercero de cuatro hermanos que han nacido prácticamente seguidos, la atención siempre la ganará el que sea más tremendo o el más pequeño, y ya tenía mucha competencia para lograr tener esa atención.
El viento recorría mi pelo mientras entre tanto divagar pensé «Vaya, sí que es cierto eso de ver pasar mi vida ante mis ojos en un instante» mientras volvía a mis recuerdos, recordaba cuanto quería ser ingeniero en sonido, Carrera que solo ofrecía la Universidad de la capital. Y mis padres no me apoyarían en mi deseo, y terminar estudiando la 5ta opción de mi lista de carreras, Música para ese entonces era muy costosa, Ingeniera Mecánica no pudo ser luego de no aprobar la prueba de admisión que curiosamente pasaron mis compañeros que yo mismo les había ayudado a estudiar. Resultó que estaba en una ciudad corrupta donde los cupos estudiantiles se los quitaban a unos para dárselos a otros, y mi puesto en esa carrera se lo dieron al que pago por ello… «¿y si estudiaba educación mención matemática y física?» después de todo mis compañeros siempre decía lo bien que explicaba, pero sería otra carrera que se me negó (por incompetencia de la secretaria de la facultad por no facilitarme los requisitos correspondientes. Y es así como la quita opción sería la estudiada.
Una vez graduado el plan para todo joven entusiasmado es siempre empezar a ejercer. Pero para mí fue hasta transcurridos 8 años que pude ejercer mi verdadera profesión. En ese lapso de tiempo tuve que desempeñar trabajos frustrantes y que no me ayudaban ni económica ni me generaban un conocimiento extra que ayudase en mi carrera.
El aire se tornaba más y más frio, mis ojos cerrados y mi mente perdida en tantos recuerdos a la vez que empezaba a marearme. Quizás eran los dieciocho pisos o lo desorientado que me sentía. Regrese a mi pensamientos donde como todo chico retraído había crecido solo, siempre dificultándome relacionarme con mi entorno. Hacer amigos no era fácil y los pocos que lograba obtener eran tesoros para mí. Y con las chicas no era más sencillo. El viento seguía atravesando mi rostro y yo me acordaba de las chicas que habían marcado mi vida, Patricia quien fue la primera que me enseño lo difícil que es el rechazo, Natalia quien se había aprovechado de mis sentimiento para lograr escalar en los estudios. Y por último Beatriz, la que me hacía sentir como el más grande escrito italiano Dante Alighieri, y por la cual me encontraba en esa terraza con los ojos cerrados.
Beatriz me enseño como se debe querer a alguien, estuvimos saliendo algunos meses cuando decidimos vivir juntos y todo hasta ese momento era ideal, hasta que como sacado de los mismísimos textos de Dante, Beatriz se me es arrebatada trágicamente. Una lagrima recorre mi mejilla cuando susurro las últimas palabras que Beatriz me había dicho « Mi vida es tuya » y me dejo caer todo se congelo en el tiempo, ya no existía el viendo, el frio, mis penas, mi vida difícil. Era yo desplomándome y antes de darme cuenta mi cuerpo hacia contacto con el piso. Mi cuerpo se encontraba aun en ese décimo octavo piso. No había sido capaz de saltar hacia adelante. Estaba vivo. Con una rotura en la parte trasera de mi cabeza pero de alguna manera me sentía Vivo. Había dejado caer todas las penas y angustias que me agobiaban, también había dejado ir a Beatriz y como Dante decidí vivir mi vida pensando siempre en mi amada. Dejándola ir y esperando afrontar lo que la vida me depare.
Me encantóoooo 💕 Beso.