El Contexto: a nivel internacional se conoce sobre las pandillas, su modus operandi y la evolución de las mismas, desde pequeños grupos hasta estructuras criminales fuertemente organizadas.
En El Salvador este flagelo persiste por décadas castigando a toda la población, en su mayoría las maras como son conocidas, reclutan niños y adolescentes quienes son los que atemorizan incluso a sus mismos vecinos.
Mi vivencia: en mi ciudad siempre se percibieron esperanzas de prosperidad y superación, pero todo empezó a cambiar cuando comenzaron a llegar los deportados, entiéndase por deportados aquellos compatriotas que por cometer delitos fueron expulsados de los Estados Unidos de América. Con la llegada de estas personas se dio inicio a la transculturización, donde muchos jovencitos admiraban la vestimenta, léxico y estilo de vida de los recién llegados.
En ese momento comenzó el reclutamiento de miembros, quienes sostenían una guerra armada con pandillas rivales, pronto estas organizaciones necesitaban recursos, los cuales obtenían violentamente de los más desprotegidos, fueron ganando territorio, hasta llegar incluso a tener muchas clicas (pequeños segmentos de la pandilla que dominan cierto espacio geográfico), imponían tributos (renta) a los empresarios y quien se resistía era asesinado.
Por inercia se vaciaban las calles a las 7 de la noche, donde nadie salía pues incluso de día asesinaban personas inocentes, y el temor de la población no les permitía socializar en las noches.
La situación era atroz, incluso las estadísticas mostraban 15 asesinatos por semana, incluso la autoridad civil parecía indefensa ante demasiada barbarie.
Un rayo de esperanza: como demente fanático, un sacerdote fue trasladado a la parroquia central, en ese momento nadie conocía de su experiencia en organizaciones de caridad, talleres de emprendimiento y una vida socialmente activa, a su llegada solo parecía un hombre mayor y aburrido.
Empezó a ayudar a los más necesitados, empresarios que lo conocían lo apoyaban, pero eso aún no era suficiente, el tomó una decisión valiente decidió celebrar el día de reyes como nunca había ocurrido, con regalos y alimentos para todas las personas que asistieran, todo parecía ir de maravilla, hasta que se anunció que ese evento iniciaría a las 7 de la noche, muchos trataron de persuadirlo, pero él en sus homilías repetía con gran semblante: Somos más los buenos que los malos.
Contra todo pronóstico, esta celebración llena de alegría hizo olvidar a muchos el temor en que vivían y marcó el inicio de la transformación social, la municipalidad tomó fuerza y decidieron organizar torneos de diferentes disciplinas deportivas, la casa de cultura realizaba festivales de pintura y lectura.
Los grupos juveniles de la parroquia comenzaron a funcionar, la cruz roja salvadoreña empezó a realizar campamentos de formación.
La policía recibió más apoyo de la población y muchos delincuentes fueron detenidos, los asesinatos disminuían, pero aún las pandillas seguían reclutando a algunos jóvenes.
La empresa privada decidió involucrarse, iniciando con festivales de poesía, donde poetas nacionales y extranjeros llegaban a los centros escolares o lugares públicos a compartir sus singulares versos.
Al notar que los jóvenes sentían afinidad por la literatura, se crearon talleres literarios, donde se fomentaba la lectura y escritura, iniciando así festivales poéticos con alumnos desde parvulario hasta bachillerato.
La delincuencia se notaba cada día más decadente, las empresas al no ser extorsionadas decidieron invertir en otro tipo de expresión.
Con mucho esfuerzo se inauguró la escuela de artes, donde se enseña danza y música, pero este proyecto no fue concebido como un proyecto para entretener o simple prevención, se contrataron maestros profesionales de música y baile.
Se debe considerar que muchos jóvenes y niños proceden de situaciones en riesgo, por lo cual parece sorprendente notar el cambio de comportamiento e incluso vestuario.
Claro el lector debe imaginar la diferencia entre, encontrarse en la esquina de la ciudad unos jóvenes insultando a las personas que caminan por el lugar, a un contraste de una nueva generación educada, hablando de sus eventos musicales e incluso yendo con sus instrumentos a ensayos.
Se espera mucho de estos jovencitos, pues sus presentaciones no solo son locales, sino a nivel nacional y próximamente internacional, acompañando incluso a algunos artistas muy reconocidos.
Eh querido compartir estos textos en esta red, para recordarles que se debe tener esperanza, pues no se imaginan lo que es vivir una transformación social, que va desde encontrar a jóvenes en la calle corriendo con armas, y años después descubrir una generación intelectual, deportista y con instrumentos musicales.
Esperen pronto nuevos post, saludos.