El nudo en su garganta era asfixiante.
Una lagrima rodó por su mejilla.
Apretó suavemente su mano entrelazada en la suya.
- Esta bien... puedes irte. -susurro dulcemente.
Él devolvió el pequeño apretón. Y se dejo ir.
Ella dejo un casto beso en sus labios.
Uno que supo a muerte.