Maduro es el síntoma de una enfermedad más grave que está presente en todo el mundo. Solo mencionemos algunos mandatarios de turno de los últimos años en Latinoamérica: Cristina Kirchner en Argentina, Los Humala en Perú, Lula da silva en Brasil, Obama seguido por Trump en USA, Rajoy en España etc. Muestran que los ciudadanos de cada país tratan de escapar de la opresión cada cuatro o cinco años en una ficción llamada democracia. Los mandatarios y partidos políticos de turno cambian poco o nada, y al terminar del periodo la tensión es mayor.
Ya son 50 o 60 años continuos en donde los organismos internos que regulan y balancean el poder dentro de cada país, conjuntamente con la clase media, se han ido debilitando por un poder más complejo y sin rostro que gestiona todo en nombre de la rentabilidad. En esta cadena alimenticia, primero son los multimillonarios con más 50 millones en activos que equivale al 0.001% de la población de cada país, seguido de los bancos y las corporaciones, luego los grupos políticos de turno a la par que la fuerza militar, luego el presidente, dirigentes regionales, políticos y dirigentes locales, la “clase alta”, policía local, los niños, las mujeres, los ancianos, las mascotas, los hombres de “clase media”, y por último los pobres; más o menos esa la prioridad social en cada país. En medio de esa desigualdad, tenemos elecciones cada cinco años para cambiar las caras de los que están a la mitad de la cadena. Sin embargo, las leyes y beneficios solo fluyen hacia arriba.
En Venezuela y el mundo, los multimillonarios (locales y extranjeros) controlan las compañías clave de energía, comunicaciones y movilidad. Estos sectores definen cualquier economía, sumado a que las leyes están definidas para darles más poder que el que Maduro o cualquier otro político pueda concentrar. Maduro es un títere en toda esta cadena, ahora que ya no les conviene probablemente lo maten o lo encarcelen. Vendrá el siguiente presidente que tratará de cambiarlo todo pero se topará con un problema sistemático que lo va a exceder.
Esto que describo pasa en todos los países; y pasa en medio de una bacanal propagandística que desdibuja la realidad, es más cada vez que se recalca el problema de fondo, esta bacanal comprada o financiada por la corporatocracia tildan el acto como “teoría de la conspiración” para desprestigiar o ningunear una crítica directa y sincera, tratando de convencernos que no vale la pena perder el tiempo hablando de estos temas. Es decir, su principal arma es nuestra ignorancia.
Personalmente no veo una salida rápida a todo esto, pero estoy seguro que el primer paso es concientizarnos, abrir los ojos y entender lo que pasa. No Luchemos por una bandera, tampoco por un partido político, ni por un caudillo; luchemos por nuestra libertad e igualdad; luchemos por nuestra dignidad y no permitamos que nos convenzan de lo contrario por unos cuantos caramelos.
¿Que opinan? ¿Cuál sería el siguiente paso?
El populismo y el regalo de caramelos lamentablemente enceguece a muchos permitiendo que pase lo que esta pasando en mi país.
Excelente post.
de verdad, lo triste es que la historia se repita, en vzla se ha pasado por varias dictaduras no han aprendido,,,,, no se por que algunos se dejan engañar por un mecado o cualquier cosa, si es deber del gobierno todo eso.
caramelos de cianuro.