Miraba a Patricia casi todos los días al salir de clases en la universidad, y como no mirarla, siempre vestida de negro, con zapatos raros puntiagudos, ropa de cuero, encaje y terciopelo, realzaba su figura con collares y figuras de cráneos y cruces. Esta indumentaria más un piercing en su labio inferior, creaban en conjunto un efecto macabro y espeluznante que me causaban una ola de escalofríos, pero a la vez me atraían de manera total, y ella se había dado cuenta del efecto que causaba en mí, pues se daba a la tarea de saludarme y sonreírme cada vez que notaba mi presencia.
Y es que en líneas generales esa mujercita, era una belleza, tenía unos ojos azules y una boca pequeña con labios gruesos siempre pintados de color oscuro, que resaltaban sobremanera, más aun en esa carita blanca, rodeada de un cabello liso eternamente negro.
Al principio, nada más mirarla me asustaba, pues confieso que soy un cobarde sin remedio. El solo pensar en fantasmas, brujas, aparecidos y todo lo que tiene que ver con ese género me aterroriza y Patricia me recordaba a los seres maléficos de las películas de terror.
Sin embargo pudo más la atracción que el temor que inspiraba en mí esa hada maligna. Y una tarde, al verla sola me le acerque y la saludé, ella me respondió con un hola y una amplia sonrisa, dejando al descubierto una hilera perfecta de dientes blancos que termino de espantar mis temores.
Conversamos un poco y quedamos en vernos al otro día. Esa noche no la pude sacar de mi mente, deseando que el día pasara rápidamente, y así volver a encontrarme con ella.
En la tarde siguiente, apenas salí de clases, corrí a su encuentro en el sitio acordado, ella ya estaba esperando y me recibió con un beso en la mejilla y la sonrisa que me desnudaba, hablando del día nos fuimos a tomar un café y hablando tonterías se nos fueron las horas y así por varios días sucesivos y mientras más tiempo pasaba con mi “brujis”, más me enamoraba.
Una noche fuimos al cine, y antes de entrar, con las piernas temblando le declare mi amor, ella me escucho y con su amplia sonrisa me dijo, ¿yo no sé qué estabas esperando?. Y me beso como nunca me habían besado en mi vida y yo más contento que niño con juguete nuevo pensé, lo logre ya me pertenece, ahora si es mi “brujis”.
Hacíamos todo lo de un noviazgo normal, salíamos a la playa, al cine, paseábamos por el parque, peleábamos y luego nos reconciliábamos y yo feliz con mi “brujis” y al parecer ella feliz conmigo.
Una tarde, después de una apasionada cesión de besos y caricias en un rincón alejado del parque, me dijo; mis padres salieron por unos días, vamos a mi casa, y con picardía, pensé, por fin.
Su casa quedaba en la zona más antigua de la ciudad, casi en pleno centro, llegamos y me dio un refresco, todo normal hasta que me invito a su cuarto, al traspasar la puerta, entramos a su mundo, totalmente sorprendido, miraba a todas partes.
Ahí casi todo era negro, las cortinas, las paredes, los adornos, cruces y figuras de calaveras por todos lados, un látigo rodeado de unos murciélagos de metal en una pared y unos extraños frascos que sabe dios que contenían y por supuesto yo no quería saber, en conjunto aquello era tétrico y para completar coloco un ruido ensordecedor, al cual ella llamaba música y que después me entere que era rock gótico, en fin estaba asustado y no quería que ella se diera cuenta, solo me mantenía allí por las ganas que le tenía a Patricia y no quería perder esta oportunidad
Nos besamos y acariciamos con ansias y poco a poco el deseo se hizo dueño de nuestras mentes y cuerpos, la ropa voló por todas partes y pude observar a plenitud el cuerpo esplendoroso de aquella excepcional mujer y la desee con más ganas, de pronto se separó de mí y observándome dijo, debemos parar, me hice una promesa y la voy a cumplir solo seré tuya sobre una lápida de mármol en un cementerio, al escuchar aquello me sobresalte y exclame ¡tú estás loca, se te ocurren unas cosas¡, eso no va a pasar.
