¡Transformemos nuestro entorno!
Por: Jorge Eliécer Navarrete G.
Cuando nuestro Señor Jesucristo hizo su aparición en el escenario de su
ejercicio ministerial, las primeras palabras que pronunció fueron:
“Cambien de conducta porque el reino de los cielos se ha acercado”
(Mt. 4:17). Desde entonces, el Mesías esperado por el pueblo judío,
comenzó a anunciar el reino de Dios entre los hombres de su entorno
misional haciendo demostración singular de los poderes transformadores
del reino produciendo sanidades, milagros, prodigios varios y
liberaciones de espíritus inmundos a cuantos estaban bajo el dominio del
mundo de la tinieblas, arrojando como resultado inequívoco que mucha
gente le siguiera en calidad de discípulos de distintas regiones de la Israel
(Mt. 4: 24,25).
Nuestro Señor dirigió su enfoque mesiánico desde una perspectiva
incluyente a toda persona que de su mundo geográfico estuviera
necesitada de la intervención soberana de Dios y su reino en su vida. De
allí que tocó distintas clases sociales, incluso, la élite religiosa de la época,
personas de diferentes niveles culturales y académicos, enfermos de
diversas enfermedades, entre otras. No obstante, Jesucristo en su
enfoque mesiánico de la misión del reino, definió ciertos grupos objetivos
de manera principal, no exclusiva, a los cuales dedicó sus mayores
esfuerzos durante su gestión misional.
Él se enfocó en los pobres, respecto de quienes declaró, según la versión
del evangelio de Lucas 6:20, que de los tales, es decir, los pobres, es el
reino de Dios. Asimismo le prestó especial atención a los grupos sociales
marginados de la sociedad judía como los samaritanos (Juan 4), los
publicanos (Lc. 19) y a los pecadores, entre los cuales destacan, de
manera preferencial,*** las prostitutas*** (Lc. 7:36-50). Por otra parte, dedicó
espacio de su ministerio a los niños (Lc. 18:15-17) y, por último, dirigió su
misericordia mesiánica hacia los enfermos y atormentados por distintos
espíritus inmundos (Mt. 9:35-38).
En fin, podemos ver un resumen de su gestión mesiánica del reino
dirigida a estos grupos target de su misión, en el relato del evangelio
según Lucas cuando, una vez entrado en una sinagoga de Nazaret, el
pueblo donde se crió, le fue entregado el libro del profeta Isaías en el
capítulo 61 donde dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por
cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha
enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a
los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a
predicar el año agradable del Señor”, afirmando, posteriormente, que
esa Escritura se había cumplido ese día delante de quienes estaban
presentes en la sinagoga (Lc. 4:18-21).
Desde la perspectiva teológica de Mateo, El Mesías redentor, mediante su
gestión misional del reino, trajo Luz a su entorno que se encontraba en
tinieblas. Así lo dijo el evangelista Mateo en una nota editorial de su
evangelio:
“Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea;
y dejando a Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima,
en la región de Zabulón y de Neftalí, para que se cumpliese lo dicho
por el profeta Isaías, cuando dijo: Tierra de Zabulón y tierra de
Neftalí, Camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los
gentiles; El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; Y a los
asentados en región de sombra de muerte, Luz les resplandeció.”
Mateo 4:12-16.
En una sola expresión verbal, Jesucristo Transformó su entorno con el
mensaje del evangelio del reino.
Tomando en cuenta este escenario mesiánico de la misión del reino de
nuestro Señor Jesucristo, La Iglesia del Siglo XXI toma sus bases
teológicas para llevar a cabo nuestra gestión misionera contemporánea.
La Iglesia del Siglo XXI está llamada a dirigir su enfoque misional a los
grupos más descalificados de nuestra sociedad venezolana, la sociedad
latinoamericana, los cuales, de manera tradicional, no han sido atendidos
consistentemente por ésta en estos espacios geográficos.
Así pues, al igual que nuestro Señor Jesucristo, precisamos tener como
grupos objetivos a los pobres, tomando de entre éstos, de manera
especial, a los que denominamos indigentes que deambulan por las calles
de nuestro país y en el continente desprovistos de toda esperanza,
anhelando que una mano amiga les ayude a salir del lúgubre hoyo en el
cual han caído por distintas circunstancias. La Visión de La Iglesia del
Siglo XXI acerca de los indigentes, seres en extrema pobreza, debe ser
convertirlos a ellos, según el poder de Dios actuando en sus vidas, en
Seres Útiles a la sociedad.
También dentro del grupo de los pobres necesariamente debemos
enfocarnos en llevar la misión del reino a sectores o localidades que
también están en extrema pobreza ofreciendo un enfoque tanto
asistencial como de autogestión con la finalidad de que salgan de esa
condición de pobreza que los mantiene inmersos en un letargo socioeconómico
de total improductividad en sus vidas.
Por otra parte, La Iglesia del Siglo XXI debe enfocarse en grupos sociales
de alguna manera marginados en nuestras sociedades como son los
hombres y mujeres con comportamientos homosexuales, prostitutas,
fármaco dependientes, neuróticos, niños en condición de riesgo y abuso
sexual, mujeres en condición de maltrato, los privados de libertad,
alcohólicos, personas adictas a la pornografía, pacientes con HIV (SIDA)
en fase clínica, entre otros.
