Narrativa: La teoría del caos y el efecto mariposa es una peligrosa realidad

«El simple aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo, y desatar un terrible huracán». Intentar cambiar un sistema introduciendo pequeños cambios matemáticos o físicos puede crear un caos impredecible porque todo sistema depende de muchas variables y no de una sola o unas pocas. Es como querer cambiar el pasado, este no se puede borrar y si pudiésemos volver para corregir el futuro con seguridad ya no sería del mismo modo sino de una manera sustancialmente diferente. Un solo cambio introduce y activa múltiples resultados distintos.

El día que decidimos jugar con los códigos nucleares del Pentágono

El 10 de octubre del año 2028, estábamos supervisando los códigos nucleares en el Departamento de Seguridad y Defensa del Pentágono. La realidad fue que mi compañero me reto a cambiar los seis primeros dígitos de unos de los códigos con los cuales se controlaba una sección de ciento treinta misiles con una carga de más de 3000 millones de kilos radiactivos. – Es sólo un juego matemático, Alfred. Cambiamos los códigos, introducimos nuevos números, y después los volvemos a corregir. Ya verás que no pasará nada. Eso de la teoría del caos es pura pamplinas, es una farsa. – No, Peter, no es un juego, la teoría funciona y es real. No juegues con esto, que es algo muy serio y peligroso. – No pasará nada, estas computadoras son muy inteligentes, cambiamos los números y luego volvemos a colocar los reales, verás que todo, es sólo un mito. Puedes borrar y cambiar como lo permitiría cualquier sistema.

Ambos creíamos en la inconsistencia de la teoría. La verdad es que siempre nos burlábamos con eso de que el aleteo de una mariposa en Brasil pudiera crear un huracán en Texas. La verdad es que lo pensamos mucho, no con poco miedo, pero ese día nos atrevimos. Está bien, aprovechemos que no está el Jefe de Planta y hagamos rápido la prueba. Los dos nos aproximamos en el cuarto de sala al tablero de la computadora central. Tocamos el botón de códigos nucleares, y se abrieron las opciones de Washington, Atlanta, Texas, Chicago, Alabama. Sólo por probar cambiamos los códigos nucleares de la sección de Texas, de jph54022 a khm78056. Al principio, la computadora interaccionó una combinación binaria de miles de números que corrían a la velocidad de la luz. Luego, se detuvo y dijo, error. Los dos nos echamos a reír sin parar carcajeándonos como nunca lo habíamos hecho, pero de repente, la computadora se activó nuevamente y comenzó a recorrer una larga lista de números binarios, tal cual como si fuera una ruleta rusa. Los dos nos asustamos, y nos vimos las caras con pánico y terror. – Apagala…apagala Alfred. Como pude, las apagamos forzadamente en el botón central. Prendela una vez más Alfred, me dijo Peter. Y en efecto, la volví a prender. Al encender la pantalla, para nuestra sorpresa, todavía continuaban acelerados los números binarios construyendo con la velocidad de la luz un holograma con forma de dos alas de mariposas. Llamamos rápido a un compañero de confianza que subió volando, y él se sorprendió muchísimo por nuestra irresponsabilidad. Tecleo unas cuantas teclas…la computadora le pidió formatear códigos, y el respondió sí. Y volvió a introducir el código correcto. Empapados de sudor por el miedo, lo abrazamos y salimos casi temblando de la oficina.

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Nuestra sorpresa fue al día siguiente. No lo podíamos creer cuando comíamos en un restaurant cercano al pentágono y vimos al Presidente hablando desde la Casa Blanca.

El presidente salió con cara de asustado. Tenía el miedo pegado a sus ojos, y sudaba copiosamente. Su esposa lloraba fuera de las cámaras y uno de sus guardaespaldas, la sacó del recinto. Cuando comenzó a hablar, dijo:

Pueblo de los Estados Unidos de América. Naciones del mundo entero. Por primera vez, en muchas décadas desde la crisis de los misiles en Cuba, y los atentados del 11 de septiembre del año 2001, el mundo es amenazado de manera real por el terrorismo mundial. Los códigos nucleares correspondientes a la sección de los misiles nucleares de Texas han desaparecido, y esta mañana recibimos la llamada de un Hacker, que nos ha dicho que estuvo durante meses intentando entrar a los archivos del pentágono, y como por arte de magia logró entrar ayer y robarse los códigos. Dijo que algo extraño había sucedido, pero era como si alguien había dejado abierto un portal.

Cuando oímos esa información los dos nos quedamos mirándonos perplejos y asustados. No lo podíamos creer. La noticia se difundió por el mundo entero como la pólvora. El mundo entero estaba horrorizado porque un hacker acababa de robarse de los archivos digitales del pentágono lo códigos nucleares, y había logrado bloquear cualquier acceso al sistema digital. Al principio, muchos se burlaron de la autenticidad de la información, pero cuando oyeron al Presidente estadounidense dirigirse a la nación con cara de pocos amigos, el mundo entero comenzó a rezar porque al fin entendió que el mundo era una pequeña aldea global, y que el simple aleteo de una mariposa podía desatar un huracán en cualquier parte del mundo.

Mientras los ojos del mundo estaban posados frente a la televisión escuchando al Presidente. Mis padres recogían latas de comidas y comestibles desesperados para refugiarse en el sótano de la casa. Nuestro padre siempre dijo que lo había diseñado desde los años de la guerra fría para intentar resistir a una catástrofe nuclear. Nadie sabía nada. En las principales ciudades de la costa este, del sur y del oeste de los Estados Unidos, la gente salió a saquear como respuesta al temor de quedarse sin comida. Se podían ver los incendios de cientos de miles de tiendas y negocios, y el ejército reprimiendo a las personas intentando poner el orden.

Esta escena se repitió por mil en las principales capitales del mundo. El caos se había adueñado del mundo entero. A las pocas horas, fueron disparados los misiles. Nadie sabía su rumbo. El mundo entero sólo pudo rezar.

El proverbio chino de que el aleteo de una mariposa podía desatar el caos en cualquier parte del mundo era una realidad inobjetable. Las capitales del mundo ardían en llamas producto del pánico y de los saqueos. Sí, era factible, que el aleteo de una mariposa en forma de holograma desde de una computadora provocara un caos en el mundo entero.