Esa diablilla sabía que me tenía en sus manos y mientras se vestía me dijo, en tres días es mi cumpleaños habla con el cuidador del cementerio viejo para que nos deje entrar esa noche y podrás satisfacer tu más anhelado deseo, ahora debes irte o volveremos a perder la cabeza.
Salí de esa casa aturdido, confuso y con la sangre hirviendo, pase toda la noche pensando y no pude encontrar una respuesta al comportamiento de Patricia, el deseo se había apoderado de mí, desplazando al sentido común de mi mente.
Al otro día como si nada hubiera pasado me saludo con un apasionado beso y tomados de la mano caminamos hasta el parque, no me atreví a decirle nada y ella tampoco hizo referencia, al llegar la hora de despedirnos me dijo, mañana no podemos vernos tengo que hacer unos preparativos, prepara todo y pasado mañana a las once me pasas buscando por la casa, te estaré esperando y como siempre me beso y antes de que pudiera decirle nada se fue.
Me quede perplejo, ella estaba tan segura y yo no encontraba que hacer, al final me decidí y apartando mis temores hable con el señor que cuidaba el cementerio explicándole claramente la situación y después de reírse de mí accedió a darnos permiso.
Llegado el día mi padre me presto su automóvil y me dirigí a buscar a Patricia a su casa. Ya me estaba esperando, me saludo como siempre y subió al auto con un bolso que parecía pesar una tonelada. Llegamos al cementerio y el señor estaba en la puerta, nos recibió con una sonrisa que me puso más nervioso de lo que estaba, ella tomo mi mano y con seguridad entro conmigo casi a rastras pues mi sentido común le estaba ganando a la locura.
Dócilmente y con su bolso a cuestas me llevo hasta una tumba grande y empezó encima de ella los preparativos, saco una manta con una estrella, encendió unas velas, colocó unas figuras y saco los frascos que tenía en su cuarto, esparciendo unos polvos por aquí y por allá.
A medida que la veía hacer, mis miedos y fobias se iban apoderando de mi ser, por todas partes miraba figuras fantasmagóricas y cualquier ruido me sobresaltaba, pero ya estaba ahí y no había vuelta atrás o sí. Empecé a pensar cosas y me preguntaba;
¿Y si Patricia era en verdad una bruja e iba a practicar un conjuro conmigo?
¿Cómo me había metido en ese embrollo?
¿Por qué ella estaba tan segura en ese ambiente?
Sumido como estaba en mis pensamientos no me fije en que ella había terminado sus preparativos y estaba parada frente a mí, con voz suave me dijo llego la hora, quiero ser tuya y en ese preciso momento empezaron los rugidos y ladridos, acompañados de una brisa fuerte y fría que apago las velas, envolviendo todo en una espesa penumbra.
Y no aguante más, mi valentía se desvaneció por arte de magia y raudamente el miedo se apodero de mi cuerpo. Tome a Patricia por el brazo y casi la arrastre hacía la salida, sin aliento llegue al auto, temblando abrí la puerta, empuje a mi “brujis” dentro y a todo lo que daba el auto salí de ahí, no sin antes escuchar las risas del viejo cuidador, el cual se encontraba rodeado de varios perros.
No me hablo, ni una palabra de regreso a casa y yo apenado no sabía que decirle, al llegar rápidamente se bajo del auto y sus palabras fueron ¡eres un cobarde!, dejándome solo en mitad de la noche y terminando así mi aventura gótica.
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Hola, Hola...
jajajajaja me dio mucha risa tu post ya que a mi me gustaba una chica asi hace años, no se si es cierto el relato o no pero se que puede pasar.
Me gusto post lo que tienes que estar pendiente es de la ortografia , Saludos.
Nota: "mas sin embargo" esta mal escrito o es mas o es sin embargo nunca lo uses juntos.
muchas gracias, sobre todo por la corrección.
excelente post.... me pareció una buena historia... cosas que suelen pasar... te invito a pasar por mi blog si lo deseas...
Gracias por su tiempo,
de nada....