Su gran estructura y ubicación lo han situado entre los cementerios más sobre poblados del país
Una estructura imponente, de color blanco y con ventanas cubiertas por rejas negras que adornan su fachada clásica, construida en una época muy diferente en la que vivimos en la actualidad, se encuentra ubicada en la ciudad de Valencia, a pocos metros del lugar donde se presencia a diario el inicio de una nueva vida, para luego terminar como muchos, ubicado en alguna parcela donde el cuerpo podrá descansar eternamente en paz.
A su alrededor se encuentran aproximadamente unos 50 locales comerciales que ofrecen un gran abanico de arreglos florales, coronas, jarrones de vidrio decorados con cruces en relieve, estampillas de santos milagrosos, entre muchos otros, que para quienes las adquieren buscan llevar color al poco alegre y monótono clima que en aquel intimidante recinto público abraza al visitante.
El cementerio Municipal de Valencia esconde más que los restos humanos de personas que perdieron la vida por causas diferentes, ya sean naturales, por inseguridad, por cuestiones de la vida o porque ya su tiempo en este plano terrenal había caducado.
Largas hileras de cruces blancas desgastadas, ángeles en distintos tamaños diseñados en posiciones muy variadas, grandes panteones familiares, nombres que no todo el mundo reconoce, pero quien si lo hace no duda en lamentar su partida, maleza y moho en muchas de las lápidas de granito abandonadas, son algunos de las características que se ven desde la entrada lateral derecha, dando la bienvenida al silencioso cementerio valenciano.
Profanando la muerte
La profanación no es más que las acciones dañinas que un grupo de individuos o un solo individuo realice a las tumbas, con el fin de obtener algo preciado para ellos, ya sea alguna prenda de valor con la que hayan decidido enterrar a la persona fallecida, algún adorno de bronce o de oro que lleve puesto el ataúd, o para llevar a cabo, por medio de rituales de santería o magia negra, actos que profanen el estado de quietud de éste.
Ningún cementerio se salva de sufrir profanaciones por quienes buscan realizar acciones con fines hacia la santería, mismo que ha llevado a alertar, desde hace muchos años atrás, a los cuerpos de seguridad del municipio Valencia, para impedir y castigar a quienes de forma ilegal y en la oscuridad que les brinda la noche, se dirigen a perturbar el descanso eterno.
Lisbeth Toro, supervisora del cementerio Municipal de Valencia, no recuerda una anécdota en particular referente a estas acciones, por lo que cada vez que encuentran una tumba profanada, cuando abren sus puertas en horas de la mañana, para ella y los trabajadores del cementerio se ha convertido en una situación muy común, por lo que cada profanación que presencian es tan similar como la anterior.
Cráneos, costillas, dedos y manos, incluso esqueletos completos, son despojados de sus ataúdes y el personal del cementerio debe ser testigo de las escalofriantes escenas de quienes llevan a cabo estas acciones. Sólo para el período Julio – Agosto de 2016, fueron profanadas un aproximado de 42 tumbas, así lo confirmo Juan Carlos Contreras, director de Servicios Públicos de la Alcaldía.
En cuanto al material usado para decorar los ataúdes que es extraído de las tumbas, es revendido en el mercado negro con el fin de obtener dinero fácil, multiplicando la epidemia social entre los ciudadanos valencianos que se lucran despiadadamente de la ejecución de esos actos ilícitos.
A pesar de encontrarse sobre poblada, en miras de expandir sus tierras para ofrecer más fosas y permitir una mayor afluencia de entierros en el estado, sigue siendo la opción número uno, en el campo público, para dar a quienes ya no se encuentran de forma física entre nosotros, un espacio donde puedan vivir su descanso eterno y donde el resto pueda llorarles en paz.