El Enigma de Baphomet. Novela. (62)

in #spanish7 years ago

—Si tu abad tiene el documento, allí esta todo especificado: 23 cántaros de agua hirviendo y 27 de agua fría, 9 toques de azafrán de Persia, lo que cupiera entre los dedos índice y pulgar, mientras se reza un paternóster. Si el agua no queda bien dorada, se le añaden más toques de azafrán hasta que quede del color del atardecer en las aguas del cuerno de oro de Constantinopla. Pero, para ajustar la temperatura exacta, hay que haber metido el codo en las vísceras de un ser humano, y yo lo había hecho con muchos cadáveres recién muertos en los campos de batalla. Es necesario estar muy seguro de poner el agua a la misma temperatura que las vísceras humanas. Hay que haber metido muchas veces el codo entre las tripas y saber cuál es el calor que dan exactamente. Eso sólo lo podemos hacer quienes no tenemos escrúpulos y hemos estudiado para ser médicos. Hay que usar el cuartillo; 32 cuartillos hacen un cántaro... Y hay que ir ajustando cuartillo a cuartillo de agua caliente y fría. En esta ceremonia tardé un buen rato.
—Y mientras tanto, ¿no rezabas paternóster?
—Cuando trabajo, sólo bisbiseo para que parezca que rezo. No es momento de rezar cuando uno está concentrado en el trabajo.
A Nogaret aún le quedaba un hilo de vida. Todavía sudaba chorros. Cuando lo metieron en mi agua, rezamos todos, y a los 18 paternóster ya abrió los ojos levemente, con gran regocijo de todos.
La operación continuó durante todo el día manteniendo el agua dorada a la misma temperatura. Mezclando agua fría y caliente con el cuartillo y el azumbre, según las instrucciones que había aprendido en Persia al lado del mar Caspio. Al día siguiente, ya en el lecho, le di de beber un caldo de gallina persa templado y una tortilla de un huevo de gallina de la granja del castillo. Esto lo tomaron por escrito los escribanos y lo divulgaron, y ya desde entonces, al haber sido el alimento que resucitó al ministro del Rey de Francia, se les recomendó a todos los enfermos: caldo de gallina persa con tortilla de Francia, como el mejor de los reconstituyentes.
—¿Todo lo que sabes lo aprendiste en Persia?
—No. A los quince años entré en la escuela de Salerno,

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(Tomada de: https://es.wikipedia.org/wiki/Escuela_Médica_Salernitana)

y allí aprendí seis años con el mejor físico de aquella escuela. Allí aprendí que sólo por experimentación se avanza en medicina y hemos de olvidar totalmente todos los viejos agüeros y no rezarle a Dios para curarse, porque Dios no se mete es estas cosas. Milagros, lo que se dice milagros, sólo los hacía Jesucristo.
—Eso raya en la blasfemia. Tienes que ocultar ese pensamiento. Dios hace milagros curando a los enfermos, rezándole con fe.
—Por eso sigo usando siempre distintas oraciones como medidas del tiempo para aplicar diferentes ungüentos: unas veces 63 padrenuestros; otras, tantos credos como exija la duración del proceso, dependiendo de la dolencia.
Al cabo de otros 36 paternóster rezados, el ministro Nogaret fue despertando de su sueño y pronunció las primeras palabras. Los cortesanos rezaban con devoción y recogimiento, creyendo firmemente que la mitad del milagro lo haría el agua roja y la otra mitad lo haría el cielo, pero los sabios persas eran paganos y no creían en los milagros. Cuando curaban enfermos, lo hacían con medios físicos, y daba el mismo resultado.
Desde ese momento se pronunció mi nombre en toda Francia y hasta Roma llegó a oídos del Papa.
Después de unos días, un emisario del Rey me trajo el nombramiento de cardenal en la curia romana. Decía que tenía plena potestad para ello, pero la curia del Papa no aceptó, negándole al Rey esas atribuciones.
Entre tanto enjuague, intuí cómo se gestaba la destrucción del Temple. Por primera vez, el Gran Maestre era tratado con algunos desaires por el monarca, y la enemistad del Rey con el Papa crecía por momentos. Mi nombramiento de cardenal de la Iglesia era sólo una pieza en la urdimbre diabólica que preparaban. Y aún más, como en un principio no me opuse frontal e inmediatamente sino después de largas meditaciones, lo peor es que la pretensión del Rey era que me nombraran Papa y, así, tenerme a su lado para testificar en contra del Temple y poder usurparnos legalmente todas las propiedades, pues en aquel momento, nos adeudaba más de lo que valía toda Francia.
Se maravillaba el fraile aseverando:
—Querían utilizar tu prestigio para destruir el Temple.
—Evidentemente. Así fue, aunque parezca increíble. El ser humano, cuando es malo, puede llegar a los más insospechados procedimientos.
Al poco tiempo y una vez que Jacques de Molay había regresado a Chipre, repuesto Nogaret de sus calenturas, se juntó con su amigote Colonna y juntos viajaron con sus huestes a Anagni, donde veraneaba el Papa Bonifacio VIII, y, con la mano enfundada en un guante de malla de hierro, Colonna le dio tal bofetada que lo tiró rodando por los escalones del trono y ya no recobró su sano juicio, pues se había dañado el cerebro en la caída.

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(Tomada de: https://es.wikipedia.org/wiki/Bonifacio_VIII)

Conque recibí en París a un emisario del Vaticano para comunicarme que me personara en Roma para curar al Papa.
Al cabo de seis días llegué a sus estancias de Roma, adonde lo habían trasladado, y ya no decía más que incongruencias. Al verme a su lado me imaginó un animal con rabo y me decía sin parar: “retro, retro”. Quería decir que nos apartáramos, que lo que quería era una doncella que lo acariciara. Y por pudor no sigo contándote puesto que te escandalizaría. Al final, cuando agonizaba, rechazó la comunión. Con alaridos sibilantes, tapando la cara con el envés de sus manos, con ojos de espanto y dedos en garra, rehusó la extrema unción de los enfermos.

Sort:  

Me gusto mucho la parte donde hablan de rezar con fe .jeje que cansancio rezar tanto .tantos padrenuestros juntos .me recordo a mi madre esta novela

Es novela histórica.

Si .lo lei pero tome una parte de lo escrito para opinar .lo relacione con mis gustos y anecdotas

Es una novela para leer en papel, y no por entregas.

Bien dicho .tienes toda la razon

Amazing art, keep sharing