El artista, viejo y empobrecido, tiembla de rabia al escribir.
Autor de más obras maestras de las que cualquiera podría recordar, el inmortal Miguel Ángel se muestra decepcionado de su vida. Y escribe una de las líneas más famosas y difundidas que tenemos de él:
“Mi arte me ha dejado pobre, viejo y trabajando al servicio de los demás”.
Miguel Ángel solía vivir de forma frugal, vestir humildemente y apenas tenía posesiones materiales. Era alguien evidentemente pobre, en un mundo de excesos y despilfarros.
Y así es como le recordamos. Un genio hambriento y menospreciado. Un sacrificio de su tiempo. Un mártir del arte.
Pero resulta que el gran maestro no estaba diciendo la verdad.
De artista pobre a artista tacaño
Saltemos algo más de cuatrocientos años y aterricemos en 2004. Nos encontramos en una pequeña oficina dentro de una bóveda bancaria (Porque algo como eso existe). Un hombre delgado y con rostro de saber más sobre casi todo que la mayoría de nosotros se encuentra absorto analizando algunos documentos.
Y es que, cuando el Dr. Rab Hathfield, profesor de arte de la Universidad de Siracusa, realizó uno de los descubrimientos más grandes de su carrera, en realidad estaba buscando otra cosa.
Así es como sucede casi siempre, como cuando John Pemberton inventó la Coca Cola porque le dolía la cabeza.
El caso es que el señor Hathfield estaba revisando algunos documentos de varios siglos de antigüedad en el Banco de Florencia. Ni más ni menos que registros de los pagos que recibió Miguel Ángel por pintar la Capilla Sixtina (Nuevamente, te juro que esto es en serio).
¿Qué por qué estaban ahí? Pues porque, como todo mundo sabe, los bancos no olvidan. Ni perdonan. Y devoran tu inocencia, tus sueños y tu alma, pero eso es algo de lo que hablaremos en otro momento.
¿Qué esperaba encontrar el buen profesor? Algo muy concreto: Evidencia para trazar una línea de tiempo relativamente exacta sobre cuándo fue pintada cada sección de la magnífica capilla. Pero lo que encontró fue algo más. Un hecho que ocuparía los titulares de su tiempo, si en ese entonces hubiera habido revistas de chismes.
Miguel Ángel no era pobre.
Es más, ni siquiera era rico.
El sujeto estaba literalmente podrido en dinero.
Su fortuna personal ascendía al equivalente moderno de $47 millones de dólares. Lo que lo convertía, hasta donde se sabe, en el artista más rico del renacimiento.
Un mito dañino
Miguel Ángel no era pobre. No era un esclavo trabajando al servicio de los demás, como se describía amargamente. Era un millonario que disfrutaba quejarse de lo mal que lo trataba el universo y de cómo se sacrificaba por lo que amaba.
Ahora, tal revelación no le quita una pizca de genialidad. Pero el hombre no era un genio hambriento. Era un genio que le gustaba aparentar que pasaba hambre. ¿Por qué? Bueno, quién sabe. A lo mejor eso le daba más likes en sus redes sociales. O lo volvía 20% más genial.
Aunque este descubrimiento no atrajo demasiada atención, en realidad cambia todo. Vuelve las reglas de cabeza sobre lo que significa ser un artista y lo que podemos esperar del arte mismo.
¿Por qué?
Porque tiene que ver con uno de los clichés más dañinos y difundidos que existen. Uno que moldea la forma en que el ser humano crea y la manera en que su actividad creadora es percibida por los demás.
Hablo del mito del artista hambriento.
¿Quién quiere ser un artista hambriento?
Un artista hambriento es un estereotipo que identifica a un artista que básicamente decide sufrir por su arte.
No sufrir en el sentido de pasar largas horas trabajando para sacar adelante esa pintura magistral. Más bien sufrir el sentido de “Soy un sacrificio humano incomprendido, miserable y deprimente, pero lo hago con gusto porque, tú sabes, MY ART”.
O sea, el artista debe pasar hambre por su arte, o no es artista. Y cualquier de ellos que pretenda vivir de lo que hace (Comer como Dios manda, vestir dignamente, no pasar frío, poner un techo sin goteras sobre su cabeza y proveer adecuadamente para su familia. Pequeñeces como esas) no es un artista de verdad.
