Muy cerca de 1880 toda una familia de origen suizo y de apellido Storni llegó a la Argentina.
Inmediatamente se instalaron en la provincia de San Juan y abrieron una cervecería. La familia estaba compuesta por cuatro hermanos y dos primos, entre ellos Alfonso Storni quien arribó junto a su esposa Paulina Martignoni, allí en San Juan nacieron dos hijos de la pareja, María y Romeo pero por alguna razón que muchos atribuyen al mal pasar económico decidieron regresar a Suiza en 1891.
Así fue que el 29 de mayo de 1892 en la localidad de Sala Capriasca nació la tercera hija del matrimonio a quien llamaron Alfonsina.
En 1896 regresaron a la Argentina y a San Juan donde nació el cuarto hijo, Hildo, y en el año 1900 se trasladaron a Rosario, provincia de Santa Fe.
Alfonso Storni en este nuevo emplazamiento encontró cierto alivio económico, instaló un bar y cafetería al que llamó “Café Suizo” y los negocios comenzaron a marchar un poco mejor. Hasta Alfonsina participaba del emprendimiento familiar y a sus 10 años atendía las mesas y lavaba platos y cubiertos. Sin embargo y pese a la buena voluntad de la familia el café comenzó un lento declive hasta su cierre definitivo.
La muerte del padre en 1906 obligó a la familia a buscar nuevas actividades para sobrevivir. Alfonsina era una ávida lectora, amaba tanto la poesía como la actuación teatral y la enseñanza escolar pero el destino quiso que tomara otro rumbo, aprendió a coser y se empleó como obrera en una fábrica de gorras. Ese empleo no la satisfacía en lo más mínimo pero no eran épocas para andar sin trabajo así que puso todo su empeño en la labor y postergó por un tiempo de sus aspiraciones, sin embargo logró que una revista rosarina le publicara algunas de sus poesías.
La madre de Alfonsina volvió a casarse y la situación de la familia se enderezó un poco así que Alfonsina sin la carga de soportar parte de la economía hogareña abandonó la fábrica y se hizo actriz y maestra, recorrió varias provincias actuando, escribió poesías y hasta alguna obra de teatro. Pero en 1920 cuando aún no había cumplido los 20 años de edad se enamoró de un diputado santafesino de 43 años que estaba casado, Alfonsina quedó embarazada.
En esa condición se fue para Buenos Aires con muy poca ropa, escasa de dinero, con varios libros del poeta Rubén Darío y algunas poesías propias. Apenas nació su hijo Alejandro Alfonso comenzó los trámites para dedicarse a la docencia, como el nombramiento no le salía y estaba apremiada económicamente se empleó en la gran tienda “A la ciudad de México” que por entonces estaba ubicada en la esquina de Florida y Sarmiento.
El nombramiento seguía sin salir y leyendo los clasificados de los periódicos vio un aviso que le llamó la atención, una fábrica de aceite de oliva buscaba un “corresponsal psicológico” (por aquellos tiempos la función de ese puesto era muy similar al que hoy en día se menciona como especialista en marketing o más moderno aun, Community Manager). A la convocatoria se presentaron muchos postulantes masculinos y solo uno femenino, Alfonsina; la prueba de ingreso consistía en escribir algunos slogans que llamaran la atención referidos al aceite de oliva, ella superó a todos y se quedó con el empleo.
Mientras desarrollaba esta actividad comenzó a frecuentar el mundillo porteño de las letras y con astucia y talento logró publicar algunos de sus textos en los diarios y revistas más prestigiosos y vendidos de la Capital Federal tales como La Nación entre los periódicos y Caras y Caretas entre las revistas.
Aprovechando al máximo esa circunstancia tan favorable, su carrera literaria tomó gran impulso y en poco tiempo logró posicionarse entre las más prestigiosas plumas de la Argentina, “su” país pese a haber nacido en Suiza. Para que no hubiera dudas de su predilección tramitó y obtuvo la ciudadanía en 1919.
La primer muestra de su gran talento fue “La inquietud del rosal” publicado en 1916.
A partir de allí todas sus publicaciones fueron objetadas, debió luchar contra los prejuicios y las costumbres de esa época donde no estaba bien visto que una mujer, que además era madre soltera, se explayara públicamente en temas como las pasiones y las sensaciones. Eran cosas que estaban perfectamente aceptadas en un poeta pero no en una poetisa.
Pero su talento y obstinación dieron sus frutos y se abrió camino en el mundo de las letras e integró varias tertulias de escritores y artistas, la más prestigiosa “La Peña” que funcionaba en los sótanos del Café Tortoni y era liderada por el pintor Benito Quinquela Martín, a la misma asistían entre otros Alfonsina Storni, Raúl González Tuñón, Juana de Ibarbourou, Juan de Dios Filiberto, José Ortega y Gasset, Florencio Molina Campos y Horacio Quiroga entre otros. Las veladas de La Peña incluían la lectura de poesías, el estudio del tango y la presentación eventual de afamados artistas y escritores como Carlos Gardel, Roberto Arlt y Lola Membrives.
En 1935 Alfonsina era una escritora de éxito y absolutamente reconocida pero comenzó a tener problemas de salud, le diagnosticaron un cáncer de mama y fue operada. Se trasladó a la ciudad de Córdoba y a Mar del Plata en busca de climas que beneficiaran su recuperación. Cuando todavía no estaba totalmente repuesta recibió una noticia muy dolorosa, Horacio Quiroga, su amigo y compañero de La Peña se había suicidado al enterarse que tenía un cáncer gástrico.
Su salud mental no estaba bien, entraba en pozos depresivos de los que le costaba recuperarse, en octubre de 1938 viajó a Mar del Plata y se alojó en el hotel San Jacinto, según cuentan trató de averiguar sobre dosis mortales de calmantes y hasta intentó comprar un revólver. El 24 de octubre envió una carta a su hijo y un poema al diario La Nación y escribió una nota que dejó en el escritorio del cuarto que ocupaba, simplemente decía: “Me arrojo al mar”. Salió del cuarto a la 1 AM y se dirigió a la playa denominada San Sebastián, caminó hasta la punta de la escollera y se arrojó a las aguas.
En ese lugar sus amigos hicieron colocar un monumento en su honor que mandaron a esculpir en una roca de granito.
La poesía que Alfonsina Storni envió al diario decía:
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste,
todas son buenas, bájala un poquito.
…ah, un encargo,
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido.
¡Felicitaciones!
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Atentamente
El equipo de curación del PROYECTO ENTROPÍA
hosguc siempre haciéndonos llegar las historias más resaltantes de lo que ha acontecido en este maravilloso país. Buenisimo
Mychas gracias @pastorencina. Parece que poco a poco vamos volviendo a la normalidad.
Te felicito una más de las grandes historias de un Argentino/a que logra superar todos lo escollos en su camino para llegar al logro final de la superación y el reconocimiento social gracias muy hermoso la vida de Storni , espero con ansias tu próxima historia
Muchas gracias amigo @recidenterrestre.
Que buen post, te felicito! Había escuchado la canción "Alfonsina y el Mar" y sabía que se había lanzado a el para ahogarse pero desconocía el resto de la historia. Me parece muy interesante la vida de esta poetiza que lamentablemente terminó su vida de esta manera. Saludos y gracias por tan excelentes post @hosgug
Muchas gracias @samueldc. Una gran poetisa que lamentablemente cedió a su depresión.