Hace no mucho tiempo me topé con un escrito del francés Alain De Benoist titulado El Reino de Narciso. En el describe a la sociedad actual como histérica y chismosa. Punto de vista al cual me adscribo y me mantiene inquieto desde hace ya un buen tiempo.
La tesis que propone el autor consiste en la degradación de las características masculinas, se basa en una adopción generalizada de los valores femeninos por parte de la sociedad. Esta última afirmación realizada por el pediatra Aldo Naouri.
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Citemos textualmente la obra… “De esta feminización tenemos ya testimonios: la primacía de la economía sobre la política, del consumo sobre la producción, de la discusión sobre la decisión, la declinación de la autoridad en provecho del “diálogo”, también la obsesión de la protección del niño (además la sobre valuación de la palabra del niño), la exhibición en la plaza pública de la vida privada y las confesiones íntimas en los ”reality” de la TV, la moda del “humanitarismo” y de la caridad mediática, poner el acento constantemente sobre los problemas de la sexualidad, de la procreación y de la salud, la obsesión por las apariencias, del querer agradar y del cuidado de sí mismo (también la asimilación de la seducción masculina a la manipulación y la “molestia”), la feminización de las profesiones (docencia, magistratura, psicología, operadores sociales), la importancia de las tareas de la comunicación y de los servicios, la difusión de las formas redondas en la industria, la sacralización del matrimonio por amor.”
Analicemos algunas de las dicotomías expuestas.
La decisión y la autoridad vienen asociadas con la verticalidad, con lo uno, completo y suficiente, propio de la política, principio masculino. En cambio, la discusión y el dialogo, propio del intercambio económico y las relaciones de consumo, llevan todo al plano de la horizontalidad, de lo diverso, múltiple y dinámico, principio femenino o lo que los antiguos griegos llamaban la Díada.
La producción, algo directamente relacionado con lo masculino, devenido este concepto en términos freudianos de la fecundación de la naturaleza con el fin de obtener un producto/fruto elaborado.
Es de suma importancia que estos principios estén equilibrados, cualquier desviación hacia cualquier de los dos lados provoca consecuencias en el entramado social.
La televisión, principalmente en sus espacios publicitarios suele ser un reflejo de lo que acontece en la sociedad. En dichas pautas, repetidas veces se muestra al hombre como un ser débil, cobarde, inútil, pusilánime, payacesco cuando tiene que asumir el rol de madre, incapaz de ir de frente hacia una mujer, refugiado en su grupo de amigos o desinhibiéndose con una bebida alcohólica. Por otro lado, la mujer siempre se muestra decidida, liberada de un yugo que la tenía atrapada, realizada y aunque no más sea por “reventar” una tarjeta de crédito en un centro comercial.
No es que los publicistas sean sociólogos, antropólogos o filósofos. Si no, más bien se valen de la realidad observada por ellos mismos del entorno que los rodea. Se terminan institucionalizando los comportamientos y transmitiéndose entre generaciones.
La nunca más actual violencia de género que sufren las mujeres día a día no escapa de este planteo. No hay acto más vil y cobarde que levantarle la mano a una mujer, propio de un hombre con una virilidad incompleta, inseguro y disminuido.
En la antigua Esparta, reconocida como una sociedad guerrera donde existía una clara y sana distribución de roles entre el hombre y la mujer, esta última era libre y su participación en la política, al mismo nivel que el hombre era criticada ni más ni menos por personajes de fuste, como el mismísimo Aristóteles.
Estas féminas se jactaban de ser las únicas capaces de traer Hombres a este mundo, hombres de verdad, al enorgullecerse del ethos guerrero de sus engendrados.
Si bien en las olimpiadas, que eran de carácter federal, no podían participar. Lo hacían en los juegos Espartanos de la temporada estival. En ellos participaban en muchas disciplinas, desnudas, al menos de torso al igual que los hombres. Esto era posible porque la espartana, era una sociedad que había superado ampliamente la lascivia, ya que los hombres eran seguros, devotos de su mujer y sumamente respetuosos con el sexo opuesto.
Hay una mítica predica que reza, “el hombre espartano nace con dos brazos, uno para portar el escudo y otro para portar la espada”. Y es la mujer la que le da el mandato, al despedirlo previo a la batalla, “vuelve con tu escudo o sobre él”. Con esto queda de manifiesto que una mayor masculinidad da como resultado una mayor femineidad.
Jóvenes espartanos, Edgar Degas - National Gallery de Londres
En mi opinión el ataque a la masculinidad, lejos de lesionar al hombre y enaltecer a la mujer, degrada a la humanidad toda. Se subvierten los roles, el hombre pasa a ser un ejecutor del deseo de la madre, que está enfocada en dar cariño y amparo al fruto de su vientre. Hoy su rol se limita a ser un proveedor de bienes de consumo. Cuando otrora era el padre, el encargado de imponer la ley dentro del hogar, auspiciar como extirpador del niño del seno materno para conducirlo a la vida pública.
La mujer al sentir esa carencia de masculinidad en el hogar, no puede sentir otra cosa que frustración, inseguridad hacia su pareja y una sensación de vulnerabilidad ante el futuro.
El fomento del ocio, la no responsabilidad, el no compromiso con la sociedad han hecho que la adolescencia se extienda indefinidamente sin poder encontrarle una frontera con la adultez. Los invito a realizar el experimento de consultarte a cualquier mujer adulta, que piensa de un hombre de menos de 35 años, sin dudas cada una de ellas va a demandar muchas de las aptitudes que el hombre pos-moderno ha perdido.
