Mi zoológico inconsciente (amibar poniente v2.0)

in #spanish7 years ago


Lo  peor sucede cuando me pongo a organizarlo todo,  lo distribuyo según  mis horas, según mi salario. Nada sobra, nada está fuera de lugar, no  hay nada mal en ese engaño de lo calculado. Cielo arriba, cielo abajo.  Ayer miré con morbo a una chiquilla de treinta kilos. Después doce caballos le pasaron por  detrás. Patológico, patos, logos, sepa la madre qué tan enfermo se puede  estar. El mito del héroe solar ha mutado como las fases de la luna. 

Me  engaño al decir que lo inconsciente es inofensivo  y me guardo en su caverna. El domingo no vi a mi amante y lo dormí todo  de un tirón. Me educaron para tomar decisiones. ¿Qué pasó con mi  voluntad de poderío? Tengo un buen trabajo, una semana perfecta, un  curriculum impecable, varios trajes limpios.  Por lo demás vivo clandestino. Me justa el jazz. Una señora va tres  veces por semana a sacudir y planchar mis camisas. Por la ventana se  alcanza a ver mi auto lavado cada mañana. Cuido mi dieta, recorto mis  uñas, hago ejercicio. ¿No seré homosexual? Sería fácil mantener un bello estudiante. 


Buscando  el romanticismo viajo a Alemania. En una calle solitaria un perro  parlante me quiere comprar mi identidad. Yo huyo. Me refugio en París de  la tragedia faústica. Visito cada bar, cada café, cada librería, le escribo a Margarita. Regreso a casa. Regreso al trabajo. Regreso al diario de las horas. Mi padre era cardiólogo.  Mi padre murió. Mi madre es una ingrata. Mi hermano se pierde. Mi gato  escapa. Una pesadilla me levanta en un grito. Un león de circo muerde,  mastica y traga mi brazo izquierdo. Un dolor sordo me tira en cama. No  sé en que parte de la esfera médica situar este dolor. Me pasa que  después de escuchar mucho una palabra le pierdo el significado.  Nihilismo, nihilista, nihilico, nihilicón, no sé qué diablos.  Éter arriba, éter abajo. En el árbol algo me ha dejado Santa Claus, un  renacuajo que se hace sapo inmenso. Luego se le llena de flores el lomo.  Estoy enfermo. Mi mal es psicógeno. Estoy pensando en mejor ver a un  espiritista. No creo en la locura, ni en la iglesia, ni en el socialismo. 


Visito  a mi amante. Margarita, al final de la semana, me espera, me abraza, me  besa. Qué buena es Margarita con sus ojos risueños y sus brazos  abiertos. Margarita ya viste esta película, ya leíste el periódico, ya terminaste  cualquier libro. Margarita se me insinúa. Margarita sufre de ansias y  yo de tedio. Margarita lastímame un poco, hazme sentir celos, hazme reír  a carcajadas. Pero Margarita en tan buena, tan noble, tan educada. Me  imagino a Margarita felina, me la  imagino batracio, me la imagino can. Pero Margarita es tan propia, tan  linda, tan bien peinada. Pinche Margarita no tiene nada en la alacena.  Salimos a cenar italiano. Todo eso arriba, todo eso abajo. Aunque sea  cásate conmigo, dame un hijo y lárgate después. Pero Margarita es tan ejecutiva, tan delgadita, tan fiel. 


Resquicios.  Deseo reprimido. Vuelos altos. Pieles nuevas. Esta interpretación del  mal que sufro. Sentido fálico. Mi alma femenina. El demonio mago.  Murciélagos desencadenan una guerra. 


Otra vez es lunes y son las ocho. La  calle se hace un río y llego a trabajar en lancha con la módica  satisfacción. Calzoncillos limpios, camisa almidonada, mosaico  veneciano. Un pólipo recorre el edificio. Un dragón sale por el  elevador. Una serpiente se escurre  en el interior. Un pez salta por la ventana. Guardo en mi cajón la  contingencia. Mi hermano llama. Me apoyo en la causalidad. Espero mi  destino. Un cangrejo reposa en la tumba de mi padre. Mi madre nada entiende. No sé de las mentiras que esconde esta ciencia.  


Me siento mal. Ahora soy puro lenguaje sin acción. Qué tedio. Ese dolor  sordo significa que tenemos alma. Tómalo y alégrate.