'Ésta es la sabiduría de la locura que atenaza al ser humano, una sabiduría incapaz de percatarse de que la destrucción del entorno supondrá, inexorablemente, nuestra propia destrucción' (1).
Lo digo con pena, pero lo digo bien, se llamaba. Porque lo que actualmente se puede ver desde esa nacional 234, que en un sentido te adentra en la provincia de Burgos y en el otro te tienta con la magia del Moncayo, encauzando tus pasos hacia Aragón, actualmente son unas simples melladuras de piedra cuyas raíces, en tiempos, se hundían profundamente en estos campos, formando el entramado de un pueblo que se llamaba precisamente así: Ándaba.
Entre los dimes y diretes -algunos personalizados, y por lo tanto, con voz propia; otros, objetivamente inciertos, recogidos con cortauñas en ese fenómeno de masas conocido como Internet- y añadiendo las impresiones que se recogen en el mismo lugar, se puede hablar, siquiera brevemente, de un sitio que, por increíble que pueda parecer, podría ser el origen de procedencia de uno de los cultos marianos más importantes de la provincia: el culto a la Virgen de la Llana.
La tradición oral, en este caso recogida en la boca del alcalde del cercano pueblo de Peroniel, afirma que la talla de la Virgen de la Llana -gótica, probablemente de finales del siglo XIV-, procedía de aquí, de Ándaba y fue llevada al lugar hacia el que miraba; es decir, el lugar donde se encuentra desde hace varios siglos, aproximadamente a dos kilómetros de distancia: Almenar.
De Peroniel del Campo procedía Manuel Martínez, el cautivo protagonista -gran devoto de la Virgen- que, de noble alcurnia al parecer, y habiendo sido capturado durante el sitio de Almería y trasladado a Argel, fue milagrosamente liberado por ésta, apareciendo frente a la entrada de su Santuario dentro del arcón donde todas las noches lo encerraba encadenado su captor moro, así como éste, que, para evitar cualquier intento de fuga -milagrosa o no- dormía todas las noches encima de cautivo y arcón.
Similar en su forma a varias leyendas sospechosamente parecidas -algunas, dato interesante, protagonizadas por templarios capturados precisamente durante el mismo sitio de Almería- no deja de ser un hecho especulativo, pero extraordinario, constatar que tanto el arcón, como las cadenas de la leyenda, existen realmente.
Y que fue tan conocido y venerado dicho milagro, que el lugar se convirtió en paso obligado de los peregrinos que acudían a Compostela, hasta el punto de que muchos reemprendían su camino, llevándose como reliquia, una astilla de dicho arcón.
Por otra parte, aunque existe alguna referencia que lo menciona, apenas queda rastro de la torre que en su día se levantaba en éste curioso despoblado de Ándaba. Pero habiendo sido tierra reconquistada a los árabes, bien pudiera haberse tratado de un torreón de señales, similar a los que se pueden encontrar más adelante, en la denominada Ruta de los Torreones, como puede ser, por citar un ejemplo, el de la cercana población de Noviercas.
Notas:
(1) [Grian: 'El Peregrino Loco', Ediciones Obelisco, 1ª edición, febrero 2006]
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diseño: @txatxy
Hola
Que bonito y que pena tan rotojeje
Tanta historia perdida .
?cuando nos daremos cuenta que se pierde?
La gran cultura del país
Feliz dia
Es una lástima, sí. Una de las últimas veces que estuve, me encontré con tres antiguos habitantes, que ahora viven en San Leonardo. Estuve un rato charlando con ellos y es una pena ver cómo muchos domingos, la nostalgia les empuja a darse una vuelta por su pueblo natal, recordar dónde se desarrolló una parte importante de su vida y dejar unas flores a sus deudos en el pequeño cementerio. Como dices tú, la gran cultura del país, que poco a poco se va perdiendo. Feliz.,,,domingo, diría yo a estas horas.