Hola Comunidad Steemit. Hoy amanecí inspirada y con las palabras enamoradas… mi cotidianidad me invita a escribir y a compartir la plenitud de mi sentir. Les cuento…
A estas alturas de mi vida ya no me recuerdo sin ser madre… en eso pensaba hace un rato… qué fortuna… y me dije… lo tengo que compartir… Este girasol estallao tiene tres razones de vida… y, por supuesto, como toda madre, estoy enamorada de mis muchachones… de ellos les quiero hablar o, más bien, quiero hablarme a través de ellos.
A los 21 años conocí por primera vez la maravilla inigualable de la maternidad (Alejandro Moreno la llama más bien “Madredad”)… jovencita e inexperta recibí en mis brazos a un duendesito con pelo azabache y clara mirada… a esa primera maravilla ojiverde y de manos inquietas y rítimicas desde que salió de la panza (quizás antes) le llamamos Manuel Alberto… mi Manolo, mi “Piqui”, mi “Totó”… ese jovencito nació habitado por una almita vieja y sabia… creo que lo recuerdo hablando y leyendo desde siempre… entre lecturas, juegos con personajes de batallas mágicas y charlas más sus baquetas percutivas, que han sido algo así como la extensión de sus manos, he visto crecer a este príncipe noble, solidario, inteligente, sensible y analítico… Mi hijo grande… (a veces salgo ganando porque han creído que somos hermanos ji ji)… Manuel me ha enseñado el valor del silencio y de la oportunidad… es noble hasta el infinito y su cabeza siempre anda creando y haciendo… si alguna vez le hablamos y no responde es que tiene algún monólogo interno que no le permite conectarse con el ruidoso mundo exterior que nos incluye… hoy, ese muchachón es casi sociológo, escribe, compone y es baterista de una hermosa banda llamada Paisaje Local… Puedo decir que Manolo es mi maestro, mi amigo, mi protector… es una luz brillante que es fuente de energía para mi senda que lo toma y lo siente como parte esencial… indispensable… Manuel… mi primer gran regalo de la vida. Seguro me he quedado tan corta…
Ocho años después, recibí mi segundo título de mamá… me nació una niña Luna… si, literalmente… nació María Luna… una hada de porcelana con ojos de cielo… azulita su mirada igual que su alma… Luna llegó también con un cargamento de talentos y con un temperamento tan impetuoso e impredecible como su elemento zodiacal… el aire… Luna fue creciendo contenta, con estallidos de risa y una cabeza llena de magia, imágenes e historias que contar que se conjugan con sus manos tan bellas como habilidosas para dibujar y maravillarnos… al principio todo fue color rosa… donde ella estaba habían zapatos, bolso, muñecas, cuadernos, lápices y accesorios “losados” (rosados)… esa ilusión rosa empezó a crecer hasta volverse una hermosa adolescente brillante, intolerante, noble, creativa… el rosa fue pasando a azul luego de atravesar bellos tonos de lila… Lunita, “mamushka”, “mamatita”, “lunera” hoy se ha vuelto una voraz lectora y una escritora que asombra… salta de la computadora y se sienta a dibujar, es una melómana empedernida… de allí se instala a conversar sobre cine y series con su hermano mayor (su adoración máxima)… las charlas son exquisitas… y yo asomo disimuladamente mis ojos y mis oídos para aprender y seguirme enamorando de esos dos seres que a veces me pregunto si merezco haberlos nacido… Luna es la niña de mis niños... ella tiene un alma bruja que me intuye y me conoce... soy traslúcida a sus ojos que descifran el momento preciso del abrazo que salva... quizás sea una frase lugar común de una madre orgullosa… pero son extraordinarios… lo son.
Pero como la vida también es magia… veinte años después de Manuel y doce años después de Luna hicimos un llamado que se convirtió en mi tercer hijo… hace un año llegó a nuestro hogar de palabras, trazos, música y colores un caballero doradito y con ojos de agua… José Manuel, lleva el nombre amado del abuelo que hoy lo cuida y bendice desde otro plano… El Jotillo de este tiempo es un sol risueño, amoroso… cómico y simpático… su sonrisa y palabritas recién descifradas nos llenan el diario vivir… apenas empieza su vida… igual que su andar, su decir, su danzar, su amar… pero ya es pieza indiscutible de este rompecabezar familiar que ya no concibe su dinámica sin el pequeño dragoncito tremendeando por los rincones…
Al principio dije que son tres… tres las razones, tres los motores, tres los impulsos para ser haciendo que un mundo mejor sea posible… gracias porque nada ni nadie me ha hecho cercer más que ustedes… ustedes son lo mejor que soy… si… ellos son lo mejor que soy… y deseaba compartirlo…