“Ella le preguntó: ‘¿Por cuánto vendes estos huevos?’
El viejo vendedor le dijo: ‘A $ 2 pesos por huevo, señora’.
Pero ella le contestó: ‘Me llevaré 6 huevos por $ 10 pesos o me iré’.
El viejo vendedor respondió: ‘Acércate y llévatelos al precio que quieras. Tal vez este es un buen comienzo porque hoy no he sido capaz de vender un solo huevo’.
Se llevó los huevos y se alejó sintiendo que había ganado. Se metió en su coche de lujo y fue a un restaurante caro con su amiga.
Allí, ella y su amiga pidieron lo que quisieron. Comieron poco y dejaron mucho de lo que pidieron. Luego fue a pagar la cuenta. La cuenta le costó 1.400 pesos; dejó 1.500 pesos y le dijo al dueño del restaurante que se quedara con el cambio como propina.
Esto podría haber parecido bastante normal al propietario pero muy doloroso para el vendedor.
→ La cuestión es, ¿por qué siempre demostramos que tenemos el poder cuando compramos a personas necesitadas?
¿Y por qué nos volvemos generosos con aquellos que ni siquiera necesitan nuestra generosidad?
Una vez leí en alguna parte: ‘mi padre solía comprar cosas sencillas de gente pobre a precios altos, aunque no las necesitara. Algunas veces incluso pagaba más por ellas. Esto me preocupó y le pregunté por qué lo hacía. Entonces mi padre contestó: “Es caridad envuelta de dignidad, hijo’”.
¡Reflexionemos!
Autor desconocido. No pretendo adueñarme de la historia.
Excelente reflexión. Y plena en verdad.
Caridad envuelta en dignidad, es un pensamiento digno de compartirlo y aplicarlo.
Has compartido muy buen mensaje.
Gracias, @jngg87 :-)
Saludos, muy buen post.
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