Existen hechos que de verdad sobrepasan mi capacidad de entendimiento, personas que se dicen católicas de cuerpo y alma, que andan con la palabra y obra de Dios en los labios a cada instante, que asisten a misa regularmente y hasta la ostia degustan con infinito placer, creyéndose más portadores de la palabra de Dios que el mismo Jesucristo.
Hasta ahí todo bien, pero basta que soplen los primeros vientos de tormentas, que Papa Dios este ocupado en otros menesteres y no responda a sus plegarias para que enseguida y sin disimulo alguno miren hacia el otro lado y emprendan el camino sin retorno de la hipocresía, dejando que la maldad tome asiento en sus corazones. Cruzan la frontera de lo divino y se adentran en el bosque oscuro de la ignorancia perdiendo de esta manera la cordura y el sentido común.
De forma cínica y descarada tienen en sus casas altares dedicados a todo tipo de ídolos y santos de creencia popular, que si María Lionza, Negro Primero, la india Yarubi, y pare usted de contar. Y los que no tienen altares visitan habitualmente a los curanderos, brujos o cualquier otro nombre que usted desee darles, ahí buscan la cura para sus males, el regreso del amor que se fue, la cura del mal de ojo, el trabajo para la vecina que la mira mal, el amarre del esposo o esposa y así muchas peticiones que rayan en lo absurdo e ilógico.
Dueños de una infertilidad mental estas personas no entienden y no adquieren conciencia de lo peligroso que es jugar para ambos bandos y no perciben como sigilosamente la ruindad va vaciando su existencia, entregándole su alma al ser oscuro, al amo del infierno.
Estos seres desconfiados que solo miran maldad y traición en todas partes que actúan únicamente para el beneficio propio, pareciera que se mienten ellos mismos para ocultar la realidad, y a pesar de que saben que sus actos están reñidos con los principios católicos creen tener la razón y están seguros que Dios con su infinita misericordia los llevara al reino de los cielos o sea creen que dios es bobo.
Cuan equivocados están, yo creo que hasta Dios se cansa de estas personas que ponen en riesgo la salvación de sus almas y que creen firmemente en salir ilesos e impunes de lo malo que hacen en la tierra y que por más que recen y se encomienden a los santos no tendrán salvación alguna pues su crueldad y vileza reflejan lo que en verdad llevan por dentro.
En resumen, soy un fiel creyente de lo que se hace mal en la tierra aquí mismo se paga, de que en la forma en que actuemos de esa misma manera nos recompensara la vida y que la felicidad y la paz espiritual debemos construirla poco a poco a través de nuestros actos.
No le demos espacio a la mediocridad, hagamos el bien sin esperar nada a cambio.