La tensión se percibe y concreta en el acto de utilizar un arco, la mueca que a modo de destello corporal es una sumatoria de dicho estiramiento.
La tensión está presente en cada movimiento, para no decir el lugar común de la retórica llamado “todo”.
La gestualidad y el tensionar están –literalmente– unidos. Tanto los conceptos como las palabras sufren ese jaloneo problematizador.
Se tensiona cuando se usan los recursos, cualesquiera que estos sean. En donde sea: en el plano de las ideas y también en el del cuerpo. Así como tensiono la piel, los músculos del rostro, la exterioridad, el mundo de los objetos, los sujetos, todo elemento situante tensiona.
Mi ejemplo preferido para explicar la tensión: La Fuerza, el arcano XI que se enfrenta al ejercicio de domar el cuerpo y la dimensión de lo que está debajo de nuestra cintura. La metáfora es casi literal: se trata de cerrar las fauces del león.
¿Si fuese un verbo, cómo sería su conjugación?: “Yo tensiono, tú tensionas, todos...”
[Volvamos al ejercicio del arco:
El arco no está solo en mis manos, mucho menos la multitud de gatillos en cada arma de cada hombre en el conjunto de ejércitos y fuerzas de ocupación en el mundo. Se tensiona hasta desde el otro lado de los que acabo de nombrar, es decir, del ocupado/invadido.]
Tensión como ataque como defensa al mismo tiempo acción reacción ejercitando tensionar como forma de ser y estar en el mundo porque no es raro que el principio del mundo propuesto sea una suerte de raíz y asociación bélica
Tensión como guerra interna como aquella frase del señor Sartre ESTOY SOLO PERO CAMINO COMO UN EJÉRCITO QUE IRRUMPIERA EN UNA CIUDAD sabía muy bien sufrió en vida ocupaciones tensiones así como nosotros desde este lado
Tensión del arco en medio de la invasión
[Ya lo veo ¿ves? de nuevo tensionar como forma de ser y estar en el mundo…]
Desde la tensión eurocéntrica: el ser no es sino que acontece (Heidegger), a la tensión Nuestra: hay que surcir el espacio de la caída (Lezama); no son más que tensiones.
[La poesía también es un tensionar de arco: el verso es surco y el surco mismo que veo levantarse como líneas que acompañan al horizonte de los campos, ahí está la tensión que viene desde abajo, brotando en forma de voluntad de vida, esta vez distinta a la de la guerra, se trata del movimiento tensionado desde abajo, de la vida que brota y se hace paso en medio de la negrura de la tierra: la semilla.
Tensiona entonces la vida buscando luz, tensiona al mismo tiempo la necesidad del subalterno de ser universal. Digo, ser universal en tanto puede habitar tantos cuerpos: el del colono, el de las ciencias del colono y al mismo tiempo la respuesta de su búsqueda de identidad [aprovecho y me pregunto si dicho ejercicio de preguntarse quién es no obedece a una especie de dicotomía a) de entrampamiento Occidental y b) de resistencia para espantar al fantasma helenocéntrico.]
Civilización y sujetos habitantes de multitudes culturales que no tensionen su identidad en la búsqueda de universalización en la diversidad epistémica está condenada a desaparecer. Asunto presente, por ejemplo, en la voluntad de vida atada a la racionalidad tecnológica.
Me explico, el hecho de que vía el transhumanismo, por ejemplo, las élites de Occidente busquen la inmortalidad en las máquinas, tiene que ver con su logos/naturaleza de muerte, que tiene implícito e incluso casi inscrito ontológicamente en su racionalidad no seguir reproduciéndose o en todo caso no permitir a otros hacerlo, de modo que la posibilidad que se ve en el futuro, es dilatar la existencia, es decir, tensionar desde su propia “ética” de la vida, digamos ahora: un ejército de ocupación –civilizatoria– de máquinas (en donde por cierto podría desaparecer la tensión del músculo real para darle la bienvenida a otros tipos de tensiones mecánicas o cibernéticas).
Me explico, el hecho de que vía el transhumanismo, por ejemplo, las élites de Occidente busquen la inmortalidad en las máquinas, tiene que ver con su logos/naturaleza de muerte, que tiene implícito e incluso casi inscrito ontológicamente en su racionalidad no seguir reproduciéndose o en todo caso no permitir a otros hacerlo, de modo que la posibilidad que se ve en el futuro, es dilatar la existencia, es decir, tensionar desde su propia “ética” de la vida, digamos ahora: un ejército de ocupación –civilizatoria– de máquinas (en donde por cierto podría desaparecer la tensión del músculo real para darle la bienvenida a otros tipos de tensiones mecánicas o cibernéticas).
Cada vez que tengo la oportunidad, ya sea por puro azar o casualidad, de sintonizar el canal de deportes cuando hay alguna competencia de arco y flecha, veo el diseño de los arcos de ahora, que si de carbono o algún invento reciente para hacerlo más liviano, resistente o ergonómico o lo que sea que puedan inventarse los marketineros e “ingenieros” carentes de la lógica de la reproducción de la vida, y trato de pensar en cómo es posible que un instrumento de esta naturaleza, es decir, una herramienta premoderna, pueda permanecer todavía en pleno siglo XXI y además me sorprende que incluso existan profesionales de su uso, como diciéndonos: que aún hay quiénes afinan la puntería como en aquellos tiempos en que la gente, “aparentemente” se mataba de forma más “digna”, como dicen en las peleas callejeras: “de caballero a caballero”, solo que el ímpetu “civilizador” nuestro lo dejó como deporte.
Ah, nuestro no, me equivoco, de Occidente y su gran maquila/depósito de objetos arquetipales que hacen posible la reproducción y supervivencia de las pulsiones guerreristas.
Claro, yo me pregunto justo ahora que surge: ¿qué otra forma de ser y estar en el mundo podría ser la tensión?
Preferiría que se mantuviese aquella de la que hablé hace algunos párrafos.
La tensión de la semilla, del grano que emerge.
Muchas gracias por vuestra lectura. Nos leemos mañana.
¡Gracias @fridakahlo, qué honor!