El asunto de la lotería. Cada vez que me viene a la mente la palabra "lotería", pienso en plural: loterías. Se conecta con mi memoria sensible y la imaginación númerica se expresa en su diversidad.
Mi relación con el ejercicio ludópata viene desde muy pequeño puesto que viví en un pueblito en donde hay fiestas una vez al año para celebrar el patronal. De esos en donde la modernidad con sus máquinas y tecnologías siempre llega de última.
Sí, un pueblo de circo, carrusel y juegos de azar cada cierto tiempo.
"La pista", se llamaba el lugar en donde desplegaban los juegos. Había ruletas, naipes gigantescos para jugar a los dados, el ludus allí manifestándose en una efervescencia popular, sin la acostumbrada negación en torno a estas prácticas que ofrece la civilidad. Todos jugaban por igual: mujeres, niños, adultos. Todos podíamos apostar.
"La pista", se llamaba el lugar en donde desplegaban los juegos. Había ruletas, naipes gigantescos para jugar a los dados, el ludus allí manifestándose en una efervescencia popular, sin la acostumbrada negación en torno a estas prácticas que ofrece la civilidad. Todos jugaban por igual: mujeres, niños, adultos. Todos podíamos apostar.
Entonces allí en esas mesas desplegadas y en el deseo de ganar o el miedo de perder lo ganado construyo mi concepto de "lotería" o loterías, como ya he dicho.
Allí están manifestándose esas formas del azar.
Lo que quiero comunicar a través de este infructuoso registro, es el azar como lenguaje que nos llega desde distintas formas. Como si tuviese una inscripción ontológica a la bohemia, a lo transhumante, como si en efecto fuese verdad que Mercurio o Hermes son patronímicos inseparables de estas prácticas.
Es inevitable ver al dios tranzando allí, me es inevitable verlo, sentirlo. Como el arcano 0, el Loco, Le mat. Que por cierto, corona este texto.
Está la lotería, las loterías funcionando como un ser, una subjetividad latente.
Se percibe incluso desde algunas "mentes" como ocio o tarea para los mediocres y menos capaces, como si fuese una tarea que solo emprende el populacho, pero no, no hay mucha diferencia entre la gente que juega a la lotería de los animalitos en mi barrio como del rico, del descendiente de la élite gastando sumas mil millonarias en algún mounstruo de luces en el corazón de Nevada.
Se percibe incluso desde algunas "mentes" como ocio o tarea para los mediocres y menos capaces, como si fuese una tarea que solo emprende el populacho, pero no, no hay mucha diferencia entre la gente que juega a la lotería de los animalitos en mi barrio como del rico, del descendiente de la élite gastando sumas mil millonarias en algún mounstruo de luces en el corazón de Nevada.
Todos están atendiendo a la pulsión plural del animal numérico, en los dados, en la abstracción de los dioses que se ven representados en la posibilidad de ser ganador o perdedor.
¿Qué quiso decirnos Palomares con "El jugador"?, creo que como todo poeta, logró transmitir justo lo que yo necesito pero no tengo cómo y aún trato de comunicar.
No sé si me explico, creo que podría perderme si trato de explicarlo, así que lo dejo para después o nunca.
El hombre, la mujer que con su mejor pinta va a lanzar los dados o a jugar a la ruleta, a ver ese axis mundi mover su orbe, sus números, con la esperanza de divinizarse, de volver a ser niños en un juego tan serio como lo sería hipotecar la casa o perder algún órgano.
Y sí, el juego y muchas tradiciones también han perdido su aura, su espíritu, como todo lo que ha sido arrasado por la civilización de Occidente, la astrología, por ejemplo. Ciencias, formas de ser, de formar parte del tejido de la divinidad numérica que han sido denigrados en la proyección de los transistores, ahora ausentes/presentes pantallas.
Y puede que me equivoque y que una civilización superior nos arrase y nos borre porque no fuimos capaces de entender este caos y puede que me rebele desde ahora contra ese futuro status quo porque seguramente sabrán que deberán borrar aquello de que quién escribe la historia es tu sabes quién y que si alguien tiene derecho a hacer una nueva pues es tú sabes quién
¿Qué tiene que ver eso con el ludus?
Pues la historia, la civilización, las mujeres y los hombres, no dejan de ser dados entre manos que calentadas por algún aliento embriagado son lanzados a una llanura repleta de rombos y rectángulos, números que se expresan en un orden, una ciencia que desconocemos y llamamos azar, como dirían los sabios de Oriente.
He nombrado algunas prácticas no valoradas o negadas por la ciencia o denigradas o en todo caso prejuiciadas o no "dignas" de pensar, reflexionar, como si nos olvidáramos que las tentativas para ordenar al universo y de crear nuestras propias teorías del caos provienen precisamente de manos que juegan, que tienen números subjetivados, abstraídos en sí, y que son, paradójicamente, los antepasados, los arquetipos de computadores y ábacos, manos con que no solo batimos los dados o les hacemos un lecho para recibir el aliento de la suerte, sino también los primeros instrumentos de cuenta en decenas (con cero incluido, mágico disparador de las cuentas y el azar).
El primer oráculo del loto.
Muchas gracias por vuestra lectura. Nos leemos mañana.