(Brutalmente Honesta es la columna no sé si semanal que sale en ninguna revista ni periódico. Un ejercicio de sincerarme con los temas más escabrosos en mi cabeza referentes a ser una mujer en este mundo)
El título de este texto se puede interpretar de dos maneras: la primera es que me dedico a escuchar música hecha por mujeres, la segunda es que me dedico a escuchar lo que ellas dicen. Las dos son acertadas. En estos días un amigo me hizo notar que la mayoría de la música que le recomiendo es hecha por artistas femeninas y con el tiempo me he dado cuenta que la mayoría de mis conversaciones de un tiempo para acá en los chats son con amigas o amigas-por-hacer. Esto no era así antes, de hecho, era todo lo contrario. Siempre encontré más afinidad en el género opuesto que en el propio, me daba miedo lo femenino porque no lo comprendía, me parecía demasiado complicado todo eso que veía reflejado en los medios que se supone que tenía que representarme: maquillaje, ropa, adelgazar, peinados, adornos, zapatos, cremas, afeitadoras, chismes, envidia, hipocresía, etc. Torpemente me hacía paso entre todas esas cosas fracasando de manera estrepitosa. En cambio los hombres no tenían que preocuparse por todo eso, ellos podían hacer y deshacer libremente, ensuciarse, decir groserías, tener una camaradería real, que yo no veía en mis iguales. Me gustaba más hablar con ellos, lo encontraba más interesante, fuera de intereses románticos, de cierta forma era mejor. Si tuve amigas y las quería mucho, pero había siempre una competición implícita en todo, como si la amistad femenina fuera un Miss Universo eterno, como si en el fondo, yo supiera que no podía confiar completamente en ellas. El tiempo demostró que para ellas tampoco yo era la amiga perfecta, y varios tropiezos me di en esas relaciones, pero bueno…me desvío demasiado.
Toda una vida escuchando a hombres, y con escuchando me refiero también a leer, ver cine, ver arte, y cualquier otro tipo de creación. Yo entendía por completo sus problemas, dramas, inquietudes, sentido del humor, maneras de componer, de pensar, de sufrir, de amar. Me metí tanto en su lógica que me identifiqué con ella al punto de pensar que si actuaba como un hombre todo me saldría mejor: grave error. En este mundo si las mujeres actúan como un hombre son vejadas, nadie es digno de actuar como un hombre sino él mismo y en sus mejores condiciones, las más privilegiadas. Me di cuenta que la solución no era actuar como un hombre, pero tampoco como el estereotipo femenino que me tragué toda mi vida, era un punto medio, único, que aún estoy labrando. Viéndolo en retrospectiva es raro que toda mi vida sentí más empatía por el género masculino que por el mío, pero es que nunca conocí realmente lo que sentía mi género, siempre menosprecié y me burlé más de las mujeres que de los hombres, la mayoría de ellos siempre me inspiraba respeto. En la música hecha por ellos mi papel siempre era pasivo, de vidriera, una muestra, una arpía, una cuaima, una inalcanzable, una mariposa, una loca, una celosa, una perfecta, una musa, una más. A estas alturas de la vida no sé que acción real, pura y dura, llevan a cabo todos esos sujetos femeninos de las canciones, en ese universo paralelo, me las imagino como muñecas inflables, esperando que las agarren.
