-¿Qué camino me llevará ante el tiempo? -Preguntó Margaret.
-El camino del olvido, -dijo Aethelwine-. Nadie quiere ir en esa dirección.
-Entonces, ¿cómo encuentras el tiempo? -Preguntó Jake.
La bruja dijo-. Será fácil. Si conoces el camino, él los encontrará...
49 días tuve que pasar…
para 3 razones poder encontrar…
al final el día 50 ha de llegar…
Dejando todo atrás, el mundo que conocía; me adentré en un camino muy agradable, el camino al que todos temían ir, el camino que debí recorrer para encontrar al final luego de 49 días, lo que tanto buscaba.
Cuando caminaba me sentía con alegría y entusiasmo, todos los problemas y cosas que había vivido se esfumaron de repente. El camino no era cansado, al contrario una vez estuve en el no me detuve y quise continuar. Poco a poco me fui adentrando en aquel camino que me conduciría por lugares que nunca antes había visto.
Recordar?
Puedo recordar, nada me lo impedía... de lo contrario como pude escribir esto si no fue más que recordando el gran viaje hacia una nueva vida.
No muy lejos del principio divisé a lo lejos dos grandes torres; mi conocimiento me indicó que estas torres enviaban y recibían información…
"Han de ser muy importantes" pensé.
No sé cuál es cual, y no llamaban mi atención para averiguar su utilidad.
Al dar unos pasos, me encontré en frente de un inmenso sauce llorón… me detuve por una vez a escuchar su llanto causado por el viento y me sorprendí.
“A veces algo tan indefenso como el viento hace que el árbol más grande caiga”
Pero, aunque agudicé mi sentido del oído, no pude escuchar nada en absoluto…
“Estaba sordo, siempre lo estuve… Nunca pude escuchar al pequeño sauce que vivía dentro de mí y por eso se secó su corazón”
Decía el cartel amarillo que había justo en la entrada que daba a las torres, lo memoricé muy bien y más tarde pude entender su significado… aunque no quieras, el tiempo terminará encontrándote.
Había leído en cuentos de aventuras, que siempre habían divisiones en los caminos y ahora era real; el camino de la derecha se veía oscuro y sombrío, tenía árboles en hileras a ambos lados y entraba poca luz; mientras que el camino del lado izquierdo era brillante, tenía hermosas flores y el pasto relucía con el sol y el cielo despejado.
Decidí tomar el mejor camino, el camino de mi agrado… El camino brillante…
“Pero no importa cuál sea el camino que tomes, lo importante es la travesía”
Luego de seguir por el hermoso camino, paso junto a mí un señor mayor de edad, su rostro me parecía familiar, vestía ropas rotas y de mala calidad, estaba sucio y apenas tenía fuerzas para continuar.
-Puede decirme la hora? -preguntó el señor.
-No tengo reloj -respondí y seguí avanzando… “Perdida de la noción del tiempo” pensé.
Después de un largo rato de viaje, encontré un riachuelo en medio del camino y decidí descansar. Tomé un poco de agua y lavé mi rostro, luego de descansar, continué mi viaje y esta vez subí por una colina hasta lo más alto, desde donde pude ver a lo lejos lo que una vez fue mi hogar. Bajé por la empinada hasta llegar al sitio en que los riachuelos impedían el paso, salté las por las piedras y pude pasar con facilidad. Reí, pero mi expresión cambió en el momento en que miré al frente y ahí estaba…
...Busqué la flor roja desde el momento en que supe que era indefensa, pero podría hacerme daño, sabía que ella acabaría con todo en un instante. Me acerqué al árbol y tomé una de esas hermosas flores, la puse en mi bolsillo y al darme vuelta descubrí que había terminado el camino claro… Este se encontró con el camino derecho y no había vuelta a atrás. Seguí hacia adelante y solo pensé en la flor y en el momento que tanto temía.
Recuerdo haber soñado en mi niñez con una joven en un río vestida de blanco quién llevaba su cabeza llena de flores…
...Por un momento había pensado que la joven era la princesa que fue envenenada por una manzana, pero ahora me doy cuenta de algo…
“No sé de qué soy capaz, tengo miedo de mí mismo incluso”
solo diré que…
… En mi bolso llevaba ropas blancas guardadas.
A pesar de ser sombrío y solitario, el camino no parecía incómodo… a lo lejos encontré una casa que recuerdo en tiempos anteriores fue colorida y alegre. De pronto doy un traspié y me doy cuenta de que en el suelo había una piedra dividida en tres partes, continué mi camino y recordé…
“3 razones he de encontrar” me di vuelta y regresé, saqué las piedras del suelo y las metí en mi bolso. Aunque su peso era grande, no me impedían continuar mi viaje, seguí adelante y me esforcé en llevar las tres razones hasta el final.
