Las cosas después de esa carta fueron empeorando lento y precisamente.
Quisiera pensar que hablaba de simples amenazas o, de juegos de niños, también algo que fuera totalmente irrelevante y pueda dejar de lado sin importarme. Al principio solo pensé que era un juego.
Pensaba que alguien solo se atrevían a asustarme para mantenerme quieta, para tratar de mantenerme inmóvil y que no pudiera dar un simple paso, ni el hecho de poder siquiera respirar. Pensé que quería atormentarme para que no fuera al encuentro con Lucy. Pues gran parte de su escritura me daba a entender eso.
"No vayas"
Mi ansiedad en esos días se había incrementado y no por lo que relataba aquel autor en las cartas, sino por el hecho de que siguiera persistiendo enviando otra y otra más. Era totalmente un acoso que me irritaba y me molestaba, lo era porque no sabía quién era.
Gracias a Dios no me había dado un ataque de pánico en esos últimos días. Aún así, tenía mucho miedo
no era temor por lo que esa persona pudiera hacerme a mí, temía por lo que pudiera hacerle a las personas a mi alrededor, a esas que quería y tanto apreciaba, claramente lo decían sus cartas, no tenía ninguna duda.
Mi cabeza siempre se llenaba de dudas, dudas que no podía resolver, por lo menos no ahora. Preguntarme como era tan demente para dejarme una carta cada día sin importar en el lugar donde estuviese.
¿Era él o ella un psicópata?
Apostaba mi vida entera a que sí.
Podría decirse que la gota que derramó el vaso no fue la última carta, sino la primera. Estaba tan cansada de que las cosas me salieran mal, estaba cansada de que las cosas siguieran empeorando sin estar enterada de aquello. En total, me había mandado cada día una carta diferente. Esas cartas las podría encontrar en cualquier lado, así sea la cocina, la cochera, el baño, mi casillero o un simple closet en una casa de una amiga como la primera vez.
Podría aparecer en cualquier lado, en cualquier mínimo momento, eso era lo que sabía. Lo que no sabía era cuando dejaría de hacerlo.
Fueron 5 días seguidos de cartas, pues me imagino que esa persona pudo haber estado en el cumpleaños de Mía al ponerla en uno de sus closet ese día, era obvio. La primera como se sabe, la encontré en el closet con Alex adentro durmiendo, esa fue la que desde el principio me hizo estremecer. Pero, al analizar todas las cartas juntas ayer en mi casa, me di cuenta de que éstas ya estaban preparadas desde hace mucho antes.
Parecía un juego que fue planeado por su creador desde hace mucho, para que yo lo juegue y tal vez perdiera en el intento. Y no sólo me di cuenta de eso, sino que cada carta tenía en común una letra en la última parte de aquellas hojas sucias. Podría ser cualquier letra nada relacionado con el tema hablado.
Por ejemplo: una "E"
Primeramente pensé que eran sus iniciales, pero estas cambiaban en cada carta. Tal vez lo hacía para confundirme. Digamos que su escritura era pésima, muy cursiva y casi parecía letra árabe. Su escritura era como si fuera a propósito. En conclusión: era otra cosa planeada. Mis primeras ocurrencias llegaron a que esta persona podría ser relativamente peligrosa, por lo que no me convenía jugar con ella. Pero vamos, ¿en verdad esta persona hablaba en serio? Hasta podría ser una simple broma de Mía, aunque, ella no sería capaz de jugar así... ¿o sí?
¡Bueno!
Dejando todo lo que pensaba atrás. Como he dicho, estaba en mi habitación. Sola, pero con las cinco cartas que me había mandado el extraño. Específicamente sentada en mi cama con las cartas recostadas en ella al frente de mí.
Pensaba...eso era lo que hacía. Supongo que era lo único que siempre me quedaba. Pensaba en todo lo que pasaba, en él, en como serían la cosas si tal vez estuviese aquí. Mi habitación estaba más silenciosa de lo normal, ni siquiera mi respiración la sentía. Pero por fin, después de tanto pensar, me había decidido.
