Cuando se habla de mascotas el mayor número prefiere a los perros, porque dicen que son mas afectivos, esa opinión viene de quienes nunca han convivido con un gato.
Siempre tuve perros, mi último perro vivió 12 años, su llegada coincidió con el nacimiento de mi hijo, ambos crecieron como amigos, hermanos, jugaban juntos en casa, aquello era un desastre esos dos juntos. Por imprudencia se alimento de una comida contaminada por hepatitis, no duró ni 8 días, aquello fue devastador para toda la familia, habíamos perdido un miembro de nuestro grupo, pero mi hijo había perdido algo más que a su perrito, perdió a su mejor amiga, a su hermano y compañero de juegos, nuestro hogar se volvió extremadamente silencioso, todo en su lugar y la depresión poco apoco se apodero de mi hijo, quien con 12 años lloraba constantemente, se sentía solo y lo extrañaba a raudales.
Lo lleve al psicólogo y la primera recomendación fue no volver a tener perro en casa por un tiempo, mientras se resolvía la depresión y el conflicto emocional de mi hijo. Al año nos recomienda tener una mascota pero que no fuese perro, para continuar con el proceso de recuperación, tomamos la difícil decisión de tener un gato (es bueno destacar que jamás habíamos siquiera tocado uno, no nos gustaban).
Adoptamos a un gato siamés de 3 meses, el cual nos veía con miedo, sentimiento que era mutuo, pero eso hace el amor, toma riesgos, al principio lo acariciábamos por compromiso, eso si su alimentación y todas sus necesidades cubiertas, comenzó aquel felino a rozar su cola entre nuestras piernas, a jugar con nuestras trenzas, a mirarnos con amor y retozar en nuestros pies, nos despedía cada mañana en la puerta y nos esperaba en el mismo lugar, nos mirábamos asombrados y decíamos este gato parece un perro. Poco a poco nos fue reconstruyendo la vida, se volvían a oír las risas de los juegos ahora era entre el gato y mi hijo.
Ciertamente el gato es silencioso, pero por eso no es menos afectivo o amoroso, nuestro gato nos acompaña a dormir, nos acaricia, nos sigue, hasta juega fútbol, es tanto su amor que adoptamos al año una gatita siamés para que se sintiera en más compañía.
Ahora somos una familia mas grande, más felices, aunque siempre amaremos a nuestro perro, nuestros gatos nos han ayudado a superar su perdida, nuestra vida está llena de anécdotas graciosas, porque nuestros gatos castrado y esterilizada, no dejan de sorprendernos con sus personalidades y sus locuras, siempre sacan una sonrisa, lo mejor de todo que su paz llenó el corazón de mi hijo de tranquilidad y logró superar su depresión. Tener un gato también es una bendición porque si llega a tu casa es porque tiene una misión.
Sort: Trending