Aspirar a ganar dinero con el don artístico es de pecadores. Quien lo hace es un miserable vendido al sistema. Un traidor a la humanidad. Un blasfemo contra el ARTE. Un falso, un hipócrita, un mediocre. Asusta bebés, le apestan los pies y come gatitos.
Porque, de acuerdo al estereotipo, el artista es este ser cuasidivino y a la vez maldito que carga con la responsabilidad de nutrir el espíritu de la humanidad con su talento, sin esperar nada a cambio. Es un mártir. Tiene que darnos lo mejor de sí a cambio de nuestra admiración y nuestra compasión por lo mucho que sufre.
Pero no nuestro dinero, claro.
Quien vende su arte ya es visto con ojos recelosos. Y quien lo vende caro, ni siquiera es artista. Es un vil comerciante que lucra con lo más preciado que tenemos como seres humanos.
Por tanto, artista, dibújame esta idea que tengo en mi cabeza. Escríbeme esta novela que llevo años imaginando. Componme esta canción de la cual se me ocurrió el título. Y te daré mi eterno agradecimiento. Y aparte vas a ganar “popularidad” conmigo. ¡Qué suerte tienes!
Y todos felices.
El estereotipo que debe morir
Aclaremos algo. Yo soy un artista. Reconocerlo debió ser una de las cosas más difíciles que he hecho. Pero lo hice, carajo, porque ese es el primer paso que tuve que dar para poder aspirar a vivir de mi arte.
El segundo es este: Reconocer que merezco que me den dinero por el arte que produzco.
¿Verdad que incluso suena blasfemo? Es así como hemos sido educados. Es una idea tan arraigada en nuestra mente que la mera mención de lo contrario nos produce rechazo.
Pero es la verdad.
Dime, ¿Qué persona realmente apasionada y profesional en su campo de trabajo no considera su labor al menos un poco artística? ¿Acaso un médico no ve la medicina como un arte? ¿Qué tal un arquitecto? ¿Te parece un chef? ¿Un boxeador? ¿Un profesor?
¿Quién podría decir que ellos no merecen dinero por su trabajo?
¿Por qué un dibujante, un compositor, un músico, un escritor o un actor deben ser tratados de forma diferente? ¿Por qué sus obras deben ser siempre gratuitas, públicas y sujetas a los vaivenes del todo mundo?
Elevar a los artistas a este absurdo nivel de sacrificio obligatorio es absurdo. Atenta contra la dignidad humana, en vez de exaltarla. Estás diciendo que un escritor no merece cobrar por ese cuento corto que acaba de crear, o un dibujante no merece ganar buen dinero por ese retrato que acaba de producir.
Su trabajo debe ser gratis. Debe ser expuesto públicamente y utilizado por quien sea sin ninguna restricción. Y ellos deben sacrificarse por el resto. ¿No ves que son artistas? ¿No ves que el arte es libre, patrimonio y propiedad de todos?
Absurdo.
La fórmula incompleta
El dinero pervierte el arte. Eso dicen.
¿En serio?
Permíteme exponértelo de otra forma. Vamos a ver la labor artística como una fórmula.
Su primer paso es: Crear arte.
Quien se queda en esta etapa solamente quiere crear algo y que los demás lo admiren. Es el escritor que sube todo su trabajo a Internet sin esperar nada. Lo que importa para él es, simplemente, que todo el mundo le felicite. Le hace ilusión. Alimenta su ego.
Nada malo hay con eso. Pero si se queda en ese paso, no debería esperar ganar dinero jamás con ello. Puede dedicarse a otra cosa y seguir obsequiando sus obras al público. Perfecto. Su arte es para todo el mundo, mientras el mundo lo acepte.
Es aquí donde mucha gente espera que el artista permanezca. Quiere que cree arte por el arte. Punto.
Ahora, agreguemos algo más:
Crear arte. Ganar dinero.
Y arde Roma. ¡OHMYGOD ES QUE NADIE PIENSA EN LOS NIÑOS! El artista que gana dinero con su arte de inmediato es visto con recelo. Es típico que los clientes potenciales se resistan a pagarle a un dibujante lo que consideran mucho por “solamente hacer un dibujito”.
Pero es que el asunto es peor. Es que muchos dibujantes se lo creen.