—Vamos con la primera...
Fue como así agarré ese papel flácido estando bastante sucio, lo abrí y comencé a leer esos versos que de alguna manera, me estremecían.
Carta número uno (1)
De: Nadie.
Tal vez en estos minutos de lectura se estará preguntando quien soy, claro, si es usted lo suficientemente estúpida para leer muy lento, será mucho más del tiempo estipulado. Como sea, esto se lo escribiré solo una vez. No tengo motivos para gastar mi valioso tiempo en alguien insignificante como usted, ni para decirle quien verdaderamente soy. La cosa es muy simple, y es que: quiero que deje de investigar, que dejes de buscar al señor Lucas Cruz. Es algo tan simple como eso.
Existe el libre albedrío señorita Ariana, le daré el placer de hacer lo que quiera, no obstante, si tienes los suficientes ovarios para seguir en este juego, mataré a cada maldito familiar que tenga y no me importará quienes sean o si están relacionados con usted, solo lo haré y le enviaré alguna parte de su cuerpo para que sufra las consecuencias de sus actos, pues oiga, no me molestaría en visitar a la señorita Victoria González de nuevo, tampoco me importaría violarla o matarla. Me da igual. Claro está que no les haré nada si deja todo lo de Lucas Cruz atrás.
Ahora lea esto, analice y entiéndalo, será ésta una parte primordial en todo esto:
Si sé que está lo suficientemente cerca de mí, no me importará matarle en medio de la calle si es necesario. No dejare que una boba como usted interfiera en mis planes. Eso no pasará.
E.
Fue así como culminé la lectura de ese autor desconocido. Como dije, no me molestaban las amenazas hacia mí, me molestaban las que eran dirigidas a todos los que conociera y no.
Lo segundo que pensé fue en Victoria ¿Él o ella de verdad la conoce? ¿Victoria conocerá a este autor amenazante? Me preocupaba mucho ella. Tal vez por mi estupidez de interferir ella fue herida o algo de lo que no me haya contado.
¡No! No quiero pensar eso.
Después de meditarlo lo suficientemente, entendí que tenía que ir hasta donde ella para averiguarlo. Me levanté de la cama y escondí las cartas, solo a excepción de la primera, que llevaba conmigo hacia la casa de Victoria González
—Tock Tock—toqué esa puerta de madera indicando mi llegada. Esperé unos cuantos minutos que en realidad no me molestaron, hasta que Victoria apareció por esa puerta.
— ¡Oh! Ariana, no sabía que ibas a venir—pronunció confusa.
Pero entonces mis nervios de que tal vez el extraño conociera a Tori se presentaron.
En el mínimo espacio que había para entrar me metí y entré muy rápido a la sala principal, con Victoria siguiéndome, claro.
— ¿Qué pasa Ari? Te veo un poco nerviosa.
—Necesito saber algo. Algo importante Tori…
— ¿Algo qué? ... —me interrumpieron—. ¿Qué pasó Camilita? —dijo mi segundo nombre.
Me volteé. Muy bien sabía de quien provenía esa voz. Mía.
— ¿Entonces? —Mía esperaba mi explicación, una que no podía darle. Si venía aquí era porque Victoria podría decirme una pista primordial. No quería involucrar a Mía o a alguien más de la cuenta, no sabiendo que podría estar en peligro.
— ¿Qué haces aquí? —intenté cambiar de tema, pero me resultó muy mal. No era muy buena en este tipo de situaciones.
—No intentes cambiar de tema Ariana Vega. Te conozco y podría apostar por tu postura, expresión corporal y verbal que pasa algo, y por alguna razón no quieres contarme.
Y su mirada me hizo sentir aún peor. Ella pensaba que no confiaba en ella.
—Yo... Mía —no sabía qué hacer. Vine solo porque pensaba que estaría Victoria solamente. Ser una detective sin precaución me llevará a la tumba. Miré a Victoria esperando un tipo de ayuda o apoyo, pero al parecer estaba sumergida en su propio mundo.
