Entre tantos valores que se han estado desvaneciendo a medida que se suceden las generaciones, existe uno con el poder necesario para contrarrestar el daño que inconscientemente le han generado a nuestra existencia nuestros ancestros. Ese valor es la SOLIDARIDAD.
La solidaridad se encuentra amenazada por la lucha inclemente que libran día a día los seres humanos por una cuota de poder; el deseo del enriquecimiento desproporcionado que se inculca a través de las nuevas generaciones, ignora el pesar ajeno.
Atrás quedaron los ejemplos de seres humanos maravillosos que se llenaban de gloria y reconocimiento por su calidad humana. Incluso, la juventud ha optado por cambiar a sus ídolos generacionales, mientras en otros tiempos se crecía admirando a Superman por salvar al mundo, ahora admiran a personajes que solo se han preocupado por conquistarlo.
En estos tiempos, Bolívar hubiese resultado un imbécil, sin seguidores e incapaz de convencer a un pueblo, mientras seguramente un Hitler sería admirado por su poder.
Es hora de despertar, debemos recuperar el valor de la solidaridad, debemos enseñarle a nuestros hijos a quien hay que admirar, y es de admirar el hombre por su calidad de ser humano, no por su capacidad de ostentar.
Solo recuperando el valor de la solidaridad podremos luchar por estabilizar los problemas de cualquier índole, entendiendo, que entre todos será más fácil generar felicidad a nuestra sociedad.
