Solemos recordar la penumbra
con desagrado intrínseco
pues nuestros ojos se inundan
con pensamientos de sombra
olvidando todo
lo que hemos sentido anteriormente.
Siempre recordamos el mal
de la noche que nos asediaba
pero no el jazz al atardecer
ni los olores del chocolate
que nos calentó la garganta.
Como polillas en una casa,
como aves en cautiverio,
como niños atemorizados
ante todo lo incierto
ante so(u)ciedad y adversidad,
y la verdad,
siento que nos perdemos de mucho
de libertad y aventura,
de la sonrisa más pura
de descubrirme de la lluvia
de descubrinos por dentro.
Y es cierto,
que quiero andar sin bastones ni lunas,
así que hoy, con alevosía
me sumerjo en la brillante noche
a ver cuanto perdura.
(Fotografía tomada de Pixabay)
Ohh, éxtasis leyendo esto
Me alegro que te guste ♥
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