Nuestro Señor Jesucristo se enfocó, como ya lo hemos dicho, en los
grupos sociales marginados por la sociedad judía sin menoscabo de
esfuerzo alguno en su gestión misional. Él los amó, y nos dejó con su
encomiable ejemplo el legado de atenderlos desde la perspectiva divina,
de convertirlos en Nuevas Criaturas, nuevos hombres y nuevas mujeres
quienes, a su vez, puedan en un futuro, afectar de manera positiva su
entorno con el testimonio de Jesucristo en sus vidas y labios una vez que
su historia de pecado haya sido resuelta por Dios mediante su Palabra.
Como acción consecuente, La Iglesia del Siglo XXI está llamada a facilitar
a los discípulos del reino de Dios los entrenamiento requeridos para
llevar a cabo este tipo de gestión evangelística en su localidad geográfica,
partiendo desde las bases teológicas de la misión del reino de nuestro
Rey Jesucristo hasta la modalidad estratégica de trato y acercamiento a
cada uno de los grupos objetivos mencionados en este artículo y otros
propios del entorno de cada iglesia local. El liderazgo que preside a las
congregaciones locales debe facilitar un aprendizaje, al igual como lo
hizo Jesucristo con la comunidad de fieles cercana a Él, los apóstoles, y
aquel grupo de los setenta (Lucas 9 y 10), muy al detalle de los distintos
procedimientos necesarios para llevar el reino de Dios a los corazones de
las personas que integran determinado grupo objetivo de la misión del
reino.
Es de carácter imprescindible que los discípulos aprendan a alcanzar a
estos grupos target de la misión del reino de Dios con un lenguaje fresco,
dinámico, libre de juicios y condenación pero sí con un enfoque realista
de la condición de cada grupo aunado al anuncio de la Gracia
transformadora de nuestro Dios y Salvador Jesucristo.
La Iglesia del Siglo XXI debe orquestar diferentes estrategias a fin de
cumplir con el papel que nuestro Señor Jesucristo nos estableció a través
de las metáforas de ser Sal de la tierra y Luz del mundo (Mateo 5:13-16),
de tal modo que se prevenga al hombre contemporáneo de caer en
situaciones que traerán detrimento a su vida espiritual, moral, social y
física. En tal sentido, es conveniente desarrollar campañas preventivas
enfocadas hacia problemáticas sociales que generan descomposición
social, moral y espiritual como lo son el aborto, la corrupción
administrativa (soborno, matraca, habilitaciones, entre otras expresiones
de ésta), la infidelidad conyugal, inseguridad personal, SIDA, maltrato
intrafamiliar, alcoholismo, farmacodependencia, promiscuidad en sus
distintas expresiones, pornografía, idolatría y cualquier expresión de
orden esotérico. Es de carácter urgente que La Iglesia del Siglo XXI tenga
acceso a los medios de comunicación social escritos, radiales y visuales
(TV, publicidad externa), literatura impresa, literatura digital (Internet,
celulares, redes sociales) y a través de las Estaciones de Bienestar en sitios
de alto tráfico peatonal como centros comerciales a fin de desarrollar
estas campañas preventivas y, a su vez, de saneamiento en el caso de las
personas ya inmersas en estas prácticas pecaminosas.
Trabajar con estos grupos mencionados y prevenir que otras personas
caigan victimas de estas expresiones y desórdenes espirituales, morales y
sociales engrosando las estadísticas cada día más y más, no es nada
fácil, pero, no imposible. Dios también los ama como a usted y a mí. En
nuestra condición de cristianos del Siglo XXI, necesitamos romper con
ciertos prejuicios y paradigmas que nos ponen barreras para alcanzar a
estos congéneres nuestros que se encuentran tras las rejas de lúgubres
prisiones que sólo el poder transformador del reino de Dios los puede
libertar de manera permanente.
Dios ha prometido hacer de cada persona que se acerca a Él a través de
su hijo Jesucristo un hombre y una mujer transformada, un nuevo
hombre y nueva mujer. De esta forma poder ver cristalizada una nueva
sociedad. Recuerde que Él nos dice que si alguno está en Cristo nueva
criatura es, las prácticas equivocadas del pasado quedan atrás y he aquí
todas, absolutamente todas, son hechas nuevas (2 Cor. 5:17).
Para nuestro Dios no existe condición en hombre alguno o mujer alguna
que Él no pueda transformar por difícil que ésta sea.
Desarrollar este enfoque misional urbano simplemente representaría,
seguir las pisadas de nuestro Rey Jesucristo que nos dejó para que
continuáramos con lo que Él comenzó hacer un poco más de 2.000 años
en la tierra de Israel.
Recuerde que ya nuestro Señor Jesús ya no camina sobre sus sandalias por los
caminos polvorientos de Israel, sino que constituyó a la Iglesia , la dotó
del Poder del Espíritu Santo para que ésta, que es su Cuerpo, convertido
en un gigantesco signo de interrogación hecho carne, cuestione los
antivalores de la sociedad, anuncie la Gracia transformadora del reino de
Dios y traiga libertad a los oprimidos en cualquiera de sus expresiones
contemporáneas.
Asimismo, recuerde, que esta misión no compete a ningún partido
político cualquiera sea su postura ideológica. La transformación de
nuestro entorno es, en esencia, La Misión de La Iglesia del Siglo XXI.
A una voz, ¡TRANSFORMEMOS NUESTRO ENTORNO!
Jorge Navarrete
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