Querido ángel:
Lo primero que quiero pedirte es que me perdones si la letra me queda un poquitín torcida, he practicado mucho, pero clara, la enfermera me dice que ya no le queda papel y no quiero enviarte esta carta con tachones y borrones, porque quizá entonces no me llegues a entender. Lo que pasa es que tengo el bracito derecho más gordo y me duele, dice mi mamá que pronto pasará, pero yo creo que no es verdad, porque ya van varios días y me sigue doliendo muchísimo.
No lloro, no pienses que soy de esos llorones, de verdad. Cada vez que mi mamá me pregunta, yo le digo que no me duele, respiro hondo, aunque eso también a veces me duele un poquito, pero así no lloro y mi mamá no se angustia.
Soy un poco tonto, todavía no me he presentado. Me llamo Carlos, pero como solo tengo 8 años, todos me dicen Carlitos. No me importa mucho, aunque yo creo que ya no soy tan pequeño.
¿Cómo sé que no soy tan pequeño? Porque tengo dos hermanos, mi hermano Luis, que tiene 5 años y mi hermana Julia, que tiene 2. Ellos son más pequeños, por eso sé que yo ahora soy grande, aunque nadie me lo crea mucho.
Mi mamá se llama Carlota, es muy bonita, ¿sabes? Aunque bueno, ahora llora mucho, ya no se arregla tanto como antes y aunque ella dice que no, yo sé que pasa mucho tiempo muy triste; y yo creo que es por mi culpa.
Verás, hace unos años, me enfermé mucho, muchísimo. El doctor dijo que algo tenía malo en los quiñones… ya sé que no se dice quiñones, pero así le decía yo cuando me enfermé. Resulta que algo me los dañó y dejaron de servir, entonces me tocó venir al hospital muchas veces, a conectarme a una máquina que, según me dijo ese doctor, me limpiaría la sangre, o sea, haría como si fueran mis quiñones. No me gustaba mucho eso, pero era peor cuando no iba al hospital a conectarme, me sentía muy mal y mi mamá lloraba mucho.
Un día, el doctor nos avisó que había unos quiñones que me podían poner; él no quiso decirme, pero yo escuché a mis papás una noche diciendo que un niño como yo había tenido un accidente, y que por eso ahora tenía uno de sus quiñones, porque el otro se lo iban a poner a una niña que se llamaba Isabel; ella tenía más tiempo que yo esperando por un quiñón.
La verdad no me gustaba mucho la idea de tener adentro un quiñón de otro niño, pero mi mamá me explicó que así dejaría de ir al hospital a conectarme en esa máquina que no me gustaba y, además me dijo que podía hacer muchas cosas como otros niños y eso me gustó.
Mi mamá tenía razón, porque luego de que me pusieron el quiñón, me sentí mejor y ya podía jugar con mis hermanitos y con otros niños.
El problema, es que ahora en el país donde yo vivo algo ha pasado y ya no se consiguen las pastillas que me tengo que tomar para que el quiñón no se me eche a perder. Al principio sí las conseguíamos, mi papá las compraba. Luego no sé qué pasó, dice mi mamá que eran muy caras, que todo es muy caro y entonces empezamos a ir a un sitio donde se supone nos las darían, pero hace unos meses que tampoco ahí nos las dan y empecé a sentirme muy mal, así que he tenido que volver al hospital.
Mi papá se fue de viaje, porque con lo que ganaba aquí en su trabajo no podía pagar todo, eso me dijo mi mamá. Ahora está en otro país y ya no lo vemos, solo hablo con él a veces cuando nos llama por teléfono. Creo que eso también tiene a mi mamá muy triste, porque ahora está sola con nosotros y aunque mi abuela le ayuda con Luis y Julia, yo creo que eso no es suficiente.
A veces veo que se queda dormida en la silla, mientras yo estoy ahí en la máquina. Otras veces me hago el dormido y la oigo llorar bajito, pero no digo nada, no quiero que sepa que me doy cuenta de que llora.
¿Sabes? No me gusta que llore; tampoco me gusta ver que se está poniendo muy flaquita, porque a veces cuando me abraza siento sus huesos que me puyan un poquito. Mi abuela también se ha puesto muy flaca y ahora tiene casi todo el pelo blanco. Ella siempre viene por las mañanas, cuando mi mamá se va a trabajar. Me cuenta historias y me ayuda, porque a veces las enfermeras no pueden. Ella trae de comer para varias personas; hay muchos papás y mamás que ya no tienen qué comer. Ella no me lo dice, pero yo he visto que a veces ella no come, pero les da a otros para que puedan comer. Yo creo que mi mamá hace lo mismo con mis hermanos. A mí no me importa mucho no comer, casi nunca tengo hambre y cuando tengo, casi siempre vomito.
Por las tardes mi abuela se va a buscar a mis hermanos y viene mi mamá. Me gusta que venga, aunque me gustaría más estar en mi casa, ir al colegio y jugar con Andrés y Juan. Ellos son mis dos mejores amigos; aunque no sé si pueda volver a hacer todas esas cosas.
Anoche mi mamá se quedó y la escuché llorar bajito. Lleva toda la semana llorando, yo creo que es porque sabe que me voy a morir igual que se murió Isabel el domingo.
Por eso tengo la semana practicando para escribirte, ángel de mi guarda. Yo creo que morirse no es tan malo, yo estuve con Isabel y me fijé que se quedó tranquila; morirse es como quedarse dormido para siempre, ¿no?
Además, ella me dijo en secreto antes de que su ángel viniera a por ella, que ya no le dolería ni ardería al orinar, ni tendría sangre, ni diarrea, ni vómitos, ni nada. Yo creo que eso tiene que estar mucho mejor que estar pegado en esta máquina sintiéndose tan enfermo.
No me quejo, porque yo tengo menos tiempo que otros niños de aquí de la sala, pero, ¿crees que podrías venir pronto a por mí?
Verás, es que no quiero ver a mi mamá llorando más; si vienes pronto, seguro mi papá vuelve, así como hizo el papá de Isabel; entonces mi mamá, Luis y Julia ya no estarían solos, ni tendrían que venir al hospital. Tampoco tendrían que seguir vendiendo cosas para poder traer lo que hace falta y que no hay en el hospital.
Yo soy valiente y puedo esperarme a que vengas otro poco más, pero si pudieras decirle al señor Dios que te mande pronto a por mí, seguro que mi mamá ya no lo pasaría igual de triste.
Bueno, ángel de mi guarda, me voy a tener que despedir ya porque me está doliendo mucho la mano y clara ya tiene que irse para que eche la carta en el buzón de correos.
Espero que el correo no se tarde demasiado en enviarte la carta, me da un poco de miedo que mi mamá también se enferme.
No te preocupes si no tienes papel para responderme, con que vengas pronto a por mí estará bien.
Atentamente,
Carlitos, el de la cama de la derecha y la camisa de perros.
Nota: La ilustración de esta entrada ha sido tomada de Pixabay.com, banco de imágenes libre de derechos.
Estoy seguro que el ángel leyó cada una de las palabras mientras la escribía, porque siempre le acompaña ;). Saludos y que Dios te bendiga.
¡Hola, @johannfrare !
Amén y gracias por leerme, que tengas un hermoso fin de semana. Abrazos. :)
Enamorada. Me encantó tu publicación. Tienes mi voto, saludos.
Hola, @andreinamvg.
¡Me alegra mucho si te gustó, muchas gracias por tu voto y que tengas un excelente fin de semana!
Lindo fin de semana te deseo. :3
Igualmente para ti, preciosa. Gracias por tus buenos deseos. :)