El viejo y sabio Taz.
—Joaquina tu método es el peor sólo me tomaron fotos. Esos sí, me divertí con papá y mamá, pasamos un día genial, pero no me entendieron nada— dijo frustrado. —Ustedes no saben nada, ahora no podré jugar nunca más con las aves.
El pequeño arrancó a llorar sin consuelo. Mamá lo tomó en sus brazos. Pudo calmarlo poco a poco con mimos y algunas galletas.
Un rato después, cuando estaba más sereno, se dispuso a jugar en su cuarto. Taz se acercó lentamente, se echó a su lado como era su costumbre.
—Pequeño Lucas, sólo te he observado estos días y créeme, nada vale lo que estas sufriendo. Tienes cosas muy valiosas en tu vida, estamos nosotros que somos tus hermanos y amigos, tus padres y familia que te aman mucho. Esa paloma abusiva no tiene derecho a manipularte. No caigas en su juego, párate firme y dile a esa ave calculadora, que si no se conforma con tu amistad no venga más. Ni ella, ni sus amigos. Además, tengo muchas ganas de pegarle un mordisco, así que es mejor que no aparezca. Dile que no te hace falta y que no te vas a dejar manipular nunca más por ella—, le aconsejó pacientemente entre uno que otro bostezo.
Lucas lo escuchó sorprendido y obediente. Decidido salió al patio a hacerle frente a Edgar.
Así lo hizo el pequeño Lucas. Le dijo que no le daría ni una miga más; que le daba su amistad sin nada a cambio, era su decisión si lo tomaba o lo dejaba.
La paloma se burló de él y dijo que nunca más la vería y que jamás un ave volvería a visitarlo.
Mayo llega en mayo
A final de la tarde vino de visita su tía, con la que Lucas jugaba y se divertía muchísimo. Pero esta vez algo despertó su curiosidad. La tía traía una cajita en su mano con hoyos alrededor.
—Lucas te traje un regalo, en realidad es un regalo para toda la familia, pero en especial para ti. Encontré este lorito en la cera que está fuera de mi casa, tiene la pata herida, pero está muy bien de salud. Al parecer se cayó del nido y ahora necesita un hogar—, le explicó su tía.
Sus ojos azules volvieron a brillar con una chispa eléctrica. Estaba tan emocionado que reía y quería tocarlo y abrazarlo, pero no podía porque el lorito era un pichón muy frágil aún. Su mamá también estaba feliz porque, al igual que el pequeño, amaba los animales.
—Que hermoso lorito, y ya que estamos en el mes de mayo, pongámosle de nombre: Mayo. Vamos a cuidar bien de él cada día hasta que esté fuerte y grande para volar. Será su decisión si quiere quedarse, porque las aves tienen que estar en libertad. También se me ocurre que sembremos un árbol de mangos en el patio para que Mayo viva y tenga una deliciosa fruta para alimentarse—, dijo Mamá.
Fin
Para leer la primera parte, haz click aquí.
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Adoro los finales felices :') al final fue Edgar el que quedo solo y lucas con un nuevo amigo xD. quedo muy buena la historia :D
Gracias por detenerte a leer. Saludos.
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