¡tú mi fiel castigo, dame algo de beber!
No necesitas ser mezquino: tan sólo un falso galanteo
y lograrás saciar la sed.
¿Qué no eres capaz de lograr? ¡Inefable!
¿A quién no puedes asombrar?
Y mientras meditas darte en frío, me alejaré del gran vacío,
y me habré aferrado a la ilusión.
Muestra eres de la miseria que puede llegar a cualquiera;
te escabulles en la mirada más sensata que en ti se detenga,
y te embebes de su ser.
¡Me acercaré al gran enigma! ¡Es inevitable!
Y si puedo verte hacia mí acercar, caeré más aún rendido,
al abismo que consume y que al espíritu engulle en embriaguez.
Mas si no puedo ya escucharte, no podré hallar un peor castigo,
ni un mísero objetivo, ni nada en qué creer.