Esta es una historia 100% real que viví (y aún vivo) en carne propia. Esta primera entrega es una introducción de como empezó mi trastorno bipolar, una enfermedad mental que es parte de mi vida desde hace casi 10 años y ha definido muchas cosas en mi historia personal. La idea es irles contando en varios posts todo lo que me fue pasando hasta descubrir que sufría de bipolaridad y cómo se desarrolló mi vida después de ello.
Diciembre del 2009:
Acababa de cumplir 20 años, tenía toda mi adultez joven por delante, estaba recién llegada de los 2 años que viví en México, llena de historias, experiencias, emoción y expectativa sobre la nueva etapa de mi vida que representaba mi veintena. Pero derrepente en el transcurso de ese mes dejé de dormir, pasaba noches enteras junto a sus días sin dormir ni una hora, a eso se le juntó un descubrimiento muy desagradable con respecto a la relación que tenía en ese momento que me perturbó a un nivel en el que definitivamente no pude descansar más y junto a ese insomnio llegaron muchas ideas que en ese momento tenían mucho sentido para mí, pero en la realidad todo era distinto. Leía libros y les hacía anotaciones alrededor de las páginas con supuestas reflexiones o ideas que me parecían llenas de lógica, hoy día cuando las leo no las entiendo demasiado, pero recuerdo muy bien esos momentos.
Justo en esos días viajé a Guacara a visitar a mi mejor amigo, y llegué diciéndole que por fin había comprendido el budismo zen: se trababa del amor. Mi amigo se sentía extrañado por mi actitud pero él ya sabía que yo era medio rara y me seguía la corriente, en su casa pasé noches enteras traduciendo mis primeras canciones que hacía en inglés, al español, escribiendo en cuadernos mensajes hacia mí misma donde me decía “no malquemes” (una manera de decir: no enloquezcas), pasé horas en el baño encontrándole figuras a las rayas de la cerámica, o encontrando mensajes escondidos en las instrucciones del champú. El último día, cuando nos despedimos en el terminal yo terminé llorando, diciéndole a mi amigo que yo estaba segura que mi papá es homosexual y me lo ocultó toda mi vida. En el camino a Caracas estuve hablando con un malandro en todo el viaje, inventando toda una historia loca de lo que se suponía que era mi vida.
Cuando me buscaron mis padres yo estaba en otro nivel de consciencia, hablando del simbolismo de la luna y el sol, las cartas del tarot, y el significado de las palabras. Ellos pensaron, lógicamente, que estaba drogada, y al día siguiente salieron conmigo a hacerme un examen toxicológico, que nunca pudimos hacer porque en ninguna clínica tenían los activos (incluso en esa época ya las cuestiones médicas eran algo difícil), así que terminamos en el consultorio de un psiquiatra, donde me costó mucho entrar porque por alguna razón yo no quería ver a un médico y estaba reacia y agresiva, me tuvieron que agarrar entre 5 personas e inyectarme un calmante para finalmente poder entrar. Una vez adentro el doctor terminó diagnosticándome una crisis psicótica, y diciéndole a mis padres que si no me podían atender en casa era mejor que me internaran en un psiquiátrico. En una movida muy mal pensada de mis padres, me internaron en la unidad de psiquiatría del hospital Victorino Santaella de Los Teques, a pesar de que mis papás no tienen trabajo de oficina y están todo el día en la casa, tomaron esa decisión, que tiempo después entendí que fue debido a la desesperación que tenían, y los puedo entender.
Sólo pasé un día y una noche en el hospital, pero fue definitivamente una de las experiencias más extrañas de mi vida, cuando me llevaban en la camilla hacia la habitación, gracias a los calmantes y a mi propia crisis, pensé que me había muerto y me estaban llevando a la morgue. Horas después me desperté en un cuarto de paredes rayadas con dibujos infantiloides, sola, con una bata, pensando que había revivido, sin poder moverme, sin entender donde estaba ni qué día era. Me costó horas recuperar la movilidad, poco a poco movía un dedo, la mano, el brazo, hasta que pude moverme entera y pararme de la cama. Cuando me paré empecé a dar vueltas por el cuarto y a asomarme por la ventana pequeñita que estaba en la puerta, veía gente afuera, pero nadie me hacía caso. Eventualmente figuré la manera de salir del cuarto y me acerqué al mostrador, donde me dieron un vasito del tamaño de un café pequeño, con agua, eso fue todo lo que me dieron de tomar o comer ese día, en un cuarto habían pacientes viendo un juego de béisbol en un televisor. No quería regresar al cuarto, pero ya estaban cerrando todo y me agarraron entre varios enfermeros, me inyectaron algo, y me zumbaron en un cuarto distinto de donde estaba antes. Cuando desperté, un enfermero me sentó en una silla de ruedas, me habían ido a buscar.
Como no quiero hacer un post tan largo y aburrirlos, lo voy a dejar por ahora hasta aquí. En la siguiente les seguiré echando el cuento de lo que pasó luego, y como se fueron desarrollando todos los eventos hasta descubrir de lo que realmente estaba sufriendo.
¡gracias!
Continuare en el siguiente. ;)
A mi también me llevaron a un psiquiatra, pero no me internaron, ni me diagnosticaron nada.
Qué bueno, no es nada bonito ni fácil. Igual siempre está bien verse con un médico de la cabeza por cualquier motivo, al final, es otro órgano del cuerpo más :).