esas que juegan con las veladas luminarias de esta ciudad tan fría,
tan solitaria y vacía,
nuestro cuerpos reaccionaron a las poco sutiles señales de nuestra sed de compañía,
desee ferviente y nervioso,
encontrarme con la calidez de la agitada cadencia de tu respiración sobre mi pecho,
Tan aletargado de monótona rutina,
para comenzar a sentir como lentamente tu cintura da inicio a la danza,
poco a poco,
encontrando el ritmo entre tus piernas y las mías,
desencadenando explosivas pulsiones en los cuerpos,
como si fuesen a estallar nuestra venas al latido de los corazones,
que encuentran la cadencia de la carne excitante,
y la danza insinuante y atrevida,
seductora,
acercándonos sutiles e irrefrenables,
desesperadas se liberan corrientes de placeres en la piel,
sensaciones conocidas para dos veteranos de infinitas batallas,
perdidas entre sabanas,
pero jamás tan vívidas,
tan exultantes,
tan conmovedoras,
dos soledades desesperando por el placer de sentir,
aunque mas no sea,
el paliativo de una fugaz caricia de primavera,
que acabara por abrir las flores de la lujuria en un estallido de vertientes cálidas,
que inundaran nuestra intimidad en cataratas de gozo,
brotan ansias de placer bañándonos los ojos,
que se miran fijamente hambrientos de lujuria,
se abren las puertas al paraíso de tus mieles y mi hombría sedienta de tu dulce savia,
se dispone a beber de tu profundo manantial,
deseo rodar por los pliegues de la cama enlazado a tus brazos,
calientes cadenas que van dejando ardientes y dulces heridas en mi piel,
deseo explorar los secretos de tu sexo,
dejándome llevar por los sentidos,
por tu frenético y rítmico danzar,
hasta sentir que ese instante
ya no se puede postergar más,
y nos dejemos estallar apagando nuestra sed con el néctar cálido que brota compulsivo y embriagante de nuestros sexos florecidos...