Siempre tenemos algo ante nuestros sentidos, y, si no trabajamos con la otra parte, esta (lo que vemos) predomina, porque es lo que se ha convertido en real para nosotros.
Pero si comenzamos a virar la atención hacia ese "yo interior"; es decir, hacia la otra cara de la moneda (lo que Jung llamó sombra), terminará reflejándose ante nosotros, acabará convirtiéndose en nuestra realidad.
Y aquí lo magnífico, bajo mi punto de vista, es que la sombra puede ser aquella parte de uno, del Yo, con más luz, pero que se relegó a la zona de oscuridad por haber sido reprimida a lo largo de nuestra vida (educación, sociedad, religión...)
Gracias por tu comentario, amiga. Siempre excelentes tus planteamientos..