Hoy inicia el mes de las fiestas, encuentros, desencuentros, alegrías, tristezas: diciembre. Particularmente siempre me ha gustado diciembre porque dos de mis seres queridos cumplen en este mes y ya de por sí eso es más que motivo para la reunión familiar. Pero también uno de los pilares fundamentales de mi familia partió en este mes: mi abuela materna se fue el 21 de diciembre de 1995 pero, diez años después, en la misma fecha, nació mi ahijada menor, motivo para recordar con alegría a la abuela y celebrar un año más de la niña.
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Sin embargo, para muchas familias venezolanas, esta Navidad y fin de año tendrá un sabor amargo por la diáspora tan abismal que se dio paso desde que comenzó el 2018. Venezolanos regados por el mundo, venezolanos que valientemente decidieron dejar atrás a su país para tener un futuro mejor, aunque dejen los afectos en otras tierras.
Este mes también será un poco difícil para aquellos que perdieron a algún ser querido este año. Uno de mis tíos políticos que también es mi padrino, perdió a su hijo mayor de manera repentina el 5 de noviembre. Un infarto fulminante puso fin a su vida. Apenas se asomaba el sol de aquel lunes 5. En esa misma semana, específicamente el viernes 9, falleció una de mis vecinas. Para mí es inevitable no sentir tristeza cuando veo a algún miembro de su familia en el edificio. Ella que era de trato dulce y amable, también se fue al descanso eterno.
No obstante, estoy y estaré convencida que siendo diciembre el último mes del año, hay que hacer un balance entre diversas cosas. El tiempo pasa muy rápido, los años no perdonan, termina un año y empieza otro casi en un abrir y cerrar de ojos. Hace nada estábamos con mucha inquietud y expectativa por el inicio del milenio, y ya vamos para 19 años. ¡Demasiado rápido!
Si yo pudiera tener una varita para retroceder el tiempo, lo hiciera ya mismo. Me iría hasta los años de mi infancia, compartir navidades y año nuevo en la casa de los abuelos: 24 de diciembre en casa de la abuela paterna y el 31 en casa de la abuela materna. Ya no están físicamente las abuelas ni abuelos y aunque sí existen sus casas, los hijos decidieron venderlas. Pero en mí permanecen los recuerdos, la feliz y bonita infancia que viví en compañía de los míos. Eso se lo agradezco tanto a Dios, a la vida.
Pero también amo diciembre por sus colores, árboles navideños, pesebres, lucecitas, canciones especiales para la época, la comida, ufff la comida decembrina: mes también para esos kilitos de más que, siempre prometemos eliminarlos una vez que inicie el nuevo año. La vida es una sola y hay que disfrutarla al máximo, vivir el hoy. Hoy estamos y mañana no lo sabemos.
¡Bienvenido, diciembre 2018! Bienvenidas sean las alegrías, regocijos, aprendizajes, el abrazo en amigos, parejas, familia.
Me encantó tu relato particularmente porque siento que casi todos los venezolanos tenemos el mismo sentir, la nostalgia y las ganas de regresar el tiempo, sin embargo de una manera u otra agradeciendo los aprendizajes de la vida, las oportunidades y las caídas que también nos enseñan a ser mejores y crecer. Un saludo amiga, muy sentido tu relato, que las almas de tus amigos estén descansando. A pesar de todo hay que seguir adelante, feliz comienzo de la navidad, desde este lado del mundo, te saluda una venezolana más regada por el mundo.
¡Tan linda, @yaniria1! Muchas gracias por pasar y leer. Tienes muchísima razón: hay que agradecer a la vida por los aprendizaje, las oportunidades, las caídas porque nos enseñan a mejorar y crecer. Me encantó eso.
Ojalá que Dios nos permita -en un tiempo no lejano- que todos nuestros hermanos se reencuentren con sus familias, que ese calorcito de hogar esté presencial y no virtual, con todos. Te mando un gran abrazo y felicidades por tu bebita.
Qué así sea amiga, amén y amén. Gracias 🙏, disfrutando, conociendo y amando a mi bebé, mi mejor regalo adelantado 😍