En el menor tiempo posible llegué a mi destino, el camino no tenía final, pero pude reconocer una casa situada en un valle, salté la valla que rodeaba el terreno y llegué a la casa. La casa estaba muy bien cuidada y solitaria, era la casa de mi padre… los recuerdos no se habían ido a pesar de haber pasado tanto tiempo. Descansé un rato y luego de comer, bajé al río que había cerca con mis ropas blancas y el peso de las tres razones encima.
Me senté sobre la piedra más alta a meditar por un tiempo y luego de sacar la flor roja de mi bolsillo, la dejé sobre la piedra y tomé las tres razones…
Dejé que mis lágrimas cayeran al río una a una:
“La primera por el joven de la tienda”
“La segunda por mi amigo”
“La tercera por su hermosa voz”
Tres, tres personas que amé, tres lágrimas derramé y cayeron como piedras al río y se perdieron en lo profundo.
Cuando tomé la flor roja, me sorprendió algo realmente inesperado, no sé si fue cierto o simplemente producto de mi imaginación, pero ahí estaba en frente de mí. No sé cómo describir su forma tan hermosa y maravillosa, a pesar de que todos le temían, finalmente me encontré cara a cara con el tiempo, brillaba como una gigante bola de luz, de haber visto su rostro pude haberle odiado.
-Te he estado esperando -dijo el Tiempo.
-Como me has encontrado? -pregunté.
-No te he encontrado, perdiste la noción de mí todos estos años y finalmente te has dado cuenta de que existo.
Bajé la mirada y recordé cuanto tiempo había perdido, no me había dado cuenta de cuan valioso era.
-Recuerdas tu viaje? -preguntó el Tiempo-. Dime, ¿que fue lo que viste?
Y comencé a contar, a medida que hablaba, el tiempo me interrumpía y aclaraba mi mente explicando su significado:
-Admiro tu valentía y entusiasmo al probarte a ti mismo durante tanto tiempo, 49 días resultaron más que suficiente para poder hallar eso que tanto habías buscado, pero… no has encontrado.
-¿Qué? -pregunté.
-Así es, pero primero déjame explicarte -dijo el tiempo-. El recorrido por el camino de tu vida ha hecho que veas cosas que no conocías de ti mismo; viste una parte de ti que tanto temes, la parte que ha olvidado todo. Lograste pasar sin problema las pruebas que por muy sencillas que parecieran, muchos se quedaban atrapados en el principio.
-Entonces -dije-. El anciano ¿era yo?
-Lo has dicho tu mismo, "Eras".
-Significa que ya no olvidaré nada.
-No se trata de olvidar -aclaró el tiempo-. Ya forma parte de la historia, se trata simplemente de poder recordar y estar seguros de que una vez estuviste allí. Creíste hallar al final lo que tanto anhelabas, pero cargaste con tanto peso en vano, aunque llevaste en tu insignificante bolsillo una prueba de lo que te hace falta.
-Significa que las tres razones…
-No hay tres razones -interrumpió el tiempo-, todos estos años has vivido buscando entre cientos de flores, pero nunca hallabas nada. Lo que buscas se encuentra en una flor -se acercó al río y tocando el agua dijo-. ¡O en un poco de agua!
Miré el agua y logré distinguir algo que nunca había visto…
…sentí un dolor punzante en mi costado izquierdo y brotó una lagrima de mi ojo, logré ver y entender lo que el tiempo trató de decirme. Sujeté la pequeña flor con mi mano y al abrir mis ojos no pude verlo a mi alrededor; no estaba solo, se que no lo estaba porque aunque nos ocultemos en lo mas profundo de la tierra, el tiempo estará con nosotros.
Me bajé de la roca y puse mis pies en el agua fría del río, mientras caminaba hacia lo más profundo logré escuchar con el viento una dulce voz que me decía:
-Tuviste visiones toda tu vida, pero no es lo mismo verlas que entenderlas…
El agua apenas daba por mis rodillas y sentía como poco a poco mi dolor se iba yendo lentamente.
-Has encontrado el amor… pero no has logrado amarte, porque ni siquiera te conocías.
Y era cierto…
El agua ya rodeaba mi pecho y aún llevaba la flor en mi mano; pensé que esa flor lograría acabar conmigo en este preciso momento.
En la tarde del día 50, allí sobre el río estaba el joven con corona de flores vestido de blanco. Había conseguido todo y podía encontrar más si se lo proponía. Logró ver su reflejo por primera vez después de tanto tiempo en el agua, se dejó posar en ella como en una cama suave y pensó.
“No fue difícil llegar hasta aquí, pero aun así…
… ¿Quiero vivir?”
Y cayó en el agua como un pétalo que se desprende de su árbol...
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