Creen que no deben ganar una buena cantidad de dinero por dibujar. Que, de alguna forma, no lo merecen. Y los escritores igual. Y los compositores igual. El mundo es curioso porque ensalza su don, pero a la vez menosprecia su trabajo. Y los convence de que eso es lo correcto.
Y sigue. Quien logra de algún modo llegar a un nivel superior y ganar sustancialmente con su arte, es de inmediato sujeto de un estigma: El traidor. El burdo comerciante. El artista falso. El vendido al sistema.
Y, en honor a la verdad, argumentos no faltan. ¿Recuerdas alguna película que parece hecha con el único objetivo de ganar dinero con ella? ¿No son acaso planas, genéricas e insulsas? Es la marca del artista que trabaja por el cheque.
Pero es que, ¿sabes?, la fórmula está incompleta. Pon atención, porque así es como funciona esto realmente:
Crear arte. Ganar dinero. Crear más arte.
Y aquí está la belleza.
De arte y dinero
Si tú decides crear arte solamente por crear arte, lo cual equivale estar en el primer paso, bien por ti.
Muchos empezamos así. Y otros ahí deciden quedarse. Multitud de personas para quienes su arte es un pasatiempo que disfrutan compartiendo con los demás, sin esperar recibir nada. Sus medios de manutención son otros, y es loable.
También hay personas que crean arte solamente para sí mismos. Como una forma de combatir el estrés o encontrar algo bonito que les de satisfacción personal. Arte que jamás sale de su habitación. Si tal cosa les funciona, también es perfecto.
Pero, ¿Qué pasa si deseas crear arte con el objetivo explícito y único de ganar dinero?
Estás en la segunda etapa. Y entonces sí que tenemos un problema.
¿Es que acaso el dinero pervierte el arte?
No, señor. Lo que pervierte el arte es la acción de crearlo únicamente para ganar dinero.
Entendámonos. No tiene nada de malo ganar dinero con el arte que creas. Pero si creas arte solamente para ganar dinero, entonces inevitablemente tu arte sufre.
¿Por qué? Porque, más que en otros campos, aquí la pasión se nota. Y se nota mucho.
Por ejemplo: Cuando estás escribiendo una novela sobre un tema que no te atrae del todo, pero el cual elegiste porque es ahí donde “está el dinero”, entonces el resultado jamás será todo lo bueno que pueda ser.
Es posible que tu obra sea técnicamente perfecta, claro. Que haya pasado todas las revisiones de rigor y que su estilo sea muy adecuado. Pero siempre habrá algo ahí que no funciona tan bien. Como si esa historia fuera del montón o simplemente “buena, a secas”.
Y eso pasa con todo. El crear arte simplemente para ganar dinero no funciona a largo plazo.
¿Qué hacer?
Completa el ciclo: Crea arte para ganar dinero para crear más arte.
¿Entiendes? Tu objetivo final al crear arte es crear más arte. Pero entiende que no vives en un vacío. No eres un superhombre ni un sacrificio humano ni nada de eso. Eres una persona que necesita comer y que merece vivir dignamente haciendo lo que te gusta. Como todos. Y que, además, puede dar al mundo algo muy especial. Algo de ti que nadie más puede.
El dinero es un medio, no es un fin. Es un paso intermedio por el que tienes que atravesar para seguir creando.
Además es un reconocimiento básico a tu dignidad como artista y como persona productiva. Tú mereces ganar dinero con ese libro, esa pintura, esa canción y esa escultura. Lo mereces. Y es mejor que te convenzas de ello.
El artista guerrero
Pasamos del artista hambriento al artista tacaño.
Pero, ¿Sabes? No es el fin del camino. Creo que existe uno más.
El artista que se rebela. El artista que tiene que pelear por ser artista. Pelear contra el cliente que no desea pagarle lo justo por su trabajo. Pelear contra la sociedad que considera que no debe cobrar por lo que hace. Pelear contra sí mismo para convencerse de que merece ganar dinero con ese dibujo, ese cuento o esa canción.
Y, carajo, además debe pelear a veces contra otros artistas que le tachan de vendido, hipócrita y traidor por pretender vivir de ello. Vivir realmente. Competir, cobrar, ser próspero. Hacerlo con lo que sabe hacer y lo que ama.
Es un artista guerrero. Yo soy un artista guerrero.
