Me lo imagino en esa mesa camilla, apagándose, pasando sus últimos días bajo arresto domiciliario, quizá en compañía de algunos amigos cercanos. Aunque ese grito necrófilo del legionario ayudó, valga el oxímoron, a dar a luz una genialidad aún mayor: "Venceréis pero no convenceréis".
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Exacto. En ese momento de negrura sacó su genio por última vez y nos dejó una frase para la historia. Una que le engrandece muy por encima de la otra. Por eso dije en otro comentario de este post que soy un poco duro con Unamuno. Pero las espinas invitan más a la reacción que los buenos olores. Esta vez tocaba espina.