El amor es la fuerza transformadora más poderosa del mundo la cuál nace de nuestro interior, primero debemos amarnos a nosotros mismos. A partir de ese momento buscaremos cuidarnos lo mejor posible para así lograr alcanzar la salud integral (cuerpo-mente-espíritu) pero lo más importante es que al amarnos seamos felices. Aunque no siempre el amor y la felicidad van de la mano, es importante encontrar ese equilibro ya que de nada sirve que estemos realizando un cambio en nuestras vidas que no nos sintamos a gusto o llevarnos al narcisismo, volviéndonos egoístas.
El siguiente paso es amar a las personas que están en nuestro círculo social. Busquemos apoyar a los demás para que puedan alcanzar su bienestar, trabajemos juntos para protegernos en los momentos difíciles, motivar a aquellas personas que nos importen cuando sea necesario, invitar a nuestra familia a compartir aquellas actividades que traerán cambios positivos en el grupo. El deporte es una excelente oportunidad de encuentro familiar, trabajo en equipo y fortalecimiento de los lazos afectivos que nunca deben dejarse pasar por alto.
Por último amemos nuestro entorno, para eso debemos salir a explorar las maravillas que existen a nuestro alrededor, no podemos amar algo que no conocemos. Transformemos nuestro medio físico, que existan las condiciones idóneas para crear, generar valor y aplicar tanto el conocimiento que poseemos como el que se pueda aprender. Cuando las naciones pasan momentos difíciles el amor que tengan sus ciudadanos juega un papel fundamental para mejorar las cosas. Las crisis son temporales, el amor hacia nuestras raíces es para siempre.
Recuerden, amense a ustedes mismos, amen a los demás y amen a su entorno.