Esto atenta directamente contra la institución familiar. En una sociedad que pregona ser libre sexualmente, al parecer es una de las que menos consuma el acto sexual.
Las tasas de crecimiento demográficos en los países desarrollados de occidente en el mejor de los casos se mantienen, si no es que decrecen. Atrás quedaron aquellas familias de orígenes latinos (españoles e italianos principalmente) con numerosos hijos y conviviendo con parientes de primer grado de consanguinidad como si se tratara de una micro-comunidad.
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Ahora bien, cabe preguntarnos, ¿es esto casualidad? ¿El devenir histórico decanto en este destino, o hay intereses a los que les conviene este tipo de ordenamiento? ¿Sera acaso una sociedad individualista más fácil de someter, que una en la que la familia sea un sostén social para aquel miembro que cae en desgracia? Hay varios interrogantes que se pueden formular que orientan el análisis a concluir en una dirección. Esto pudo haber sido premeditado.
Quizás es mera casualidad. O quizás…
- El mercado necesitaba la inserción laboral de la mujer, para que con la sobreoferta de mano de obra, poder reducir el salario del hombre.
- Una acusación de violencia de genero descalifica a cualquier hombre y lo margina al ostracismo de inmediato. Se invierte la carga de la prueba, y es el hombre quien tiene que demostrar su inocencia.
- Muchas de las más importantes agrupaciones de corte feminista son subvencionadas por ONGs que se relacionan directamente con estructuras de poder global, como la Open Society de George Soros por dar un ejemplo.
- Está demostrado científicamente que dietas altas en carbohidratos atentan contra el conteo de testosterona libre en los hombres. Esta al ser una hormona catabólica impide enfermedades como la obesidad y diabetes, que son desencadenadas justamente por la hormona que es protagonista en este tipo de dietas, la insulina. Este desequilibrio hormonal, puntualmente en el hombre lo mantiene débil al tener que cargar con un cuerpo obeso y poco fornido, disfuncional sexualmente y falto de deseo. En algunos casos se ve el desarrollo de ginecomastia (acumulación de grasa en los pechos) lo cual lo acompleja estéticamente generándole inseguridades. La obesidad es una pandemia sin precedentes en la historia de la humanidad, y el cártel alimenticio no está dispuesto a tomar ninguna medida para contrarrestarla.
- La masculinidad es temeraria, impredecible, difícil de domar. Todas características en contra de quienes quieran dominar a las masas. El pensamiento masculino es abstracto, capaz de “penetrar” en las más altas esferas del conocimiento. Por otro lado, Gianni Vattimo va a describir Il pensiero debole (pensamiento débil), aquel que naufraga en lo banal, no sale de lo concreto, incapaz de abstraer y muere en la intrascendencia. Justo el necesario para mantener a la población entretenida, ocupada y distraída.
No estoy aludiendo a que todo esto sea conspiración, realmente no me consta, simplemente hago el ejercicio de atar ciertos cabos sueltos.
En el texto no trato a las distintas orientaciones sexuales que existen en la sociedad. Gays, lesbianas, trans, etc. Esto es porque solo existen dos entidades de género, hombre y mujer. Es una distinción biológica y fisiológica, determinada por nuestros cromosomas. Según el par 23, XY corresponderá a lo masculino, XX a lo femenino. Por lo tanto, cada uno se ubicará donde le corresponda.
Cualquier ideología o movimiento que ponga a un género en contra del otro incurrirá en su propio perjuicio, no comprender esto es no entender la naturaleza complementaria de ambos sexos.
Los ejes cartesianos, utilizados en las matemáticas representan con la letra Y al vertical y con la X al horizontal.
El Taijitu, la unión entre el Yin y el Yang, de la antigua China ya lo representaba. Cito al Dr. Pablo Davoli… “Por su parte, en la China taoísta se concibió al Yin y el Yang. El primero, compresivo del principio femenino y terrestre, pasivo y absorbente. Y el segundo, del principio masculino y celeste, activo y penetrante.”
Analogías cosmogónicas como la del sol y la luna, el primero con luz propia de carácter activo, y la luna receptora de dicha luz de carácter pasivo.
Julius Evola también nos cuenta… “Así, verbigracia, en la Antigua India, en el marco del hinduismo samkhya, se hablaba de Purusha, el espíritu impasible, asociado a la virilidad del hombre. Y, al mismo tiempo, de Prakrti, la matriz activa de toda forma condicionada, vinculada con la feminidad humana.”
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El lector rápidamente puede concluir que mi propuesta es que la mujer solo tiene que quedarse en la casa lavando la ropa y cuidado a los hijos. Nada más lejos de la realidad, este articulo solo quiere aportar un punto de vista acerca de los problemas que acontecen en la sociedad globalizada. Nada sería más enriquecedor que las criticas fundadas y constructivas. Enhorabuena que esta discusión se trate con tanta pasión y desenfreno, solo tratemos de aportar un poco de razón y fundamento a nuestros postulados.
Referencias Bibliográficas
- El Reino de Narciso, Alain de Benoist.
- Il pensiero debole, Gianni Vattimo.
- Los Espartanos, Denes Martos.
- La Identidad Sexual, Pablo J. Davoli.
- Rebelión contra el Mundo Moderno, Julius Evola.
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