Camino angustiado por las calles inundadas de gente con rostros grises que vociferan palabras soeces que inquietan. La desesperación me atrapa. No sé que hacer. Los rostros me aturden incesantemente. La claridad que deseo, al parecer la han secuestrado.Los grises deambulan desesperanzados. Me pregunto: - ¿Qué ha pasado con ellos?
...Mi mirada se entrecruza con la de uno de ellos. Era un hombre casi en los huesos. Pero no era como los otros. Aún le quedaba un celaje de esperanza. Cuando me le acerco quiere escapar. Sin embargo, logro tomarlo del brazo enclenque. La incesante lluvia imprevista se une a la acción. Todos corren. desaforados y dejan un río gris con olor excremento.-¡Dios mío que es esto!
Parece interminable. Se oyen gritos. Todo es confuso. Se me nubla la vista y siento un calor tan fuerte, que parece que me va a calcinar. La sudoración me ahoga y caigo desmayado en el asfalto caliente.
... Ahora oigo zumbidos y ruidos agradables. Abro a cuenta gotas los ojos y descubro el lienzo natural más perfecto que el hombre ha creado. Una hembra exquisita me invita a recorrer el extenso lugar. Lo que más me impresiona son las expresiones y el brillo de las miradas de los habitantes de aquel lugar. Sobre todo, la de las mujeres y los niños. Una de ellas, Rosalinda. Una dama de velo blanco que se me acerca y dice: -¡Eres bienvenido, a la cena de los deseos! Su voz me parecía conocida. Me llevan al mesón de las delicateces y veo mi vaso de aluminio en el centro de la mesa, con una marca de pintura blanca que yo mismo le hice. ¿Qué era esto!- Pensé-. Nos sentamos y en la punta derecha de la mesa estaba sentada mi madre. Comienzo a llorar. Todos centran su mirada en mí: -¿Qué te pasa? Gritan al unísono. Me levanto angustiado y me le acerco a la señora. Y nos damos un abrazo indivisible. La matrona dice: -¿Por qué tardamos tanto en reencontrarnos? -Todos los días ponía tu vaso lleno de leche fresca en el centro de la mesa, con la esperanza de verte tomándolo sorbo a sorbo. - Aunque mi deseo se ha cumplido, ha entristecido a otros: Me dijo con voz melancólica.
...Camino, por este lugar y disfruto las imperfecciones y la forma única de los seres humanos. Ahora todo es frío.