Este cumpleaños que suelo celebrar no inició en mi nacimiento formal sino catorce años después. Fue una experiencia de vida que me fortaleció, me hizo crecer. Entre las muchas cosas que aprendí la que más atesoro es la riqueza que te da el recibir el calor humano de personas que nunca en tu vida habías visto y la fuerza que trasmite la familia.
Trataré de sintetizar los sucesos pero lo contaré en dos partes para no cansar al lector. El 19 de diciembre de 1982 me encontraba en la casa de la playa como era costumbre para esa fecha. Había terminado las clases así que mi familia se trasladó a La Guaira a pasar navidades y fin de año por allá.
Mi hermano se levantó con fiebre así que mi madre y mi padre se quedaron en Caracas pero como yo me quería encontrar con mis amigos y vecinos me fui con mis abuelos a montar los adornos navideños. Llegamos un viernes y teníamos pensado retornar a Caracas el domingo por la noche. Pero todo cambió en la madrugada del 19.
Estaba durmiendo y de pronto sentí como el piso se movía y un sonido estruendoso me levantó. Creí que temblaba y como le tengo mucho temor a los terremotos iba a salir corriendo, pero el movimiento del piso paró al instante. Salimos al porche de la casa para tratar de averiguar el origen de estos sucesos y nos dimos cuenta que se trataba de un explosión en uno de los tanques de petróleo que forman parte de la planta termoeléctrica Tacoa, ubicada en la adyacencias a nuestra urbanización.
Lo primero que se nos ocurrió fue salir del lugar pero las vías de acceso estaban bloqueadas y los bomberos nos indicaron que seríamos desalojados pronto. Como adolecentes llenos de curiosidad, me junté con mis dos amigos para tratar de llegar más cerca del incendio, pero las autoridades no lo permitieron, entonces hacia el mediodía y pasada la novedad nos pusimos a jugar cartas en el porche de la casa.
En pleno juego de cartas percibir algo que no entendía, era similar a la sensación que se tiene cuando uno está a la sombra y comienza a pegar el sol, muy fuerte, cada vez más fuerte. Solo que no era el sol y además siguió calentando de tal forma que pude distinguir que me estaba quemando. Pero aunque volteé a los lados para tratar de observar qué era lo que me quemaba, no había nada.
Crucé mirada con mis amigos y sus rostros dejaban ver que sentían algo parecido a lo que estaba experimentando en ese momento, pero al igual que yo no sabían con exactitud qué estaba pasando. Sin pensar y como instinto básico de sobrevivencia empezamos a correr hacia el frente de la casa ya que nos encontrábamos más cerca del patio trasero. Corrimos como locos, sin rumbo, sin saber nada. Corríamos tan solo para alejarnos de lo que nos estaba produciendo ese dolor agudo y cruel.
Vimos como la mayoría de personas que estaban por allí, cerca de nosotros, se lanzaban cerro abajo. Yo no quería hacerlo porque la vegetación de la zona era una variedad entre cactus y cujíes, todas plantas frondosas en espinas, soportadas en un manto de una tierra roja y árida. Tomé una decisión, no me lanzaría aun si mi vida dependiera de ello (así era pero no lo sabía). Entonces uno de mis amigos que me conocía bien decidió empujarme y lanzarse él detrás de mí para evitar que la onda expansiva de la explosión nos siguiese quemando. Por cierto, le debo la vida!
Lo que realmente sucedió es que tuvo lugar una segunda explosión causada por un fenómeno llamado boil-over y los vapores nos alcanzaron y quemaron, sin ver fuego o humo. Pero esto solo fue el inicio de todo lo que aconteció ese día.
Les dejo un par de links, el primero de Wikipedia con la breve descripción del suceso y el segundo un video de Youtube con un poco más de información.
Guau, increible
Me alegra mucho que estes bien. Que increible historia
Gracias por compartirla