Yo quiero vivir de mi arte. No mal vivir ni sobrevivir. No quiero tener que decidir entre hacer lo que amo y poner comida en la mesa de mi familia. Yo no temo competir con otros, ni rehuyo a la idea de comprometerme con alguien más que no sea mi ego.
Soy humilde para reconocer que debo encontrar un punto en común con quien me honra con su tiempo y quizá me honre con su dinero. Me siento agradecido con él, y espero poder darle lo que espera, de la mejor forma que pueda. Porque me debo a él.
Yo me declaro en rebeldía. Contra todo lo que sobaje lo que hago. La sociedad, el sistema, el abusivo. El cliché del artista hambriento.
Yo no soy un artista hambriento. No quiero serlo. No merezco serlo.
Ni tú tampoco.
Yo soy un escritor guerrero. Un artista guerrero.
Y me sentiría honrado, si decides pelear a mi lado.
La inspiración para este post vino de la lectura del libro "Real Artists don't Starve", de Jeff Goins, el cual recomiendo con el alma.
Créditos de imágenes: stevepb, yatheesh, Pixapopz, jarmoluk, Harvey287, amurca, anassar. Pixabay.
Hola flashfictio, me gustó tu escrito, tenemos muchos problemas con eso, porque ciertamente el arte no es una mercancía, sin embargo tenemos derecho a recibir dinero por lo que creamos, en cualquier área del crear. Te estoy siguiendo, vote y me encantaría que me sigas y votes y demás. Soy escritora.
Te sigo ya mismo. El problema con los trabajos artísticos es que su precio y su valor a veces no combinan fácilmente. Casi siempre tienen algo (o mucho) de subjetivo.
Sin embargo, llegar a la conclusión de que el valor de todo producto artistico es intrinsecamente tan alto que su precio debe igualarse a cero (Volviendolo un bien público) me parece del todo irrazonable. Y lo peor es que muchos artistas creen esto a pies juntillas.
Ángel, escribí en tu página de facebook. Me gustaría conectar contigo para impulsar una comunidad de steemers en español, y también compartir experiencias. Quizá, si quieres, puedes agregarme al facebook y platicamos en un chat.
¡Saludos cordiales!
pd. está invitación es para todos aquellas que lean este comentario y sean de la comunidad artística de habla-hispana.
Mi FB es: https://www.facebook.com/danielcamacho88
Saludos! Ya te he respondido por FB. Gracias!
Me encantó tu post, pues los artistas también necesitan comer, también merecen darse gustos y merecen el disfrute de vivir haciendo los que les gusta. Gracias por tu post.
Gracias a ti por obsequiarme tu tiempo y tus amables palabras. 😊
Estoy totalmente de acuerdo contigo. No entiendo el porqué del arquetipo de que el artista debe ser una persona ascética, y estoica. A la sociedad le gusta ver héroes; personas abnegadas a sí mismos por el bien de los demás, y eso está mal. El corrompido concepto de que el artista es un ente que debe inspirar y despertar emotividad a la sociedad, a cambio de "los mejores deseos".
Es la necesidad de figuras mesiánicas, inclusive en el arte.
Desde ya siguiendote, amigo.
Siguiéndote de regreso. El concepto de artista como alguien "aparte" del resto ha hecho y sigue haciendo un daño grandísimo, según mi opinión. Es una manera de pensar casi enfermiza, que lo coloca en una situación imposible, donde se le ensalza y a la vez menosprecia.
Es debido a esto que muchas personas con talento artístico deciden no cultivarlo. Porque la perspectiva es (SIEMPRE) "Es que me voy a morir de hambre".
Y esta idea debe cambiar, para bien de todos.
¡Qué bonito! Estoy muy de acuerdo... Cualquiera que crea algo debe pelear por su creación y sus ideas. El arte de pelear :) ¡¡Te sigo y te voto, me ha encantado descubrir esta cuenta!!
Ya te sigo de regreso. ¡Muchas gracias por tus amables palabras!
Excelente Post... Nuevo en la comunidad Steemit, espero el apoyo, saludos!!! Nos vemos pronto...
Un gustazo, gracias!
que se haga publico
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excelente post... te invito a pasar por mi blog... soy escritor también....
Bravo por tan excelente articulo
quisiera rebloguearlo pero no se puede U.U
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Gracias hermano! :)