En dos oportunidades he ido a éste lugar, y realmente es mágico, hay una energía un poco escalofriante de estar rodeada de los restos de gente que fue de gran valor para el país. La mejor parte es quedarse un rato mirando hacia arriba las pinturas de Tito Salas.
Acabo de descubrir que una de las imágenes tiene una ilusión óptica cuando subo y bajo el cursor.