Vivimos un tiempo en el que la tecnología y el uso de las redes sociales enhebran más vínculos y actividades que las relaciones interpersonales directas y la dinámica de la vida real. Las nuevas generaciones pasan mucho más tiempo interactuando y asomándose al “mundo” a través de la internet que relacionándose con su entorno, llámese familia, amigos, escuela, etc.
El fenómeno internet, y con ella, la aparición de las dicotómicas redes sociales, ya son un tema cotidiano, normal, prácticamente indispensable. Lo que ciertamente preocupa es la naturaleza de los contenidos que hoy en día marcan el “top” de la atención y la difusión de la gente internauta… más allá de la opción que la internet ofrece para visitar sitios de contenido sexual (que era lo que hace un tiempo preocupaba más en cuanto a información inapropiada sobre todo para ciertas edades), ahora resulta que el mundo muestra su lado más morboso y vacío agolpando millones de “me gusta” a aquellos contenidos que oscilan entre la estupidez, la exhibición sin sentido, lo sádico, lo cruel, el chisme, la mentira, lo farandulero (a veces sabemos más acerca de la vida de un personaje de Holywood que de lo que pasa en nuestra propia familia) y el ridículo.
El mundo muestra su lado más morboso y vacío agolpando millones de “me gusta”
Resulta impresionante como las plataformas que permiten compartir contenidos con otros están repletas de información de todo tipo, en todos los estilos posibles. Sin embargo, por ejemplo, una fotografía espectacular que aporta arte y belleza, muchas veces que realmente maravilla por lo que muestra y que te puede acercar y hacer conocer lugares y cosas que solo trasladándote geográficamente lograrías ver, queda en un claro segundo plano al lado de un tipo que decidió grabar en su móvil unos cuantos segundos comiéndose un helado y embarrándose toda la cara… o como un artículo que contiene información nutritiva e interesante resulta poco atractivo ante un “tweet” o comentario inútil de alguien que ese día decidió informar que se había sacado el más grande moco de su vida…
Considero que hay tiempo para todo y que tener opciones para seguir es un derecho que ofrecen las plataformas en la red, la red también debe ser un lugar recreativo y para promover la diversión pero no deja de generar impotencia y asombro que el contenido basura sea el predilecto de una mayoría significativa de asiduos a la redes.
La predilección por el morbo, lo vacuo y el contenido basura es las redes pone de manifiesto una cultura general globalizadamente mediocre y desenfocada. Incluso, en los sitios web en los que los contenidos que se publican generan algún tipo de ganancia económica a quien publica en ellos, un artículo de información útil no puede competir contra la publicación de alguna ridiculez que, más allá de causar risa a algunos, no realiza ningún aporte real.
¿Qué está pasando en la conciencia de las nuevas generaciones (y de las no tan nuevas que se suman)?, ¿Para qué están siendo útiles primordialmente la redes?, ¿Son vías de escape?, ¿Son opciones elegidas para no pensar demasiado?, ¿Es la reflexión una actividad despreciada por la mayoría actual de los internautas?, ¿Estamos viviendo tiempo de estupidez irremediable?... todas esas interrogantes me asaltan y se instalan con una preocupación auténtica en mí. Por ello cito al maestro Eduardo Galeano para concluir esta breve reflexión: “Vivimos en un mundo de mierda que no es el único mundo posible”… Por ello, genero desde mi preocupación la invitación a hacer de las redes herramientas de crecimiento y evolución personal, sin abandonar la diversión y lo recreativo, pero siempre dando “like” primero a una hermosa imagen de puesta de sol antes que a una fotografía de un tipo sacándose un moco o el sonido ambiente de alguien que decidió hacer colectivo como se oye un gas de su tripa.