HERCOLUBUS EN EL SIGLO 21
Hércules, en su segunda llegada de su Hercólubus le toca vivir una nueva adaptación planetaria en Caracas Venezuela, se refugia en el cerro El Avila alimentándose de las frutas que dejan los santeros cubanos en sus ofrendas, mientras su cuerpo se adapta biológicamente, son más de 70 horas terrestre de sueño y vigilia ya que su planeta al ser más grande, los días son más largos y la fuerza de gravedad es mayor.
En esta ocasión no le va a ser fácil mezclarse entre los terrícolas caraqueños, emigrará hacia los llanos venezolanos para imitar a los chupa cabras en busca de proteína, luego se le detectará en las minas de Guayana buscando el preciado oro y así comprarse un pasaporte para seguir hacia las selvas del Ecuador en busca de la tecnología dejada muy oculta por sus antepasados atlantes.
Con esa tecnología seguirá el proyecto de investigación y rastreo genético entre los latinos aun no contactados, se dice que en esos genes está la marca del linaje del antiguo pueblo separado luego del último cataclismo; los otros hermanos planetarios ya llevan algo adelantado, pero el trabajo de Hércules en esta oportunidad será uno solo, la de reunir en una sola familia a toda esa semilla de humanos que en una oportunidad fue sembrada y nunca cosechada.