Este, por muy extraño parezca, es mi versión del Origen del Bien y el Mal. Dicha redacción la hice a mis siete años de edad, inspirado en mi enamoramiento por Afrodita y Grecia entera.
Espero os guste.
Millones de años tras, fue creado la primera humana en la faz de la tierra, Lucy.
Lucy era la favorita de los dioses, entre todas sus creaciones, tenía la capacidad de razonar, andar y alimentarse por sí sola. Algo que a las últimas formaciones de vida de los dioses, no se les había concedido.
Lucy entonces poseía todo un planeta para sí y sus parientes mayores, sumado a los placeres que nada más que los dioses se podían permitir, su padre, Bandath, era el mismísimo Rey de los Dioses, quién contento por dar la primera forma de vida inteligente se desvivía por observarla y quererla todos sus primeros años de vida. 7, 12, 15 años y la joven pequeña, crecía rápidamente, teniendo casi el tamaño de su madre, la diosa Tara. Cada día, la perfecta hija de los Dioses, demostraba ser mucho más agradable que todos sus tíos, pacífica y generosa. Desarrollando una belleza física impecable, cabello negro hasta los hombros, piel de un tono cual durazno, suave y agradable… una sonrisa encantadora y una voz simplemente celestial.
Mientras estos acontecimientos maravillosos sucedían desde el gobierno del planeta de Urano, otros sucedían paralelamente en el lado más cercano al Sol, en Mercurio. La eterna hermana de Tara: Derilia, desterrada por sus peculiares ideales y torpeza ocasional, flotaba sobre su espacio sin ninguna dirección en particular tras años de dolor y angustia. Sintiendo cada vez más un creciente rencor en su corazón. Fue cuando un día inesperado, el Dios Bandath que sin conocimiento de Tara, la raptó en su depresión y violó de manera severa. Poco tiempo después, Derilia, dio a luz desde su corazón todos sus sentimientos guardados por años en forma de dos jóvenes humanos. Tritón y Triana Que poseían características aterradoras, cuencas casi vacías con pequeños ojos, rostros con ángulos fuertemente cerrados y piel tan blanca como el mismo color podía ser. La femenina del par tenía una cabellera frondosa y larga de tonos rosáceos, el masculino en cambio poseía el cabello de un tono azulado, tan eléctrico como el de su hermana, grueso y ligeramente largo. Sus cuerpos se cubrían de tatuajes y Derilia para cubrirlos les confeccionó trajes de gala a cada uno con los que podían relucir tan peculiares y burlones a la ética de su prima que ya sin conocer la odiaban con gran fuerza, al ser la hija de la diosa que dejó a su madre fuera de la familia.
Para cuando Lucy cumplió sus 23 años de vida, los dioses invitaron a toda su familia omnipotente, dejando apartada como siempre a la hermana menor de Tara. Se dieron un banquete para celebrar sus mayores orgullos… el primero: Un nuevo planeta, la Tierra, enviando allí a la primera humana, su segundo mayor orgullo, allí Lucy gobernaría y daría vida a seres tan hermosos y generosos como ella lo era. Sin embargo, cuando la diosa Derilia supo lo ocurrido, incapaz de moverse en su reino desconocido y apartado con sus dos hijos se sumergió en los Océanos de Mercurio desbordando el planeta dejándolo sin alguna gota de agua, al ver que esto sucedía Derilia envío como su última acción, a sus dos hijos al nuevo planeta que sería el único capaz de darles el agua que necesitaban, el de su prima. Después de esto Derilia se despidió de sus hijos con lágrimas en sus ojos, incinerándose por el Sol radiante que ahora iluminaba con mayor fuerza sobre Mercurio.
Lucy recibió horrorizada a los hermanos, jamás había visto “cosas tan horrorosas” según sus mismas palabras, simplemente no cumplían sus parámetros de imagen e ideales. En consecuencia, los hermanos sentían un desprecio progresivo por su prima y sus rudimentarias reglas.
La armonía que antes se mantenía en la tierra fue dividida en dos. Teniendo un mayor peso el lado considerado “Malo” para su ventaja. No obstante, el lado “bueno” de la tierra ostentaba una perseverancia y valentía capaz de guerrear contra las fuerzas del mal.
Lucy en su desesperación tras su último día de vida, preocupada por su descendencia, pidió ayuda a su Madre, la cual consideraba la diosa más bondadosa existente en los cielos, pero ésta solo fue capaz de decir lo siguiente:
“Atiendo a tus palabras, querida niña, pero dime ¿cómo podrías haber protegido el mundo, guardando algo tan perfecto según tu criterio, sin la maldad?”
La humana, envejeció con aún más rapidez bajo los últimos rayos del sol y murió con lentitud, el último grito desgarrador indujo una muerte repentina en los hermanos que pronto sintieron que algo en sus corazones faltaba. Sintieron… al final, cuando se volvían polvo, que en realidad nunca concibieron odio, sino una profunda soledad que ahora había llegado a su máximo esplendor, desintegrando sus carnes hasta el final.
Entonces se descubrió el origen del nacimiento de los hijos del mal por parte de los dioses. Abrumados por el comportamiento de la Diosa Tara y la falta de buen ideal del Dios Bandath, los Dioses arremetieron con su gobierno acabando con los mismos de manera equivalente a la Diosa Derilia: Congelando y rompiendo sus corazones.
Para mantener la raza, los dioses se vieron obligados a cegar a los humanos del conocimiento del bien y el mal al nacer cada criatura, dejando a su propia elección a qué lado querían servir, provocando conflictos, esto en castigo por el comportamiento radical de quienes fueron los Reyes de los dioses.
Este es la creación de maldad y la bondad.
ACOTO: Ninguna de estas fotos son de mi autoría, las he utilizado respetando los derechos de los autores solo como apoyo.