De un tiempo a acá tomé la decisión consciente de dedicarme a las mujeres, escuchar su música, leer sus libros, ver sus películas y series, comunicarme con ellas, saber qué piensan. Para mi sorpresa, encontré algo que esperaba que fuera complejo, pero no de la manera que yo pensaba, en vez de irse a la superficie, la complejidad femenina me llevó a lo profundo, a la magia, al inconsciente, al cuerpo, a la sangre, a la luna. Me vi reflejada en muchísimos sentimientos que no había encontrado antes, tanto negativos y positivos, que me terminaron de completar ideas inconclusas que siempre tuve sobre mí misma. Encontré comunidades de mujeres unidas, que se apoyan entre sí, que se quieren, que se piropean en los días más difíciles para hacerse sentir mejor las unas a las otras (al primero que me venga a decir que entonces por qué los hombres no nos pueden piropear le voy a dar un sólo trancazo, espero mucho más entendimiento de base de mis lectores y no tengo que explicar por enésima vez por qué eso está mal, tú sabes que lo sabes). Me he visto más joven en algunas, pasando por lo que ya pasé, con expectativas de que a ellas les salga mejor. Me he visto más vieja en otras, llenas de sabiduría y poesía, que ya pasaron por lo que yo estoy pasando y siguen en pie, más lúcidas que nunca. Cuando me comunico con ellas siento una afinidad muy grande y sincera, se me quitan muchos miedos, puedo decir lo que sea, al contrario de lo que pensaba antes, sé que mi mensaje va a llegar a un receptáculo de comprensión, más que de cuestionamiento, subestimación o burla, cosa que me pasó múltiples veces con algunos amigos. Una certeza que tengo es que es poco probable que una mujer me salga con la frase “deja el drama”, eso es algo que hay que saber agradecer, porque no hay nada que me saque la piedra más que esa frase, es el non plus ultra de la ecpatía (googleen esa palabra, spoiler: es lo contrario de la empatía). En la creación de la mujer me encuentro a mí, que me hace encontrar por ende a las demás, que se encuentran a sí mismas y encuentran a muchas más después, no hay vuelta atrás de esa cadena de reconocimiento propio y ajeno entre nosotras. En la música hecha por nosotras puedo escucharnos pensar, vernos actuar, sentirnos sentir, oírnos gritar. Soy testigo finalmente de este lado de la historia, ese que no podía llegar a imaginar antes, ahora entiendo todo, me puedo identificar en esos gritos. Me da una sensación de plenitud y de no estar sola.
Si no caen por todo el discurso feminista de flores y sangre, esto también es una simple cuestión matemática: estoy equiparando todo lo que consumí por 26 años desde una perspectiva, hacia la otra. Volteando la tortilla para que se cocine del otro lado. Por eso también es importante la inclusión del trabajo artístico de las mujeres en todas las plataformas correspondientes, no sólo porque nosotras podamos vibrar más al consumirlo y sentirnos identificadas, que ya es suficiente razón, y no sólo porque me conviene (ñaca ñaca ñaca), sino porque ¡somos la otra mitad de la población! es imposible que no encuentren un proyecto relevante y de calidad para un concierto, exposición, antología, o lo que sea, hecho por una mujer, o sea, ¡estadísticamente tiene que haberlo!, para mí es más flojera de buscar y menos el hecho de que no existan. En los últimos Oscars leí a alguien quejándose de que ahora “hay que meter a juro a una mujer en los nominados a mejor película” y que eso “no está bien porque tiene que ser por la calidad y no por el género”, y me impresiona (no, la verdad no tanto) que alguien (obviamente un onvre) pueda pensar que en todas las películas que se producen al año que caen en la mira de los Oscars no pueda haber NI UNA de calidad hecha por una mujer, un poquito de por favor, no nos subestimen tanto. También escuché en un podcast alguien hablando de que un director de una revista nacional cuyo nombre no diré pero que estaba enfocada en la música, le contaba a esta persona que nunca una mujer fue portada de la revista porque “no había ninguna activa en el momento” y él “tenía que mantenerse al día, vigente” (estoy parafraseando), posteriormente la solución a ese problema fue hacer una edición especial en marzo dedicada a la mujer y meter a todas las que consiguió en la portada de un sólo zopetón, el chiste se cuenta solo, de más está decir que es muy poco probable que ninguna artista femenina hubiese estado activa en todos los años en que se llevó a cabo la producción de la revista, que fueron bastantes, o al menos hasta el momento en el que él dijo eso. Yo sé lo que están pensando, todo es un resentimiento que tengo por no salir en la portada, y ¿saben qué? sí, es parte de los motivos de mi molestia, no puede ser que una trabaje por puro amor al arte, dedicando tiempo y esfuerzo a sacar un material y que le den una portada al mismo dinosaurio del rock nacional porque “hay que mantenerse ¿vigente?”, y si no me la daban a mí se la podían haber dado a más de una que seguramente sacó algo mucho mejor que lo mío, porque las había, en caso de que mi música no cumpla con sus estándares de calidad. El punto es que es pura flojera, y no sólo flojera, es MACHISMO, es no querer darle a la mujer creadora el lugar que le pertenece, ¿qué conveniencia hay en eso?, les dejo esa pregunta de tarea.