Una buena gestión educativa implica tener claro qué es Educar.
Dar una definición del término educar, en lo particular me parece un trabajo que merece la inversión de un tiempo considerable para investigar, leer, reflexionar sobre las propias experiencias educativas, ver la realidad de las organizaciones que se encargan de ello con la finalidad de emitir un juicio completo, profundo; sin necesidad de rebuscarse y que se encuentre lo más cerca de la realidad, una definición objetiva que describa no sólo mi significado de educar sino lo que debería ser en sí mismo, para luego describir y establecer cómo esta definición determina la forma en que se gestiona el proceso educativo en la escuela; ya que no se pueden establecer estrategias y métodos sin tener claro qué es educar, de eso no me cabe la menor duda.
De acuerdo a lo anterior, iniciaré con las primeras palabras de López (1979), mencionadas en el libro Educar es liberar, que en lo particular me parecen pertinentes:
“El concepto de ‘educar’ es extraño a la mente del hombre de hoy. Aún más: ¡es extraño hasta para los educadores!” (p. 11).
Aunque parece una opinión bastante radical y drástica creo que es así, los educadores no tenemos bien claro o tenemos un concepto errado de lo que es educar, por lo cual en relación a lo mencionado en epistemología, sería una de las razones por las cueles el sistema educativo venezolano vive en una constante ‘crisis’ o ‘caos’, porque las mismas personas encargadas de llevar a cabo el proceso no saben realmente qué es educar; en otras palabras una cosa es hacer las cosas y otra muy diferente saber por qué se hacen las cosas.
En lo particular, y desde mi propia experiencia, mi definición o concepto de educación ha sido todo un proceso de construcción continua entre el aprendizaje adquirido dentro de las aulas y el quehacer mismo como docente, es decir, he venido de pensar (y practicarlo de esa manera) que educar simplemente era el proceso en el cual se establecían un conjunto de contenidos, implementado mediante mecanismos específicos, para que los estudiantes lo entendieran y comprendiera. Sin embargo, esta concepción de la educación ha ido cambiando hacia la comprensión de que el centro del proceso educativo es y son las personas, por lo cual la ejecución de las estrategias deben ir en consonancia no en ver al estudiante como un vaso vacío sino como una persona y como tal debe ser considerada, tal como menciona Morín (2000) en su libro Los sietes saberes necesarios de la educación del futuro:
“La educación del futuro deberá ser una enseñanza primera y universal centrada en la condición humana” (p. 51).
Por lo que como educadores tendremos que clarificar y conocer qué es lo humano; respondiendo a interrogantes fundamentales como: ¿Quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿hacia dónde vamos?
Otro aspecto que determina mi definición propia de educar, y que debería tomar en cuenta cualquier educador es la pregunta ¿qué clase de persona quiero formar?, una aproximación a esta respuesta, centrada en el carisma de la institución en la cual trabajo, sería lo descrito por Asiain (2007), en su libro Cartas para un colaborador escolapio:
Una persona libre.
Una persona dueña de su vida.
Una persona capaz de desarrollar sus facultades.
Una persona emprendedora en su trabajo.
Una persona con capacidad de superación.
Una persona espiritual.
Una persona solidaria, que luche por los demás.
Una persona que trabaje por el bien de la sociedad.
Una persona que en su vida fuese verdadero educador, porque iría destilando lo que aprendió para transformar su entorno. (p. 80)
En definitiva, educar tiene una connotación fundamental propia de su raíz ‘Exducere’ en el cual debemos implementar estrategias para que el estudiante descubra primero su ser y tenga claro hacia dónde se dirige sino se logra esto de nada servirían todos los contenidos o aspectos que pudiesen desarrollarse en el aula y por otro lado, la connotación del ‘Educare’ ya que debemos ser acompañantes de este proceso.
En este punto, como educadores, seríamos los garantes de ser la fuerza dinámica descrita por Newton en sus leyes, capaces de hacer que nuestros estudiantes se pongan en movimiento, positivamente hablando, en movimiento hacia el descubrimiento de su propio ser como personas.
La educación debe ayudar a que el estudiante se descubra a sí mismo.
La educación tiene una dimensión claramente de trascendencia, que va mucho más allá de dar una clase magistral en un aula. Como dice una frase que leí en las redes sociales:
“Enseñar tiene que ver con saber, y educar tiene que ver con ser”.
Ahora bien, toda esta visión de lo que es educar nos lleva a interpelarnos cómo es y qué es la gerencia de los procesos educativos, cuyos alcances son señalados por Rodríguez (2014):
La gestión, nacida de la administración empresarial se ha convertido en el eje de cambio en las instituciones. Todo proceso posible de ser identificado, clasificado y estudiado tiene que ser gerenciado. La excelencia, la calidad total, el logro del cero defecto, los círculos de calidad, la planificación por proyecto, la autonomía, el liderazgo, la innovación, hacen parte de los aspectos que forman la gestión. (p. 3).
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