La lengua
¿Cuántos estallidos de estrellas fueron necesarios para dar a luz a la lengua posibilitadora de efemérides? ¿Cuál fue el primer grito desencajado que se tornó en melodía? ¿En qué preciso momento el rugido transmutó su violencia, innovándose en un alarido de palabras? ¿Cuál fue la primera agonía corolaria de las incipientes preguntas sin respuestas? ¿De qué desliz nació la primera contradicción? ¿Cuántas imprecisiones fueron necesarias para que floreciera la poética?
El primer histrión nació en el umbral en el que se reconoció la posibilidad de modular la voz. De ahí, el primer extranjero, desconociéndose en su propio sonido: el primer desdoble, el primer dios... En fin, tras bastidores la lengua desencadenaba el apocalipsis, sin que el telón de los labios abriera la obra.
James R. Cantre
Shanghái, China