Ayer volví a mi taller de pintura y lo encontré destartalado. No había nada en su sitio, según yo lo había dejado. La verdad es que parece que fue ayer, pero si echo cuentas igual me salen varios años. La mesa estaba vacía, los cacharros desaparecidos, el caballete plegado, y el cuadro empezado en un rincón. Alguien hizo limpieza y pretendió ordenarlo, pero me lo “descantramilló” todo. Ni el tarro de arroz, ni el resto de botellas y vasijas.
Por supuesto las frutas. Busqué por toda la casa y no encontré más que el cantarillo.
He sacado de los cajones los óleos y los pinceles con otros archiperres como trapos, un mantel viejo y un metrónomo. El resto, todo se fue a la basura. He optado por hacer un estudio de luz de frente, de lo que recuerde del modelo, con espátulas en vez de con pinceles. A ver qué sale... Todavía queda algún óleo útil a pesar del tiempo....He vuelto a colocar todo lo mejor que he sabido. Habrá que dejar de escribir un poco que se airee la mente...
Aunque no me dedico al arte, es una actividad muy bonita. Me gusta admirarla.