Tienes mucha razón en tu reflexión. Tu publicación me recuerda a las iguanas, que no son temibles ni venenosas, pero no entiendo porque producen en las personas una especie de rechazo. Acá en una ciudad de Venezuela donde vivo hay quiénes las protegen, pero de igual forma existe una gran cantidad de personas que si las ven en su jardín las persiguen hasta matarlas. No hace mucho mi hermano me llamó entusiasmado para que le tomara una foto a una iguana que estaba entre el jardín de los vecinos y el nuestro. Corrí a buscar la cámara pero cuando regresé, me enteré que el vecino al verla inmediatamente la persiguió y gracias a Dios no la mató, pero si la lanzó lejos hasta otra casa, como si el simple hecho de tener una iguana en su patio fuera pecado mortal. Hace falta recapacitar y enseñar a amar a los animales.
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Que triste por las pobres iguanas y garrobos, aquí se ha dado un fenómeno extraño con eso, con el incremento de la delincuencia la población salvaje también ha aumentado y es por que los cazadores ya no salen por las noches de cacería.
Pues igual aquí las iguanas son muy codiciadas pero para comer, al menos si hay un aprovechamiento de lo que se esta cazando y se aprovecha todo, pero en este caso se vuelve doloroso el no saber utilizar los recursos que tenemos.
Gracias por comentar un abrazo.