— ¿Podría hablar con Victoria primero? Esto es serio Mía—y aunque viera decepción y dolor en sus ojos, ella aceptó y buscó su abrigo para salir.
New York no era precisamente un lugar de calor
—Yo saldré un rato así que…Olvídenlo—salió por la puerta dejándonos a Victoria y a mí a solas. Después de minutos de silencio ella se permitió hablar.
— ¿Por qué exactamente no quieres que Mía sepa lo que quieres contarme? —preguntó.
Me moví incómoda. En realidad no sabía cómo comenzar a explicarle que un lunático me mandaba cartas amenazándome de muerte. En realidad no sabía cómo resolver este misterio, ni sabia donde se encontraba Luke. No sabía nada.
— ¿Es sobre Mía? Porque seamos realistas Ariana. Tú eres su mejor amiga y yo soy como tu segunda mejor amiga y Ally es como tu mamá ¿Entiendes? —hablaba rápido —. Entonces lo que me da a entender es que es sobre Mía, ya que tú no me lo contarías a mi primero y... —la detuve.
De verdad que esta chica hablaba demasiado cuando le convenía.
—Tori, somos como hermanas ¿okay? —asintió desde su lugar—. Que a veces le cuente las cosas primero a Mía no significa que eres como la segunda o esas cosas que dices. Yo confío en ti, como también tú confías en mí. Porque tú confías en mí ¿verdad?
Su movimiento de cabeza me dio a entender que sí.
—Lo que pasa es que en esta situación solo puedes saber tú. No quiero involucrar a más nadie en esto—dije nerviosa mirando hacia otro rincón.
¿Cómo le explicaría? ¿Cómo me he metido en estos problemas?
— ¡Oh por Dios Ariana! ¿Te quieres acostar conmigo? —abrió su boca exageradamente asombrada—. Sabes que yo no soy gay y tú eres como mi hermana pequeña o algo así, es por eso que esto no funcionaría ya sabes…Lo siento ¿sí?
¿¡Qué!? ¿Cómo puede pensar en ese tipo de cosas?
— ¡No! Realmente no—dije incómoda y su cara cambió de nuevo.
— ¿Es porque no soy lo suficiente para ti verdad? ¿No tengo la estatura adecuada? ¿Ni unas tetas voluminosas?—dijo claramente fingiendo. Esta chica estaba loca.
—No Tori. Déjame por favor explicarme.
Por fin se había callado la boca. Saqué la carta de la chaqueta de Luke que me había puesto y comencé a abrirla.
—Cuando encontré a Alex en el armario dormido, el día de cumpleaños de Mía, encontré esto —me acerqué para dársela. Ella lo agarró fuerte entre sus manos—. Pensé que era de Alex pero, mi curiosidad no aguanto mucho y comencé a leerla. Minutos después supe que en realidad era para mí.
Ella analizó el papel y después se fijó en mí — ¿Puedo leerla? —asentí y comenzó a leer esa fea carta.
En el transcurso en que lo hacía pude ver su temor, su cara; hacía ese tipo de muecas y expresiones conocidas. No obstante, cambió a una confusa cuando al parecer leyó su nombre y la ultima letra que quedaba al fondo.
— ¿E? ¿Es acaso una inicial? —cuestionó confusa.
—No, ya lo comprobé y no lo es—negué.
— ¿Cómo hiciste eso?
—Tengo otras cuatro más en mi casa.
Supe que de verdad se puso nerviosa cuando se sentó en el sofá para tranquilizarse y meditar lo que le dije.
—Tenemos que llamar a la policía—dijo por fin y se levantó para buscar su teléfono.
— ¡No! —negué de inmediato—. Esa persona podría tener a Luke—comenté para hacerla cambiar de opinión. Claramente ella no parecía entender nada.
—Ariana... te están amenazando —dijo muy simple, pero a la vez, mostrando la realidad—. También a mí y a todos los que conocemos.
Ya sabía que lo hacían pero, yo quería encontrar a Luke. Esa persona podría tenerlo.
