La historia de papaguelo es en cierta forma misteriosa para mí, recuerdo que se nombraba muy poco en la casa de mamaguela, el escaso recuerdo de aquella época está asociado con el apodo que se conocía a sus hijos ya que le decían el camarón mayor, por su color de piel que hacía juego con sus ojos azules. Hasta pasado los diez años no supe de su existencia real, antes solo era una referencia, fue el momento que lo sacaron del manicomio y lo llevaron a vivir un tiempo en la casa. Era un anciano de piel muy blanca, de estatura pequeña y contextura normal. Vivía en su mundo inexistente para nosotros y su memoria jugaba a ser tan extraña como él. Imagino que reconocía a mis padres, aunque ese recuerdo fuera difuso, porque con ella era dócil y a mi papá le decía manito alzá como una forma de apodo. Aunque fue el momento de conocerlo estoy seguro que él nunca lo hizo. Recuerdo que yo le tenía cierto miedo porque en su escape a la realidad decía palabras que no entendía y peleaba con algún ser invisible. Cuando se me acercaba yo corría por toda la casa y por medio de una mata de lechoza que había en la casa me subía hasta el techo y él como adivinando mi temor desde abajo me señalaba y decía frases incongruentes, era el momento que mi mamá venía al rescate y se lo llevaba hasta el cuarto.
Mi curiosidad me llevó a averiguar sobre él y a través de mamaguela, tía Regina y mis padres me enteré de algunas cosas, que lo hicieron aún más misterioso.
Sus raíces estaban en La Cañada y sus antepasados eran descendientes portugueses, de allí el color de su tez. Fue todo un don juan en su juventud y tuvo dos mujeres, Rita y mamaguela, quienes le dieron entre las dos doce hijos, a los que se sumó mi tia Regina a quien adoptó como suya, ya que era hija de mamaguela. Tal vez existan más hijos desconocidos, dado su carácter de picaflor, pero hasta ahora no han aparecido.
Su locura fue producida por un accidente cuando vendía billetes de lotería junto a mi abuela, una bicicleta lo arrolló y el golpe dañó su cerebro poco a poco y todo comenzó paradójicamente por algo que sigue siendo un tema de cuerdos, se preguntaba la razón por la cual los radios hablaban o los aviones volaban, por ejemplo.
Sus años en el internado para enfermos mentales que se encuentra aun al final de Bella Vista son de cierta forma oscuros, ya que fue un tema que quedó cerrado como tertulia familiar y nunca logré averiguar la razón.
Luego de una estadía en la casa y a raíz del tercer embarazo de mi mamá se lo llevaron a casa de mamaguela y dado que mis visitas por motivos escolares eran menos frecuentes perdí noción de su existencia, hasta una noche que la noticia de su muerte dejó en mi mamá un manantial de lágrimas.
Aunque nunca existieron lazos afectivos entre él y yo, su existencia estuvo signada por el amor que mamaguela siempre le tuvo, quizás fue la única espina que llevó en su existencia.
En el cementerio volvieron a reunirse ya que años después el cuerpo de ella fue enterrado junto a él en la misma bóveda.
Quizás algún día pueda develar el misterio de su existencia.
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