La ciudad con miles de años reflejados en su suelo adoquinado de blanco mármol en la rica historia de grandes dimensiones en su tiempo y espacio con su cielo azul y dorado sol.
su plaza de suelo adoquinado por todas sus avenidas que recorren hasta las viejas escaleras que dan al océano, el anhelado amor de pescadores donde mujeres hermosas cantan apasionadamente al mar donde lloran las olas sin fin, viendo a sus maridos alejarse con la esperanza de verlos de nuevo y ese frió filo de pensar si el gran Neptuno se los quitará.
Profundas y tristes oraciones de esperanzas salen resonantes de las cuerdas del corazón al agua al aire y a la tierra con gracia y fuerza porque la hermosa mujer que espera a su querido y amado marinero seguira y seguira cerca y lejos de su hombre amado.
Los niños aclaman a sus madres la presencia de él y estas deberán dividir su corazón en agua y tierra junto a sus hermas sirenas reunida y con su mente puesta en el crudo mar para mantener a salvo a su hombre.
Estas son las historias que estos adoquines viejos y empolvados que han escuchado y mirado por cientos de años canciones rompecorazones de mares y castillos.
La tierra vigilada por su gran castillo y el mar por fuertes paredes de roca, con su batallón siempre protegiendo su fortaleza escuchando siempre estas apasionadas canciones de su ciudad.
Estos soldados siempre protegiendo a su ciudad de invasores hostiles, mientras los ciudadanos corren apresurados a refugiarse en su castillo, si las paredes pudieran hablan les contaría de cruzadas y conquistas de caballeros templarios moros y militares ¿te imaginas eso?.
Estos es Lisboa con su gloriosa campiña portuguesa, sol brillante y radiante sobre los viejos adoquines de mármol blanco de sus avenidas, Lisboa una musa de gran placer.