—Tori... —me preparé mentalmente para saber que palabra correcta utilizar.
—Ariana... —insistió pero la interrumpí.
— ¡No! ¡Necesito que me escuches! —exclamé por lo que veo muy exagerado. Respiré hondo para así relajarme, cosa que funcionó por un momento—. Victoria, no sabes el dolor que siento cada día…— supe desde allí que, si continuaba podría llorar y realmente no me importó si lo hacía—. Todas mis malditas noches las paso sola y me duelen, me duelen porque sé que al despertar no lo veré otra vez. Que no podré abrazarlo o pasar un día genial con él viendo una película. No sabes cuánto extraño sus besos, no sabes cuánto extraño sus caricias. ¡No sabes, cuánto extraño sus te amo! —mi voz estuvo a punto de quebrarse y tuve que mirar al piso para disimular—. Y ahora, posiblemente esté muerto... —resbaló una lágrima y la limpié rápidamente—. Posiblemente ya no esté aquí...Posiblemente ya no pueda volver a ver sus ojos de nuevo. Saber que verdaderamente está vivo—tomé aire—. No podré comer con él de nuevo el desayuno, no podré darle mi beso de buenos días, no podré decirle tanto que lo amo, solo porque el ya no está y no sé donde carajos se encuentra. Y ahora, para completar. Me llegan este tipo de cosas ¡Porque quieren qué olvide a Lucas! ¡Porque tal vez ellos lo tengan y no quieren qué me acerque! ¡Porque tal vez él esté más cerca de lo que creo! —no recuerdo exactamente, pero creo que en ese momento ya no tenía voz.
—Solo quiero encontrarlo—sollocé.
No recuerdo mucho esa parte, pero, creo que Tori solo se acercó y me abrazo, y solo me desahogué. Ella no se atrevía a dirigirme la palabra, pero yo si lo hice.
—Tori, no quiero seguir pero, tampoco quiero dejar a Luke atrás. Tampoco quiero que los lastimen por mi culpa.
Amaba a Victoria porque una de sus virtudes era dejarte hablar todo lo que querías cuando te sentías mal, y al final cuando sentías que no te quedaban lágrimas y ya te sentías un poco mejor, ella te deba el mejor consejo que podrías obtener. Pasaron los minutos y ya me sentía considerablemente mejor, así que me alejé unos cuantos centímetros de Victoria y traté de calmarme para hablar de nuevo. Seguramente Mía ya estaba por regresar.
— ¿Recuerdas cuando todas ustedes estaban en mi casa a unos cuantos días del cumpleaños de Mía y me llamaron? —le pregunté. Ella asintió esperando mi relato—. No era un chico pidiéndome una cita amorosa, era más bien un encuentro.
Ella al parecer no entendió así que me apresure a hablar. Y sé que no debía decirle esto, pero ya no había vuelta atrás.
—Su nombre es Lucy y la conocí cuando ella me mando un texto diciéndome ser la mejor amiga de Luke.
— ¿Su mejor amiga?—dijo confundida.
—Sí. Quiere que me encuentre con ella mañana en un café cerca de la casa de Luke. Supuestamente para entregarme algo que quería darme mi novio.
Ya lo dije. Pasado pisado.
—Después encontré esta carta en el closet con Alex adentro y las demás en cada día que pasaba. Me hicieron dudar si ir a donde ella.
— ¿Por qué me cuentas esto a mí y no a Mía? —preguntó, aunque de cierta forma, ella ya sabía la respuesta.
—Primero: fue porque tal vez tú supieras algo de esta persona por tu mención en la carta, segundo: después pensé y supe que Mía tal vez enloquecería y llamaría a la policía, además, no quiero involucrar a más gente en esto Tori.
—Yo, Ariana... En verdad que no sé que hacer—se sentó en el sofá de nuevo suspirando y pensando. Sabía que en esos momentos estaba impotente, pero yo no lograría nada estando peor.
Así que dejé que el tiempo pasara a ver que resultaba.
Mala idea.
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