La noche estaba oscura y una fuerte brisa alboroto las hojas caídas de los árboles en el jardín, levante la vista del libro que leía bajo la luz del porche y cerré los ojos por un momento, era tarde, estaba cansado y hacia frío. No se como me quede dormido, cuando de pronto llego a mí un fuerte bullicio desde donde los árboles formaban un espeso matorral en el jardín.
Asustado dirigí la vista hacia dónde provino el ruido y no observe nada, me acerque un poco más; sigilosamente aparte algunas ramas y entonces lo vi, el tenía los ojos entornados lo cual no impedía que le brillaran malignamente en la oscuridad, la tenía hipnotizada y ella, aunque inquieta no hacía nada por defenderse, no sé si los dos notaron mi presencia o no les importaba que hubieran testigos de la masacre que se acercaba.
Me quede ahí, sin hacer ruido, sin moverme completamente atónito por lo que iba a presenciar, ella miraba a la muerte acercarse y estoicamente la aceptaba, permitiría tranquilamente que él le arrebatara la vida sin defenderse, asumiría su cruel destino.
Sabiéndose amo y señor de la situación, actuaba sin prisas, paso a paso se acercaba, jugando con el miedo de ella, disfrutando con su temor hasta que se cansó y se dispuso a cumplir su trabajo, hacer que la muerte se apoderara de ella.
No tuve reacción, solo mire cuando ágilmente salto sobre ella tomándola por el cuello y en un último esfuerzo ella trato de defenderse emitiendo un agudo chillido que no le sirvió de nada, sin ninguna compasión la sacudió de un lado a otro, arrebatándole el aliento en un instante.
Ya el trabajo estaba hecho, la soltó de sus colmillos y la sujeto con sus garras disponiéndose a disfrutar su festín.
Que mala suerte de esa pobre rata venir a toparse con mi gato hambriento en mitad de la noche.